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Las sonrisas vuelven a las aulas asturianas: así ha sido el fin de la mascarilla en la región

"Nos sentimos liberados", aseguran profesores y alumnos | Los gimnasios celebran la retirada del tapabocas: “Llevarla era incómodo”

Las sonrisas vuelven a las aulas: así ha sido el primer día sin mascarilla en los colegios

Las sonrisas vuelven a las aulas: así ha sido el primer día sin mascarilla en los colegios VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Miki López

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Las sonrisas vuelven a las aulas: así ha sido el primer día sin mascarilla en los colegios A. D. / I. G. / P. P

Son las nueve de la mañana y la directora del C.P. La Gesta de Oviedo recibe a los alumnos con la noticia más esperada del curso: "Recordad que la mascarilla ya no es obligatoria", explica a la entrada. "Para nosotros es una liberación, hay niños que pasan más de ocho horas en el centro y es mucho tiempo para estar con mascarilla. Habrá situaciones en las que tendremos que ponerlas pero ya no va a ser el día a día y el minuto a minuto", explica la responsable del centro, Elisa Fernández.

Hoy las sonrisas han vuelto a las aulas aunque algunos alumnos han optado por seguir con mascarilla. "Yo ya me la he quitado pero mi hija se siente más segura con ella así que le he dado libertad", detalla Rebeca López, madre de una de las alumnas del colegio. "Todos nos sentimos un poco inseguros porque después de tanto tiempo es como si te quitaran un apéndice de nuestro cuerpo. Son dos años con esto puesto en la cara y probablemente muchos alumnos tengan miedo a quitársela", añade Elisa Fernández. "Mi hijo la trae en el bolsillo por si acaso pero de momento vamos a intentar quitarla que ya es hora", asevera José Fernández. "Molesta mucho porque te cansas más y cuesta respirar", añade su hijo Pedro Fernández.

En el aula de 6ºC de La Gesta la mayoría de los estudiantes han dejado la mascarilla en el pupitre. "Nosotros teníamos muchas ganas de quitarla porque se nos empañaban las gafas y no veíamos nada", argumentan Mateo Robles y Miguel Cárdenas. "A mí me dolían mucho las orejas", apunta Lucía Corral. Algunos como Carmen Polo optan por tenerla colgada. "Voy a llevarla así de momento". "La mascarilla es un obstáculo a la hora de comunicarte con el alumnado, nos ha protegido pero ha dificultado nuestro trabajo. Seguiremos insistiendo en la distancia y en la ventilación pero hay que empezar a vivir", recuerda la profesora Ana Fernández.

El alumnado y profesorado del colegio de Sabugo de Avilés Mara Villamuza

El alumnado y profesorado del colegio de Sabugo de Avilés está dividido sobre el uso de las mascarilla. Hay docentes que la usan en unas aulas y no en otras como Javier Miranda, de Matemáticas. Hay pequeños como Vera Gallardo Fernández que decidió no llevarla porque está "harta" y Naiara González Gómez, que tiene "miedo de contagiarse" y por eso decidió seguir como los dos últimos años.

El primer día sin mascarilla se resolvió con cierta normalidad en el colegio San Lorenzo, en Gijón. En el centro concertado, como en el resto de España, fue cada alumno y cada profesor el que decidía si llevar o no la protección. Así, se dieron casos de jóvenes que optaron por ir sin ella y otros que siguieron llevándola. Uno de los que se la quitó fue Javier Dapena, un joven de tercero de la ESO que reconoció que "es incómoda". En este mismo aula hubo quien sí la llevó. Una de ellas fue Aitana Raya. "La sigo llevando por precaución porque no quiero contagiar a mi abuela", aseguró. En lo que sí coincidía la mayoría de estudiantes es que es bueno que ahora sea opcional poner la mascarilla. "Que cada uno decida", afirmaron.

Aunque la mascarilla ya no es obligatoria en interiores, hay excepciones. El cubrebocas continuará siendo obligatorio en los centros sanitarios, residencias y en todo tipo de transportes; y pasa a ser recomendable en eventos multitudinarios, aglomeraciones y en la proximidad de personas vulnerables. Sin embargo, existen abundantes indicios de que la mascarilla seguirá presente, al menos durante un tiempo, en muchos espacios comerciales, bien por iniciativa del personal que los atiende, bien por no incomodar a los clientes. Mientras tanto, en las empresas se abre un abanico de incógnitas que se irán decantando en las próximas semanas. En el entorno laboral, de manera general, no resultará preceptivo el uso de mascarillas. No obstante, la evaluación de riesgos del puesto de trabajo que hagan los servicios de prevención será la que permitirá tomar una decisión sobre las medidas preventivas adecuadas. En la Junta General del Principado, por ejemplo, se siguen utilizando hasta que se modifique el plan de contingencia.

Alivio en los gimnasios

Había ganas en los gimnasios de desprenderse definitivamente de la mascarilla. Pero aunque muchos usuarios de estas instalaciones consideraban una incomodidad llevarla mientras hacían deporte, en especial en clases colectivas, otros consideran que aún sigue siendo una precaución necesaria para evitar contagios. Hay quienes tienen claro que tirarán sus cubrebocas a la basura, pero otros tantos seguirán usándolo por protección y respeto colectivo.

“Los gimnasios siempre han sido espacios muy controlados durante la pandemia. Veo lógico que podamos estar sin mascarilla estando la mayoría de la gente vacunada y más cuando en otros espacios ya nadie la usa”, explica el entrenador personal ovetense Nino González.

Por la izquierda, Natalia Ordás, Maite Suárez, Carmen Orgueira y Nino González se liberan de la mascarilla en un gimnasio ovetense. Miki López

Usuarios frecuentes del gimnasio Quo Fitness de Oviedo como la joven Natalia Ordás, de 17 años, tiene claro que lo primero que hará hoy será llevar la cara al descubierto. “Es muy incómodo, sobre todo en clases de zumba o baile”, apunta la ovetense, quien reconoce que “tiendo a marearme haciendo esfuerzos con ella puesta”.

Carmen Orgueira, que lleva 13 años como personal de mantenimiento en el gimnasio, asegura que “es genial que por fin se pueda ir sin ella”.

Por su parte, Maite Suárez, ovetense de 55 años, aún no tiene claro qué va a hacer: “No sé si la quitaré o no”. Una postura que compete Mónica Fernández, de 40 años. “La mantendré salvo que me ahogue con ella puesta. Ya estoy acostumbrada a llevarla y por el momento sigo teniendo algo de miedo”, confiesa la ovetense.

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