La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El secreto de los ocho graduados asturianos en el podio nacional: “Poner ganas y ser constantes”

Los estudiantes remarcan que para estar entre los mejores del país no solo vale la nota: “Hay que moverse en idiomas, cursos, publicaciones...”

Por la izquierda, Jaime García (3.º en Psicología), Noelia Blanco (3.ª en Biología), Carlos Díaz (2.º en Historia) y Karolly Kayanny Silvino de Souza (2.ª en Ingeniería Minera), en el edificio histórico de la Universidad de Oviedo. | Miki López

Estar entre los mejores graduados de España “no es cuestión de inteligencia”. Es más bien “de esfuerzo, constancia, entusiasmo, de ponerle ganas, de no rendirse nunca, de no perder el objetivo y de recordarte de vez en cuanto por qué haces lo que haces”.

Esos son los ingredientes del éxito, según los ocho universitarios asturianos que han logrado subirse al podio de España en sus respectivas titulaciones: Clara Rodríguez Blanco (Comercio y Marketing), Matías Álvarez Rodríguez (Ingeniería Energética), Patricio José Martínez García (Arquitectura), Karolly Kayanny Silvino De Souza (Ingeniería Minera), Carlos Díaz Santos (Historia), José Luis del Río Rodríguez (Ingeniería Química), Noelia Blanco Agudín (Biología) y Jaime García Fernández (Psicología). Todos ellos figuran en los tres primeros puestos del ranking que elabora cada año la Sociedad Española de Excelencia Académica (SEDEA) y que no solo tiene en cuenta la nota media. “Ese es el punto de partida –explican–; valoran idiomas, estancias en el extranjero, congresos, cursos, conferencias, publicaciones...”. Es decir, premian “que te hayas movido” porque, como bien recuerdan los egresados, “esta es una carrera de fondo, no de velocidad”.

Para los ocho estudiantes brillantes, el reconocimiento de SEDEA supone, sobre todo, “motivación personal”: “Te hace ver que el camino ha merecido la pena”. “Cuando recibes un premio, la gente ve la parte bonita. Pero desconocen el camino que nos ha llevado hasta aquí de esfuerzo y de querer abandonar a veces”, afirman. Todos, según reconocen, han tenido que renunciar a muchos momentos de diversión para dar “lo mejor” de ellos mismos y demostrar que “valen” para lo que se propusieron. Los ocho graduados, a los que ha reunido LA NUEVA ESPAÑA en este reportaje, continúan hoy formándose: seis de ellos están estudiando un máster y dos ya han empezado el doctorado.

Clara Rodríguez Blanco es la número uno del país en Comercio y Marketing. Es ovetense, tiene 22 años y ahora cursa un máster en Internacionalización Económica en la Universidad de Valencia. “No esperaba estar entre los mejores, la verdad es que fue una gran sorpresa. Con el altísimo nivel de formación que tienen los jóvenes ahora, cuando echas la candidatura lo que sientes es más bien curiosidad por ver si entras en el ranking”, dice. Y ella no solo consiguió entrar, sino también liderarlo. “Esto supone una dosis de confianza en mí misma”, asegura. Para llegar tan lejos “no hay ningún secreto más que ponerle ganas a todo lo que hagas, por banal que sea. Para mí, la fuerza de voluntad, la actitud, la constancia y el compromiso son los ingredientes para hacer que las cosas ocurran, ya sea a la primera o a la decimoquinta vez”.

Rodríguez Blanco se encuentra ahora, según describe, “en una etapa de experimentación y de prueba-error” para ir focalizando su carrera profesional. “Por eso –agrega– lo primero de todo quiero sacar el máximo provecho al máster”. A tan solo seis meses de finalizarlo, cuenta que le gustaría encontrar oportunidades en “el ámbito de la consultoría o de la asesoría estratégica internacional”.

Patricio José Martínez García es el mejor de España en Arquitectura. Es ovetense, tiene 26 años, estudió Ingeniería Civil en la Universidad de Oviedo y, después, realizó la carrera de Arquitectura en la Europea de Madrid. El premio de SEDEA no le pilló por sorpresa. Martínez era muy consciente de sus capacidades: “Lejos de una falsa modestia y viendo todo lo que he ido consiguiendo a lo largo de los años, estaba seguro de ello”. Su primer puesto en el ranking nacional supone, según asegura, “un reconocimiento a otras formas de teorizar y de practicar la arquitectura e ingeniería de las normativas dominantes, excluyentes y aplastantes; supone reconocer a aquellos que ya no encontramos referentes en los grandes hombres arquitectos, sino que encontramos en La Zowi, Samantha Hudson o RuPaul nuestros ejemplos”.

