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Me quedo en el pueblo

Un bazar con historia en el Camino, en Soto de Luiña

La emprendedora rural Cristina Colubi ,que atiende a vecinos, peregrinos y turistas en su establecimiento, considera imprescindible que la gente nueva que llega a vivir, "haga pueblo"

Cristina Colubi en el exterior de su establecimiento, en Soto de Luiña. Ana Paz Paredes

La fortaleza, el enriquecimiento personal a través del contacto con sus clientes, y la pasión y amor que siente por el pueblo en el que vive, Soto de Luiña (Cudillero), definen a Cristina Colubi Mier, una emprendedora rural que lleva nueve años al frente de su negocio, un bazar que lleva su nombre y donde se puede encontrar de todo y para todos. Su unión a este pueblo viene de familia, donde están parte de sus raíces. “Mi abuela tenía un chalé aquí y yo venía desde piquiñina. Nací en Oviedo. A los 22 años me quedé a vivir aquí y desde hace unos pocos se han venido a vivir también mis padres”, explica.

Vive en primera persona el despoblamiento rural y señala que “desde hace tiempo estamos perdiendo a mucha gente mayor, clientes habituales de mi negocio y del resto de Soto. Eso es algo que nos influye a todos”. Sin embargo, recuerda a renglón seguido que también se está produciendo el fenómeno contrario, aunque sea a modo de goteo. “Es verdad que están llegando nuevos vecinos y que se han vendido algunas casas, pero quedan otras muchas pendientes de venderse y no salen. Los negocios resistimos a base de las nuevas generaciones que vienen detrás. En los pueblos se van cerrando casas, se pierde el contacto, el sentimiento y la relación de vecindad que había antes. La gente que llega nueva no hacen pueblo, no los conoces de nada, y es muy importante hacer pueblo, relacionarse, apoyarse y que surjan afinidades para trabajar juntos por el bien común de este pueblo”, destaca.

Cristina Colubi muestra uno de los souvenirs que vende en su establecimiento, en Soto de Luiña. Ana Paz Paredes

Si algo caracteriza a Cristina es su resiliencia, el no dejarse vencer por la adversidad y su convicción de que las cosas pueden mejorar. Para ello, no duda en luchar y buscar soluciones de futuro conjuntas, demandando en ocasiones el apoyo del Ayuntamiento e incluso de Gobierno regional.

Ella, que ha hecho diferentes cursos para acceder al mundo laboral, tanto de turismo como de auxiliar administrativo además del grado medio de comercio y marketing, antes de poner en marcha su negocio había trabajado en la oficina de turismo de Cudillero y, como administrativa, en una empresa de elaboración de hierro y acero. “Yo sigo reciclándome y aprendiendo, no puedo ni quiero quedarme atrás ahora que vivimos en plena era digital”, añade. En su tienda tiene de todo: souvenirs, libros, productos de limpieza, juguetes, artesanía, perfumería, bisutería, ferretería y también artículos que demandan especialmente los peregrinos como bastones, gorras, calcetines o bragas de cuello.

Cristina Colubi con algunos de los bastones que vende para caminar, mayoritariamente a los peregrinos. Ana Paz Paredes

“Los peregrinos son los que menos gasto suelen hacer. Compran una botella de agua, algún pin, alguna pegatina, ese tipo de cosas. Mi mayor número de clientela son los turistas y los viajeros. Se notó un importante incremento la pasada Semana Santa y nuestra mejor época de ventas es entre junio y octubre. Luego, lo duro es mantenerse el resto del año y, como le sucedió a todo el mundo, también a nosotros el covid y la pandemia nos pasó su factura”, explica.

Cristina Colubi, en una imagen de archivo, junto a la estatua de Santiago Apostol y el peregrino, en Soto de Luiña. Foto cedida por Cristina Colubi.

Es además secretaria de la Asociación del Camino de Santiago “La Humildad”. De hecho, dice que una de las cosas que más le enriquece en su trabajo “es conocer en la tienda a gente de tantos lugares, personas con otras culturas, otros conocimientos, tanto peregrinos como turistas. Es lo que más disfruto”. Cristina no duda en afirmar que “se puede vivir y trabajar en un pueblo pero hay que luchar mucho y ser persistente. Una forma de evitar ese despoblamiento es que la gente venga a vivir aquí, en plena naturaleza, y luego se desplace a su trabajo. Aquí ya hay gente que lo hace, estamos a media hora de Avilés, a 20 minutos del aeropuerto y a 40 minutos de Oviedo. Y en cuanto a trabajos, mira, aquí por ejemplo no hay ni carnicería ni pescadería, y además estamos en pleno Camino de Santiago”, recuerda.

Cristina Colubi en el exterior de su bazar, a pie del Camino de Santiago por la Costa. Ana Paz Paredes

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