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Memorias (y II)
Memorias (y II) José Luis Rodríguez Morán Exjefe de recursos humanos de Fos Bucraa en el Sahara, en el Parque de Carbones de Aboño y en Suzuki

"Un saharaui me alertó de que estaba amenazado de muerte por el Frente Polisario"

"Recuerdo la primera reunión en Suzuki; nada más entrar vi un cartel que ponía que cualquier reunión que durase más de media hora era improductiva"

José Luis Rodríguez Morán, en el parque del Muelle de Avilés. | M. Fuentes

José Luis Rodríguez Morán (Pravia, 1939) vivió 15 años en el Sahara, a donde llegó para hacer el servicio militar con la Legión y después se quedó a trabajar en Fertilizantes Fos Bucraa, una empresa del INI, en la que ingresó cuando arrancaba como administrativo y en la que llegó a ser miembro del consejo de administración y abandonó cuando se entregó a Marruecos y España abandonó el Sahara y a su pueblo. En esta segunda entrega de sus memorias, relata cómo vivió la constitución del Frente Polisario, las amenazas de muerte y el abandono español del territorio. todo ello mientras estudiaba para acabar su titulación universitaria. Su vida continúa como jefe de personal del recién estrenado Parque de Carbones de Aboño, el mismo cargo en Suzuki y posteriormente impartiendo "enseñanza desde la experiencia" en la Universidad de Oviedo y como asesor de empresas.

El consejo de administración.

"La empresa tenía un asesor jurídico y en Madrid había un jurado de empresa, lo que sería un comité en la actualidad, y había que cubrir la plaza vacante del representante laboral. Los movimientos políticos iban orientados a nombrar a ese asesor jurídico, pero cuando llega el momento, el secretario plantea que si la vacante es para el representante del personal y la mayoría del personal está en la mina, y de allí no hay nadie, ¿quién los va a defender? Así que propone que lo interesante sería que alguien que está en el Sahara ocupase el puesto para que pudiera explicar en Madrid qué pasaba allí. Y es así como surge mi nombre. Y allí estoy yo y me llama el director de Fosbu-craa y me anuncia que en noviembre me nombrarían consejero, con todo lo que eso conllevaba. Era el año 1971, y el resto de los miembros del consejo de administración eran subsecretarios de Estado y un almirante, José Ignacio Martell Viniegra, presidente de la Liga Naval Española. Era de la promoción de Carrero Blanco y un hombre callado, que intervenía poco, pero todos sabían que tenía mucho peso, y cuando hablaba sabían que ya había una decisión adoptada. Los cargos se renovaban cada tres años, y cuando llegó el momento, estaba convencido de que mis posibilidades de renovación eran muy escasas por no decir nulas. Por dos razones: porque hacía informes críticos, que alguno llegó a molestar incluso al gobernador militar, y porque la empresa ya tenía un enorme volumen de negocio y daba muchísimos beneficios, con lo que empezó a interesar políticamente, y ya eran muchos los que querían entrar en el consejo de administración. Pero contra todo pronóstico, me renovaron. Eso fue muy importante para mí, a nivel personal, porque dejé de ser un elegido por casualidad a recibir un espaldarazo porque realmente mi trabajo era útil".

El Frente Polisario.

