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Un "salto cualitativo" que "debe analizarse con mucha atención"

El politólogo Buznego ve "inquietante" lo ocurrido, y la jurista De la Grana no augura excesos: "Italia es un Estado de derecho"

Giorgia Meloni. Reuters

El triunfo de la ultraderecha en Italia es un "salto cualitativo" que debería analizarse en toda Europa "con mucho cuidado", dado que evidencia un cansancio y desasosiego de la población que puede llegar a ser muy peligroso.

El politólogo asturiano Óscar R. Buznego indica que "los partidos de Salvini y Berlusconi han sufrido un retroceso claro y transferido la mitad de sus votos a Meloni, que ha multiplicado por cinco los suyos". En la izquierda, el Cinco Estrellas –aunque duda si incluirla en este espectro– "ha perdido la mitad de su electorado, aunque ha resistido en el sur". Quizá esa pérdida tenga que ver con la abstención. "Es un partido que subió muy rápido y ahora baja muy rápido", opina. Los votos de la coalición de derechas han estado más concentrados en Meloni, lo que "tiene consecuencias políticas".

El resultado es muy fragmentado y distorsionado por el sistema electoral, que da un 37 por ciento de los escaños en distritos uninominales y el resto en distritos plurinominales. "Fratelli d’Italia ha sacado partido a su oposición al gobierno de concentración nacional de Draghi, pero el apoyo a este tipo de partidos se está produciendo en otros países, con unos porcentajes de voto muy elevados", reflexiona.

"La desafección, el descontento político, el malestar por la situación económica, tampoco acaban de explicar este incremento. Todo esto influye, pero influye también una actitud de los electores que reclaman unidad, seguridad, en un momento en que todo se tambalea en Europa", cree Buznego.

"Sea por la guerra, por el coronavirus, por el partidismo, hay sectores amplios del electorado que ven sus sociedades divididas, propensas a la inestabilidad y buscan opciones que ofrezcan seguridad y unidad, gobiernos fuertes que protejan. Los resultados de Francia, Suecia e Italia se explican por un lado por la desafección, generalizada en toda Europa, por el rechazo a partidos, parlamentos, gobiernos e instituciones, pero también por la búsqueda de algo que la gente empieza a echar de menos, la seguridad, la autoridad, los valores. Es lo que entronca a Meloni con su admirado Orbán", indica.

Buznego rechaza una nostalgia de Musolini y el fascismo. "Los electores acuden a nuevas opciones que entran en el mercado electoral. Es lo que ocurrió hace años con Berlusconi o el Cinco Estrellas. El triunfo de Meloni es una forma de expresar una protesta y tratar de que las cosas cambien, en la dirección que sea, pero que cambien. No todos los votantes de Meloni son fascistas, transitoriamente han votado con cinismo", añade.

Lo que aprecia Buznego es que la derecha italiana "está rebajando ya su retórica, tratan de calmar al electorado" Y es que "contemplan con cierta satisfacción el deterioro de la democracia y están dispuestos a agrandarlo de forma sutil, pero no llegarán al extremo de Bolsonaro y Trump, aunque no cabe esperar de estos partidos un comportamiento ejemplarmente democrático". Para el politólogo, "el riesgo está en que puedan provocar cambios que contribuyan a llevar a la democracia a una crisis definitiva, y esas crisis traen regímenes autoritarios". Como resumen, indica que "son hechos inquietantes, no solo para Italia, sino para toda Europa, son unas elecciones que hay que analizar fuera de Italia con mucho cuidado y atención. Son un salto cualitativo".

Por su parte, la jurista de Fuejo (Grado) María Jesús de la Grana, que concurría en la lista del partido Más Europa que lidera Emma Bonino por la circunscripción del Exterior Europa –ya que reside en Colonia (Alemania)–, indicó que el resultado de Meloni es "el anunciado por todas las encuestas". Según De la Grana, la derecha ha ganado, pero no con más votos que en 2018. No dudó en calificar de "debacle" el resultado de la izquierda, "que no ha sabido crear una ‘Grosse Koalition’. Es la historia de un fracaso".

También apuntó al nuevo sistema electoral como responsable del triunfo de la derecha, que en las circunscripciones unipersonales ha obtenido 102 escaños para el Congreso, frente a los 15 del centro izquierda y el Cinco Estrellas, y 41 escaños para el Senado, por otros nueve del espectro de la izquierda. Si a ello se suma la reducción en el número de parlamentarios, se entiende el fracaso de la izquierda: "Se han hecho la guerra unos a otros".

De la Grana cree que los augurios no son buenos. "Berlusconi es un europeísta convencido, pero Meloni y Salvini tienen unas pulsiones soberanistas muy fuertes. Tienen escaños para hacer reformas de peso, aunque ya han surgido discrepancias sobre la estructura del Gobierno", indicó. No obstante, no teme grandes excesos: "Italia es un Estado de derecho". Y "tampoco habrá un Italexit, aunque este triunfo modificará los equilibrios en Europa". "Está por ver si las palabras de Meloni y Salvini son un bluf, si se acercan a Orbán o siguen la senda de Francia y Alemania", dice.

La jurista se mostró encantada de haber obtenido 1.800 votos de preferencia, aunque menos de que Emma Bonnino no haya obtenido su escaño en el Senado: "Está a falta de un millar de votos. Hay muchos votos nulos y vamos a pedir un recuento".

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