Las silenciosas batallas de la quinta planta del HUCA por restaurar la salud mental

Adolescentes y padres lamentan la escasez de plazas para casos graves: «Solo hay cinco camas y son para toda Asturias, nunca he visto una libre»

Claudia y Marta ponen rostro a la problemática de la salud mental entre los jóvenes asturianos: "Hay mucho estigma social y faltan medios"

VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Fernando Rodríguez

Pablo Álvarez

Pablo Álvarez

En el mundo hay espacios en los que surgen lazos de amistad y solidaridad insospechados. Uno de ellos es la planta quinta C del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), donde se emplaza la unidad de psiquiatría de niños y adolescentes. Consta solo de cinco camas, que parecen haberse quedado muy pequeñas ante la epidemia de enfermedades mentales que en los últimos a años asuela a los jóvenes, y a la que la región no es ajena. Cinco camas por las que cada año pasan varias decenas de pacientes, en ocasiones con patologías muy graves: depresiones, intentos de suicidio, adicciones, trastornos de la conducta alimentaria... Entre ellos y entre sus familias se entretejen complicidades que pocas semanas antes de producirse eran inimaginables. La positiva evolución de algunos pacientes es celebrada por otros, que ven como en la negritud de un cielo plomizo y amenazante se abre un claro esperanzador.

LA NUEVA ESPAÑA ha reunido en Oviedo a varios pacientes y familiares que han pasado por la planta quinta C del HUCA y que acceden a relatar sus historias para ayudar a otros y, de paso, para reclamar más recursos en los servicios de salud mental del Principado.

La avilesina Claudia García Calso, 17 años, conmovió a cientos de miles de personas con un testimonio de su calvario de salud y un mensaje de gratitud a la psiquiatra Elisa Seijo (responsable de la unidad infanto-juvenil del HUCA) publicado en este periódico el pasado domingo. Tres días más tarde, su padre, Javier García, ofrecía su versión en estas mismas páginas. A continuación, ambos ofrecen detalles de sus respectivas experiencias.

Claudia y Marta en primer término

Claudia y Marta en primer término / FERNANDO RODRIGUEZ

Claudia García Calso: "Llevo en tratamiento psiquiátrico desde los doce años"

«Llevo en tratamiento psiquiátrico desde los doce años. Al principio, no tenía ni idea de lo que me estaba pasando. Me lo guardé todo. Estuve casi dos años sin contar nada a nadie. En el colegio nunca me atreví a decir que tenía una depresión o un problema mental porque te trataban de loca.

»Tuve una depresión mayor y ansiedad generalizada y, además, un trastorno de la conducta alimentaria y un trastorno límite de personalidad. He sufrido varios intentos de suicidio y autolesiones. Tuve un pico en 2020 y 2021, que incluyó en una parálisis total de las piernas durante la pandemia.

»Gracias a Dios, he pasado esa etapa. He logrado estar un año sin ingresos. Ahora mismo, sigo con la medicación y con terapia. De momento, bien.

»Lo que más me ha ayudado han sido mi familia, mis amigos y los profesionales. Hay mucha gente que no recibe esta ayuda profesional porque hay unas listas de espera muy largas y la sanidad está colapsada. Y no todo el mundo puede permitirse un psicólogo privado. Conozco a muchas personas que necesitan esa ayuda y no la tienen. A veces, porque no se atreven a decírselo a sus padres por miedo a cómo van a reaccionar.

»Yo sí pude tener esa ayuda. He estado siempre en una terapia privada. Pero también estuve ingresada cinco veces en el HUCA por situaciones muy graves y con muy buenos profesionales. La doctora Elisa Seijo fue la que me dijo que tenía un trastorno de conversión y la que me ayudó a salir de ahí.

»Pero he conocido gente que no pudo ingresar todas las veces que necesitaba. Solo hay cinco camas en toda Asturias, las cinco en el HUCA. Estamos muy cortos. ¡Cinco camas para todos los adolescentes de Asturias! Hay mucha gente que lo necesita. Nunca he visto una cama libre.