Para este joven arquitecto, “no existe una fórmula mágica” para alcanzar el éxito “y menos la meritocrática”. “Tal y como está creada la realidad, pensar que tus méritos te alzarán es como pensar que los coches de gasolina resolverán el cambio climático”, expone. En su caso, una de las claves fue pedir ayuda y tejer su propia red de apoyo. “Hay que dejar de proyectar una sociedad individualista, en la que todo el mundo tiene que ser el mejor en todo, en la que cortamos las alas a todo aquello que es ‘lo otro’”, reivindica. Ahora Patricio José Martínez estudia el Máster Universitario de Arquitectura en Madrid. Es incapaz de predecir su futuro, pero en la cabeza tiene la idea de montar un estudio de arquitectura e ingeniería “en el que nos alejemos de las formas dominantes de las que hablaba”.

Clara Rodríguez (1.ª en Comercio y Marketing).

Matías Álvarez Rodríguez, de 23 años y natural de O Grove (Pontevedra), sobresale a nivel nacional en Ingeniería Energética. De hecho, es el mejor. Su posición en la clasificación de SEDEA refuerza, según dice, el “entusiasmo” que siente hacia los estudios. “No dejas de recordarte que todas las horas de estudio han valido la pena. Si bien es cierto que, personalmente, me gusta estudiar y aprender cosas nuevas, que te lo reconozca una asociación a nivel nacional añade una motivación emocional para futuros desafíos de este tipo, como es en mi caso la tesis doctoral”. El ingeniero gallego cursó un máster en la Universidad de Oviedo y ahora realiza el doctorado en la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón.

Para situarse entre los mejores, Matías Álvarez no cree que haya solo una clave o que esta sea la misma para todos. “Cada uno tendrá su método; en mi caso, son el entusiasmo y la constancia. Por mucho que lo que haya aprendido en el grado me haya gustado, sin tener esa resiliencia no creo que hubiera sido posible lograr este reconocimiento”, remata.

Karolly Kayanny Silvino de Souza es la número dos de España en Ingeniería Minera. Nació en Recife (Brasil), pero se mudó a Asturias a los 9 años. Ahora tiene 26 y está cursando el máster en Ingeniería de Minas con el propósito de trabajar en una empresa privada. De hecho, ya tiene sobre la mesa una oferta de trabajo. “Esta semana ya tengo que tomar una decisión. Eso supondrá dejar el máster en un segundo plano, pero creo que es una oportunidad”, reconoce. Silvino de Souza insiste que para despuntar en el ámbito académico no es tan importante ser inteligente como “esforzarse y ser constante”. La joven, según cuenta, notó mucho el cambio del instituto a la universidad: “Antes te decían qué es lo que tenías que ir haciendo. Y creía que no iba a ser capaz de sacarlo adelante, me metía presión a mí misma”. Pero una presión positiva.

Silvino de Souza se decantó por Ingeniería Minera –un grado con una baja matrícula de alumnos– porque siempre soñó con trabajar en plataformas petrolíferas. “La gente me decía: ‘¡Pero si las minas están cerradas!’. No son conscientes de que hay minas de todo tipo y que todo al final es minería. Además, es una carrera excesivamente amplia; tocas energías renovables, dirección de empresas, gestión de recursos humanos... Yo creo que lo que más le condiciona a este grado es el nombre. Y quien diga que no tiene salida, habla desde el desconocimiento”, defiende. Ella nunca se dejó influir por los demás y aconseja a los futuros universitarios “escucharse a uno mismo”.

Matías Álvarez (1.º en Ingeniería Energética).

Carlos Díaz Santos, ovetense de 21 años, es un genio de la Historia. Logró la segunda posición del ranking SEDEA por su “constancia”. “Esto no es una carrera de velocidad, sino de fondo”, apunta. Díaz dice ser consciente de la “imagen denostada” que tiene su titulación, sobre todo en el Bachillerato. “El segundo curso es demoledor; es mucho contenido y es muy difícil darlo sin recurrir a la memorización”, señala. Sin embargo, este ovetense siempre percibió la Historia como “la base de la enseñanza”. “Te ayuda a desarrollarte como ciudadano, te inculca curiosidad... Y en el grado se fomenta mucho la reflexión. Por algo en Francia y en Gran Bretaña los políticos tienen formación en Humanidades. Porque más allá del hecho de acordarse de una fecha, te da conocimiento para manipular discursos. Debería valorarse mucho más la Historia”, reivindica.

