La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cadavedo tiene su antídoto para frenar el éxodo rural: cuatro historias de apego

"Es pequeño, pero con muy buen ambiente", asegura el músico Alejandro Campos sobre el "Pueblo ejemplar" | "Esto hay que cuidarlo para que se vea guapo, merece la pena", afirma el ganadero Fermín Menéndez

A la izquierda, el matrimonio formado por Alejandro Campos y Juan Carlos Guerrero, músicos de «Madastur». En el centro, la hostelera Aroa Avello, con su hija Manuela y, a la derecha, el ganadero Fermín Menéndez saluda al alcalde Óscar Pérez. | Irma Collín

Algo tiene Cadavedo que engancha al que viene de fuera, invita al regreso al que se vio obligado a marchar por motivos laborales y atrae cual imán al que siempre eligió quedarse en su pueblo. Cuando la Asturias vaciada amenaza tanto por el ala occidental como por la oriental, las historias vitales de los músicos Alejandro Campos y Juan Carlos Guerrero, el ferroviario César Rodríguez, la hostelera Aroa Avello, y el ganadero Fermín Menéndez Corona suponen un soplo de esperanza y optimismo. Tal parece que Cadavedo tenga su propio antídoto para frenar el éxodo rural.

La hostelera Aroa Avello, con su hija Manuela. IRMA COLLÍN

Acaso uno de los secretos de esta parroquia valdesana resida en la escuela rural abierta en 1923 que ayer, silenciosa, aguardaba el inicio del nuevo curso, pero sobre todo de esa treintena de nenos que le dan vida y bullicio. Aroa Avello, además de presidenta de la Asociación de Vecinos de Cadavedo, es la madre de tres de ellos, aunque Manuela, de 12 años, tendrá que dar el salto al instituto de Luarca para empezar la ESO. "Si hubiera siete niños más, podría seguir aquí", comenta. El apego al pueblo va en el ADN. "Elegí volver", revela Aroa Avello, que junto a su marido, Manuel Álvarez-Santullano, regenta el hotel Torre de Villademoros en uno de los tres pueblos que forman la parroquia que ayer fue elegida por la Fundación Princesa de Asturias como "Pueblo ejemplar" de 2022.

El matrimonio formado por Alejandro Campos y Juan Carlos Guerrero, músicos de «Madastur» IRMA COLLÍN

"Cadavedo es el Padre Galo, las casas de indianos, tiene ganaderías y sierras que generan trabajo, cetárea, tiene hasta grupo de música", destaca el ganadero Fermín Menéndez, que siempre tuvo claro que no quería salir de su pueblo. "Es el soltero de oro de aquí", bromea el peruano Alejandro Campos, uno de los artífices de "Madastur", el grupo que pone música cuando la fiesta asoma por la rasa de la costa del occidente asturiano. "Muchos vienen aquí de vacaciones, nosotros vivimos de vacaciones", esgrime el músico peruano, que presume de que acabó convenciendo a su marido, Juan Carlos Guerrero, de Cangas del Narcea, para fijar su residencia en Asturias. "Él vivía en Madrid. La gente piensa que me trajo él, pero fue al revés". El idilio de ambos con Cadavedo es de tal intensidad que decidieron comprar casa y finca. "Antes estábamos de alquiler en Tablizo, un pueblo de al lado, pero veníamos a comprar aquí, que hay de todo. Nos quedamos porque Cadavedo es un pueblo pequeño, pero con muy buen ambiente", revela Campos.

El ganadero Fermín Menéndez saluda al alcalde Óscar Pérez. IRMA COLLÍN

"Cadavedo ye grande por algo", resume Fermín Menéndez, que está al frente de la ganadería Corona, la mayor de esta zona con 150 vacas. "Esto hay que cuidarlo a tope para que se vea guapo. Merece la pena", afirma este ganadero que destaca las actividades que se desarrollan a lo largo de todo el año, como la fiesta de La Regalina, el Carmen y San Antonio, y también la programación cultural. "Aquí hay un poco de todo y se vive muy bien", asegura Menéndez, satisfecho del trabajo que se hizo con la recuperación del hórreo de La Regalina, una obra promovida por la Sociedad Popular y Cultural del mismo nombre, que le valió el reconocimiento de LA NUEVA ESPAÑA con la distinción de "Asturiano del mes" en agosto del pasado año. Pero, sobre todo, Fermín Menéndez se muestra especialmente orgulloso del mimo con el que se cuida el campo de La Garita y el entorno de la capilla que levantó el Padre Galo en 1931, una labor a la que está entregado César Rodríguez. No es nada raro ver a este mecánico ferroviario dedicar horas de su descanso a repasar el pasto de este paraje espectacular de la rasa costera asturiana. "Donde ves que hace falta, pues vas y siegas porque si no el matorral avanza y luego te da mucho trabajo", asegura este joven ferroviario de Villademoros, que trabaja en los talleres de Feve en El Berrón y tiene en mente regresar a su pueblo para desarrollar su proyecto de vida junto a su novia: "Estoy empadronado aquí. Yo vivía con mis padres en Lugones. Pero para finales de este año, ya me voy a establecer definitivamente. Valoro más vivir aquí. Renuncié a hacer guardias, voy a seguir trabajando en Feve, pero vendré todos los días". Cadavedo tira y mucho. Y quizás, en parte por eso, es "Pueblo ejemplar".

Compartir el artículo

stats