»Apenas tengo amistades, pero las que tengo me ayudan mucho. Es importante que no juzguen lo que estás pasando, que no te obliguen a salir de casa cuando no estás bien, que te den la confianza que necesitas...

»Aprendes que tener una enfermedad mental y no tener amistades no es culpa tuya. No estamos locos ni inventándonos nada. Mucha gente podría estar aquí hoy pero hay mucho miedo para decirlo. Pido que se quite el estigma social de que la gente que sufre una enfermedad mental no tiene ningún futuro. Existimos, estamos aquí y pedimos la ayuda y la atención necesarias».

Javier García: "Como padre, nadie te ha enseñado cómo responder a esto"

«En 2019 y 2020 me divorcio. Empecé a notar que Claudia estaba muy metida en sí misma. Ella siempre había sido muy perfeccionista, muy sensible, siempre empatizó con todos los amigos...

»Empezó convulsionando, con algo que parecían ataques epilépticos, no se sabía bien qué le pasaba. Pensábamos que era epilepsia, pero luego los médicos nos dijeron que era una cuestión psíquica. Lo que vivimos fue una tortura viéndola sufrir muchísimo. Se iba derrumbando poco a poco, perdiendo amigos, se iba sintiendo perdida, lloraba mucho, entraba en bucles muy negativos y era muy difícil llegar a ella para que se calmara...

»Como padre, nadie te ha enseñado cómo responder a esto. He leído como quince libros sobre este tema y he descubierto muchísimas cosas. Tú estás absolutamente perdido. Llegamos a cambiar tres o cuatro veces de psicólogo, hasta que dimos con una persona que de verdad conectó con ella.

»Tenía la autoestima muy baja, se veía siempre con problemas, mucha comparación, las redes sociales, empezó a autolesionarse... Yo tengo la suerte de trabajar desde casa. Estaba en una videoconferencia y tenía que tenerla a la vista, porque si se me escapaba podía pasar cualquier cosa.

»Hubo un momento en el que no podíamos ingresar porque había lista de espera y ella estaba realmente hundida. Para un padre, escuchar constantemente a una hija que se quiere morir, que no aguanta más... Fue ahí cuando gracias a horas, a profesionales, ella va reconectando internamente, va procesando... Ha sido muy duro... Es el día de hoy que me duermo y me despierto sobresaltado: ¿Dónde está Claudia?

Los recursos sanitarios para adolescentes son totalmente insuficientes. En la sanidad pública, hay grandísimos profesionales, pero los ves agobiados y saturados, hay un estrés muy grande allí dentro. Claudia tuvo que esperar porque no había cama en la unidad de psiquiatría. Los centros de salud mental están colapsados, te ven cada mes... Eso es imposible: Claudia lleva más de catorce meses con sesiones semanales, incluso una y dos, una y dos, pero eso es todo privado, pagando; si no tienes esos recursos no veo cómo las familias pueden abordarlo».

Marta García Álvarez: "Tenía quince años y me diagnosticaron una depresión y un trastorno de ansiedad"

«Cuando estaba en cuarto de la ESO una profesora me acosó en el colegio. Me decía que no valía para estudiar, que mejor lo dejase... Yo era muy buena estudiante y muy perfeccionista... Ese mismo verano me dieron una beca para ir a los Campus Científicos de Verano 2016. Me empezó a afectar mucho y mi cabeza hizo clic en un momento determinado.

»Tenía quince años y me diagnosticaron una depresión y un trastorno de ansiedad. Estuve ingresada varias veces en el HUCA: en la unidad infanto-juvenil, con Elisa Seijo [psiquiatra], y después cuatro veces en adultos. La más reciente fue el pasado mes de enero: una semana en la que no podía salir de mi habitación y tenía que hacerlo todo allí.