Un día, en El Aaiún, amanecemos con las calles llenas de saharauis, podría decirse que uniformados, pues en su mayoría vestían chilaba blanca muy vistosa, proclamando su adhesión a España. Eran unos 75.000, el equivalente al tan comentado y polémico cese considerado como único válido para convocar un referéndum de incorporación o no a Marruecos. El día podía haber transcurrido como una jornada festiva y llena de libertad, pero no concluyó así porque, en Colominas, un barrio alto de reciente construcción, un reducido número de saharauis muy inferior al "censo", solicitaban reunirse con la máxima autoridad del territorio para exponerle sus pretensiones. Por toda respuesta se envió allí a la Legión y el resultado fue muy grave. Decían que incluso hubo fallecidos, pero eso no lo puedo precisar. Aquella gente, se supo después también por comentarios, que no pretendían otra cosa que participar en el gobierno de aquel territorio, cuya función la tenía exclusivamente España. Ese fue el origen del Frente Polisario. Yo llegué a estar amenazado de muerte. Mi nombre figuraba en pasquines del Polisario, y lo supe porque me informó una noche en Bucraa un saharahui. Eso motivó que me marchara con mi familia definitivamente al día siguiente para Las Palmas, siguiendo las indicaciones del secretario del consejo de administración, que había sido antes gobernador civil en Ávila y miembro de los "40 de Ayete". Al día siguiente hable con Francisco Abella Martín, y al saber que no tenía interés en continuar en la empresa y optaría por irme a otra del INI me indicó que controlara la situación desde Las Palmas, donde estaba la sede de la compañía, para no ponerme en riesgo. Tras la Marcha Verde, en 1975, al personal español se le dio la opción de quedarse en la mina, ir a otra empresa del INI o recibir una indemnización. En la entrega del territorio del Sahara, el protocolo exigía que la última reunión del consejo de administración acordara la entrega de la explotación en funcionamiento. El almirante planteó la posibilidad de negarse, pero José Manuel Fernández Felgueroso, el expresidente de Hunosa, le respondió que ya estaba decidido. Lo que quedaba era qué hacer con el personal".

El Parque de Carbones.

"Felgueroso me planteó ser su adjunto en el INI, pero yo tenía cierta añoranza de Asturias. Continuo en Las Palmas, y un día me llama y me dice que venga a Asturias y me vea con el presidente del Parque de Carbones de Aboño, Víctor Ayuela. Así lo hice. En la reunión también estaba el director, José Ignacio Menéndez Carrillo. Lo que me ofrecieron suponía unas condiciones profesionales inferiores a las mías, pero aquello se modificó. Y así fue como también participé en el inicio de esas instalaciones. Allí estuve hasta 1988, cuando me marché y me quedé al paro".

Suzuki.

"Un día, en LA NUEVA ESPAÑA, vi un anuncio en el que Suzuki pedía un jefe de personal, y presenté mi candidatura. Me llamaron y fui a la entrevista. Salí con la impresión de que tenía a favor la experiencia, el problema era mi edad: 53 años. Pasados unos meses me llamó Enrique Rodríguez Casero para decirme que había sido seleccionado para una terna. Fui a la entrevista final, y a la semana me dijeron que había sido elegido. Recuerdo cuando fui a la primera reunión y nada más entrar vi un cartel que ponía que cualquier reunión que durase más de media hora, era improductiva. El sistema japonés era curioso, pero me sentí cómodo en la empresa".

Docencia y asesoramiento.

"Tras Suzuki, tenía mis aficiones: la música clásica, la lectura, el cine amateur, fundamentalmente. Pero no me resignaba, porque pensaba que con mi experiencia podía ayudar y enseñar muchas cosas. Me puse en marcha, y escribí a varias empresas ofreciendo mis servicios en calidad de asesor, no demandando un empleo. Un día me respondió Reny Picot, y llegamos a un acuerdo para ejercer un papel asimilable a lo que hoy sería un mediador entre la empresa y el comité de trabajadores. Aquella experiencia duró tres meses. En esa época conocí a Juan Vázquez, el exrector de la Universidad de Oviedo, y poco después me llamaron para dar cursos a estudiantes desde mi experiencia. No era obligatorio asistir, pero debió de ser interesante, porque el acuerdo era por un año y estuve cinco".

José Luis Rodríguez Morán se ha retirado ya definitivamente y reside en Forcinas, Pravia, con su esposa, Fe, que al igual que sus hijos, prefiere no figurar. Continúa cultivando sus aficiones y manteniéndose al día de la información económica y cultural. Y sigue defendiendo que en las relaciones laborales debe imperar el "sistema humanista y de valoración de las personas. Hay empresas que frustran y desmotivan, y eso va en su contra".

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