Díaz Santos también tiene muy presentes sus orígenes, en el instituto de la Corredoria, en el que estudió e hizo prácticas, así como su trayectoria posterior para llegar a lo más alto. “La nota solo es el punto de partida, no lo determina todo. Hice un curso en Oxford y otro en California-San Diego. También debo mucho a la Fundación María Cristina Masaveu Peterson, ya que con ellos obtuve tres veces la beca de grado de excelencia académica y es una de las razones por las que se me otorgó esta posición en el ranking”. Actualmente, cursa el Máster de Formación del Profesorado, pero ya tiene claro que, una vez acabado, empezará otro para iniciar el camino de la investigación. “Quiero centrarme en la historia de las mentalidades; reflexionar y traer algo a la sociedad de vuelta”, se sincera.

José Luis del Río Rodríguez estudió Ingeniería Química en la Universidad de Oviedo, aunque es de Ponferrada (León) y ahora está haciendo un máster en la Politécnica de Valencia. Sin duda, su formación en la Facultad de Química ha sido determinante para conseguir situarse en el segundo puesto nacional en su titulación. “Ya era difícil pensar que podría llegar a ser el primero de mi promoción, como para esperar quedar el segundo en el ranking SEDEA. Además, en el tiempo en el que vivimos, donde todos los jóvenes estamos muy cualificados, es difícil sobresalir”, manifiesta. ¿Cómo lo consiguió él? A base de “constancia, esfuerzo y perseverancia”.

, Patricio José Martínez (1.º en Arquitectura).

“También es importante –agrega– que desde la universidad te exijan bastante en el día a día para poder llevarlo con buen ritmo y no ir dejándolo. El grado de Ingeniería Química, con su sistema de evaluación continua, está diseñado para que al menos una vez al mes tengas un mini examen de la mayoría de las asignaturas, no eliminatorio, que hace que te vayas preparando para las pruebas finales de cada cuatrimestre. Esto hace que estés en tensión durante el curso, pero que las pruebas finales no pillen tan de sorpresa”. Una vez que termine el máster en Ingeniería Química, José Luis del Río está pensando “en iniciar estudios de doctorado o salir directamente a la empresa privada”.

Noelia Blanco Agudín siempre fue “muy curiosa”, siempre le interesó saber “por qué las cosas se hacen así y cómo funciona este mundo y nuestro cuerpo”. Así que cuando pudo escoger sobre su futuro, eligió Biología. Y hoy es una de las tres mejores graduadas de España. ¿Su clave? “Querer dar lo mejor de mí misma para ser buena y para demostrarte que vales lo que tú piensas”, asevera. A Blanco, de 23 años y de Oviedo, le intentaron convencer para que estudiase Medicina, pero ella nunca se dejó. Encontró en la Biología una carrera “súper amplia”, con muchas más salidas que la docencia. “La pandemia puede contribuir a que sea vea más y a que se conceda más dinero a la investigación”, confía.

Esta bióloga ovetense afirma que el reconocimiento de SEDEA ha supuesto un “impulso” y un “orgullo” para su familia y hasta para sus profesores de instituto. “De alguna forma sientes que estás devolviendo parte de lo que te enseñaron”, subraya. Noelia Blanco acaba de empezar el doctorado bajo la dirección del profesor Luis Manuel Quirós. “Estoy estudiando infecciones de microorganismos en el epitelio de la córnea. Es un campo muy amplio”, resume.

José Luis del Río (2.º en Ingeniería Química).

Jaime García Fernández, ovetense de 23 años, se ha colocado en el top tres nacional de la Psicología y también ha iniciado la carrera de la investigación. “Yo iba para Medicina, me gustaba y quería especializarme en Psiquiatría. Y afortunadamente elegí la Psicología. Se sigue pensando que es una carrera comodín cuando no es así. La pandemia la ha puesto de relevancia; sin embargo, las plazas que se sacan de PIR siguen siendo ridículas”, lamenta. García dice que a lo largo de los cuatro años de carrera siempre se intentó superar: “Mi entorno entendía que con un 5 ya valía. Y yo pensaba: ‘¿Cómo va a ser un 5 suficiente si voy a estudiar trastornos?’”. Para buscar el 10, el ovetense tuvo que renunciar mucho al ocio. “Esto no se consigue saliendo todos los viernes y sábados”, asegura.

Para García Fernández la clave del éxito también está en “no abandonar aunque las cosas vayan mal”. “Si te gusta lo que haces, hay que ponerle ganas”, remarca. Su tesis doctoral la está desarrollando en el equipo de Psicometría y va sobre los rasgos oscuros de la personalidad. “El narcisismo o la psicopatía estamos disgregándolos en apartados más concretos con cuestionarios sobre la manipulación o la insensibilidad, por ejemplo”, describe. Jaime García reconoce que en su campo “es difícil colocarse si no es en la psicología clínica”, que no es su caso. Le interesa más “ser forense”. “Me gustaría estar en la Universidad y la vez ese conocimiento sólido llevarlo al ámbito aplicado”, concluye.

Compartir el artículo

stats