»He pasado por unos quince psicólogos en estos casi ocho años. En la sanidad pública las citas van cada mucho tiempo, te cambian de psicólogo... Lo que más me ha ayudado es la aceptación radical. Consiste en aceptarte como eres y aceptar lo que estás sintiendo. Eso me ha ayudado mucho a mejorar. Me la enseñaron varios psicólogos que me ayudaron muchísimo.

»Puedo decir que, después de ocho años de sufrimiento y lucha constante, estoy recuperada al 90 por ciento de la depresión y de la ansiedad.

«He perdido muchas amistades porque no aceptan que no puedas dar nada a cambio cuando estás en un momento malo, que no puedas salir, que no puedas hacer planes. Cuando estás muy deprimida es muy difícil dar a otra persona. Desgraciadamente, tengo a pocas personas a mi lado, pero sí tengo a mi familia, a mi pareja y a una amiga.

»Lo que más me ayuda es que me apoyen, que estén ahí, sin exigirme nada, sin pedirme nada a cambio. Lo que no ayuda nada es que banalicen las palabras, que te digan que están muy deprimidos simplemente porque están tristes, que tienen ansiedad porque están nerviosos por algo, que tienen un trastorno obsesivo (TOC) simplemente porque les gusta colocarlo todo...

El voluntariado con enfermos de cáncer me ayuda muchísimo porque veo otras realidades diferentes, que la gente valora mucho su vida. Y me propongo aprender de esas personas a tener fuerza y valentía. Vivir es muy importante. Ahora disfruto mucho de cosas pequeñas que antes no valoraba».

Jesús y Alejandro: "En cuatro semanas pasó de estar aparentemente normal a dejar de comer"

La hija de Alejandro empezó con la anorexia a once años. «En cuatro semanas pasó de estar aparentemente normal a dejar de comer. La semana antes de ingresar tomaba dos natillas: una para el desayuno y una para la comida. No comía más en todo el día. Ingresó en la unidad de anorexia del HUCA. Durante mucho tiempo estuvo caminando doce horas diarias, estuviera en el hospital o fuera. No había manera de pararla. Más tarde en la unidad de Psiquiatría. La doctora Elisa Seijo nos ayudó mucho. La enviaron a un centro privado en Alcalá de Henares, donde le dieron unos tratamientos muy continuados y estuvo con chicas con su mismo problema. Creo que el grupo se arropó mucho. Fue mejorando y ahora, con 15 años, estudia cuarto de la ESO y está perfectamente recuperada».

Tanto Alejandro como Jesús subrayan la gran ayuda que presta la asociación de familiares Acbamer, que tiene su sede en el barrio gijonés del Natahoyo.

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Abrazos Verdes Asturias es una asociación creada para dar apoyo a personas que han perdido a seres queridos a causa de un suicidio. La ovetense Alba López Llames es su presidenta: «Nuestra actividad se enfoca a los supervivientes que están en duelo por suicidio, pero también se están acercando personas que han tenido, ellos mismos o alguien cercano, un intento de quitarse la vida. Pedimos visibilidad. Hay una cosa más tabú que el suicidio: el duelo por suicidio. Y pedimos un protocolo de salud mental que se aplique a las personas del entorno de las personas que se suicidan. Atender a los supervivientes es una forma importante de prevención». José Ángel Rodríguez Bento perdió en 2012 a su hijo de 32 años. «Intenté darle todo el cariño del mundo. Te dicen que cuides a tu hijo las 24 horas, pero no sabes cómo, no sabes qué hacer ni a dónde acudir. No queremos que las personas pasen por esto y estén solas. Todavía hay familiares que lo viven con vergüenza. Tiendes a sentirte culpable. Eso de buscar culpables hay que eliminarlo. Somos víctimas que queremos ayudar a otras víctimas». Olaya García Álvarez es miembro de Abrazos Verdes: «Ante el suicidio de un familiar, tu cerebro explosiona. Vemos que algo se está moviendo. Una de las cosas que más te ayuda es compartir tu vivencia con alguien que haya vivido lo mismo que tú».

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