La mortalidad bate récord y acelera la caída para perder el millón de habitantes

La diferencia entre nacidos y fallecidos resta 6.277 personas hasta agosto, lo que bastaría para rebajar la simbólica cifra antes de contar las migraciones

La mortalidad bate récord y acelera la caída para perder el millón de habitantes

La mortalidad bate récord y acelera la caída para perder el millón de habitantes

La depresión demográfica asturiana, y últimamente en particular la mortalidad disparada hasta su récord histórico, acelera el ritmo de bajada de la población del Principado hacia la barrera del millón de habitantes. La conciencia de que el paso efectivo de esa frontera está cada vez más cerca se adquiere con nitidez al observar la última actualización de la confrontación de los nacimientos con las muertes, que ha restado al Principado 6.277 habitantes entre enero y agosto. Tal y como lo cuenta la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei), los alumbramientos del periodo computado (3.270) vuelven a experimentar un insólito y leve repunte de 125 y casi un cuatro por ciento respecto al mismo periodo del año pasado. Es la constatación de una tendencia al alza nada usual que viene sosteniéndose desde principios de este año, pero que diluye su efecto demográfico por la elevación del número de defunciones hasta una cota desconocida para este lapso en toda la serie histórica. Las 9.547 computadas hasta agosto determinan que la pérdida de población por motivos estrictamente vegetativos –por la diferencia entre nacidos y muertos, sin contar el efecto de los intercambios migratorios– supere a todas las registradas hasta ahora en los ocho primeros meses del año.

Se da además la circunstancia de que, por sí sola, si no se contase esta resta de 6.277 residentes ya situaría a Asturias por debajo del millón de habitantes, habida cuenta de que la última cifra oficial de población son 1.006.193 a 1 de enero de este año. Esta cuenta, sin embargo, aún no es real. Queda dicho que no está completa, que falta por computar el resultado del otro gran soporte de la demografía, el saldo de los movimientos migratorios, y esta magnitud no está todavía disponible con el mismo nivel de actualización que la de nacimientos y defunciones. Hay que tener en cuenta que el producto de las migraciones suele ser en la región moderadamente positivo y corregir levemente al alza, no demasiado, la pérdida vegetativa, así que lo más probable es que el acontecimiento indeterminado de la rebaja no haya sucedido todavía. Sea como fuere, la certeza conocida de que Asturias cerrará este año de vuelta a debajo del millón, a un nivel demográfico que no conocía desde comienzos de los años sesenta del siglo pasado, toma cuerpo en cada actualización estadística.

De acuerdo con la última, el recuento de muertos sigue multiplicando el de nacimientos por tres y hasta el mes de agosto de este año la caída media permanece en el entorno de los 27 habitantes menos al día. Los ritmos de la deprimente demografía asturiana salen en lo que va de este 2022 a casi cuarenta muertos por jornada y apenas trece alumbramientos. Como quiera que durante todo este año, mes a mes, el número de partos crece, la clave del descenso está en los muertos. El recuento recién conocido de 9.547 en ocho meses rebasa todos los conocidos en este periodo, incluidos los de 2020, con su escalada de defunciones por la pandemia, y los de 2015, el ejercicio que antes del covid ostentaba la plusmarca de muertes. Es el último coletazo estadístico de un verano que ha sido en Asturias inusualmente pródigo en fallecimientos al hilo de un fenómeno que aún necesita un estudio detenido de causas, pero que en un primer vistazo algunos expertos han atribuido en parte a un repunte de los muertos de la pandemia y al efecto de las altas temperaturas.

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