Ya nada será igual en Casa Morán (Benia de Onís). El fallecimiento, este viernes, a los 87 años de Rosa Isabel Morán Barro, “Rosita” para todos, ha dejado “huérfanos” a sus innumerables e incondicionales clientes que unían al aliciente del buen comer, la atención de una mujer menuda e inagotable que dominaba los fogones y el comedor a la vez. También a sus numerosos sobrinos.
La triste noticia despertó al concejo y a la comarca. Rosita Morán murió en el hospital del Oriente donde llevaba unos días ingresada. Su funeral se celebrará este sábado, a las 13.00 horas, en la iglesia de Santa Eulalia de Benia.
Desde mayo la hostelera no se encontraba bien de salud y ya no podía trabajar. Ella misma lo manifestó el pasado día 23 de septiembre, tras su nombramiento como hija predilecta de Onís. Bromeó entonces con los retrasos que sufrió la celebración del acto por la pandemia. “Por poco me lo dan a título póstumo”, comentó. Ese día también dijo estar contenta por “ser profeta en su tierra”.
Su objetivo era llegar a los 90 años al pie del negocio, pero la enfermedad fue la única capaz de frenar a una mujer llena de fuerza y vitalidad que apenas se tomó un puñado de días de descanso en su más de 70 años de trabajo.
Con ella finaliza la saga Morán de Onís, ya que era la última de diez hermanos ya desaparecidos de los que uno de ellos, Pepito, era su mellizo.
La primera Casa Morán la fundaron sus abuelos en la localidad llanisca de Puente Nuevo. Luego sus padres en 1933 abrieron en Onís Casa Morán. Un negocio destrozado en la guerra, momento en el que comenzaron a dar comidas debajo de un hórreo, según ella misma contaba.
Fabada, pote, arroz con leche o cabrito guisado eran especialidades suyas que encantan a sus clientes y lo seguirán haciendo, puesto que afianzó bien su huella como marca de la casa. Varios de sus hermanos la acompañaron en el negocio. Primero Víctor, luego Ángel, Conchita y, posteriormente, Miguel. Ahora lo hacían sus sobrinos.
Pero era Rosita el alma del negocio, atrayendo hasta Onís a lo más granado del ámbito social, cultural, político y religioso. Fue destacada con la Cruz al Mérito en el Trabajo, entre otros muchos reconocimientos.
Sólo ella era capaz de invitar a comer a una persona sin posibles en una de sus mesas, y tener en la otra, por ejemplo, al actor Mel Gibson, quien se dejó caer por Casa Morán hace un par de años.
Su generosidad, sinceridad y discreción eran cualidades destacadas por su legión de clientes, amigos y conocidos: “Rosita era un personaje único”. En varias ocasiones familias rusas, chinas y japonesas llegaban al local buscando la fotografía con la “mujer mayor que cocina”, tras haber visto a Rosita por internet.
El alcalde de Onís, José Manuel Abeledo, la definió como una “extraordinaria mujer rural, trabajadora y amiga de los muchos comensales que pasaron por su restaurante”. Reconoce Abeledo su papel como embajadora del concejo. “Casa Morán puso al desconocido concejo de Onís en el mapa no solo gastronómico y geográfico de Asturias, sino también nacional e internacional”.
Uno de sus amigos, el empresario riosellano Emilio Serrano, le dedicó sentidas palabras: “Tuve con ella largos años de sincera amistad y comprobé, que respetando el pasado, supo sembrar sus sentimientos en el campo de los sueños. Como mujer de fe en todos sus actos sabía que no se vive más que el tiempo que se ama, lo demostró con su pueblo, familia y amistades. Su personalidad en conversación y presencia tenía un encanto dulce y agradable”, al tiempo que le enviaba un cariñoso abrazo.