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El inaguantable ritmo al que Asturias pierde habitantes al día: la natalidad toca fondo

Asturias encontró en 2021 un nuevo suelo histórico de nacimientos y solo la contención de fallecimientos atenúa la caída demográfica

La crisis enquistada de la natalidad asturiana ha encontrado un suelo nuevo. Otro fondo más bajo que el anterior. El balance de nacimientos rebajó en 2021 el dato histórico del año anterior y dejó por segundo ejercicio consecutivo el total anual por debajo de la barrera hasta ahora desconocida de los 5.000. Los 4.830 alumbramientos contabilizados el año pasado son 99 menos que los de 2020, el año insólito en el que la región bajó por primera vez de los cinco millares, así que el recuento vuelve a ser el más parco en partos desde que existe memoria estadística. Los nacidos de 2021 también son la mitad de los de un año de mediados de los ochenta y otra vez vuelve a ser cierto que no nacían tan pocos niños al menos desde 1933, el ejercicio en el que empiezan a contar las series del Instituto Nacional de Estadística.

Ni entonces, ni en la Guerra Civil, ni en las penurias de la posguerra se tenían menos hijos en Asturias. Los recién nacidos en 1937 triplicaban la última cifra oficial de 2021, pero no hace falta ir tan lejos: en 2009 todavía hubo más de 8.000, en 2012 aún se rebasaban los 7.000 y ahora van diez años seguidos de caída sin pausa.

Únicamente la moderación, muy leve, de la mortalidad atenúa los efectos que ese descenso tiene sobre el censo. Según los datos recién actualizados por la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei), el Principado cerró el pasado ejercicio con 1.116 muertes menos que en el año álgido del impacto de la pandemia. El total anual de 13.454 configura el tercer peor registro de la serie –solo por detrás de los de 2020 y 2015– y ofrece una tregua mínima, casi imperceptible, a la deteriorada demografía de la región: en 2021, la diferencia entre nacidos y muertos restó a Asturias 8.624 habitantes. Son 1.017 menos que en 2020, pero la tormenta demográfica no escampa y la merma sigue avanzando a un ritmo medio insostenible de 23 asturianos menos al día, la segunda peor caída de la serie histórica, solo por detrás de la de 2020… Resumiendo, el promedio del año pasado suma trece recién nacidos y resta 37 muertes diarias: hay un parto y cerca de tres funerales cada dos horas y las cifras sirven para enfocar propiamente el origen de la crisis demográfica asturiana. La tasa de natalidad, persistentemente la más reducida de España desde principios de los ochenta, habla por sí sola. Asturias ha pasado en solo un decenio de contar más de siete nacimientos por cada mil habitantes en 2012 a 4,7 en el último dato disponible.

Frente a la cierta estabilidad que manifiesta la evolución de los fallecimientos –salvando el pico perceptible de 2020, el único por encima de 14.000–, la curva de los partos acusa una ostensible trayectoria descendente, con una pendiente cada vez más acusada: echando la vista atrás, comparando el año pasado con 2009, la diferencia es de 3.380 y el descenso relativo, de más de un 41 por ciento. La consecuencia dispara la merma de población por motivos vegetativos –por la resta de los nacidos menos los muertos, sin contar el efecto de los intercambios migratorios– hasta un volumen que al cierre de 2021 casi duplica el dato de 2009.

Las estadísticas dan fe de la caída libre y sostenida, sin descansos y con intensidades variables, que ha enfilado el recuento anual de nacimientos en Asturias. Sus últimos coletazos enseñan una continuidad en el desastre que tiene trazas de mal endémico y no parece tener necesariamente mucho que ver con el efecto de la pandemia. El año 2021 es el primero que cuenta íntegramente bebés concebidos después del estallido de incertidumbres que acompañó al coronavirus, pero no se percibe una aceleración brusca del declive. De 2020 a 2021, se ve que deshincha la oleada de muertes, con esas 1.116 menos que suponen un descenso del 7,6 por ciento, pero no una caída tan sustancial de los nacimientos: los 99 alumbramientos menos representan una caída relativa del dos por ciento, inferior por ejemplo a la reducción del 4,32 registrada entre 2019 y 2020 o a la diferencia del diez computada de 2018 a 2019.

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