Rocío Monasterio: "Un problema grave que afronta España, con el separatismo, es la falta de niños"

"El cartel del tiro en la nuca a Abascal prueba que los herederos de los terroristas defienden las mismas ideas y con violencia" | "En Vox se van las personas, quedan las ideas"

Rocío Monasterio posa para LA NUEVA ESPAÑA con sus perros: la veterana «Quinta» y «Six», de seis meses, delante de la iglesia de Viego. | Irma Collín

Rocío Monasterio posa para LA NUEVA ESPAÑA con sus perros: la veterana «Quinta» y «Six», de seis meses, delante de la iglesia de Viego. | Irma Collín

Mariola Riera

Mariola Riera

Donata Monasterio fue benefactora de la bonita y original iglesia de Viego (Ponga). Una placa de 1962 en la fachada bajo la espadaña de ladrillo rojo así lo recuerda. Ahora parece que será su sobrina lejana Rocío Monasterio San Martín la que tendrá que arrimar el hombro para arreglar el maltrecho pórtico del templo. Así le animan a hacerlo los vecinos nada más que la ven llegar al pueblo en su coche junto a dos hijas, un amigo de éstas y los fieles y vigilantes perros "Quinta" y "Six".

Ella recoge sin pensarlo el guante, decidida a implicarse, ayudar y mantener el vínculo con la tierra de origen de su familia paterna en la que el apellido Monasterio está por todos lados. Del remoto Viego salió hace más de un siglo su abuelo Enrique Monasterio, como tantos otros asturianos de la época, camino de Cuba, embarcado en "El Habana", en busca de una vida más próspera. Él y otros parientes lo lograron con una fructífera empresa azucarera que luego dirigiría su padre, Antonio Monasterio Díaz de Tuesta, nacido en Cuba, exiliado a EE UU (de allí se trajo a España la franquicia del famoso Kentucky Fried Chicken) tras la revolución castrista y casado con otra asturiana, Aurora San Martín.

En este pueblo pongueto de apenas un puñado de vecinos en invierno, que en verano se multiplican con los que vuelven al lugar de origen de sus antepasados, se cita Rocío Monasterio con LA NUEVA ESPAÑA. La verdad es que el aislado y bastante desconocido Viego es un buen lugar para perderse o para que no la encuentren a una. "Yo no me escondo", dice rotunda la presidenta de Vox en Madrid y uno de los referentes nacionales del partido. Lo cierto es que ha sido una de las políticas más buscadas en el último mes después de que su compañero de filas y también marido, Iván Espinosa de los Monteros, peso pesado en Vox y portavoz parlamentario en la última legislatura, anunciase por sorpresa a principios de agosto que no recogía su acta de diputado y que dejaba la primera línea.

Todo el mundo miró a Monasterio para saber qué opina y en qué lugar queda en el partido que lidera Santiago Abascal, en el que los analistas no le auguran mucho futuro. Ella, con su familia, hizo mutis por el foro y se fue a descansar como siempre a Asturias, a su querida Ribadesella, donde también tienen casa, además de en Viego. En esta remota aldea en la que es la nieta de Enrique, la sobrina lejana de Donata, Rocío Monasterio ha decidido conceder en la recta final de las vacaciones una entrevista a este periódico. En el bar del pueblo, entre selfies y fotos con sus vecinos, la deja LA NUEVA ESPAÑA después de hablar de esa Asturias vaciada que quiere contribuir a llenar, del "drama" político en el que está sumido España con el independentismo y separatismo marcando la agenda política y, por supuesto, sobre el rumbo de Vox y de qué supone la salida de Espinosa de los Monteros.

–Dígame qué hacemos y por qué hemos quedado en Viego.

–Es algo simbólico y porque quiero ayudar a mi tierra. Me siento muy asturiana y me parece que Asturias es el paraíso desconocido. Es una zona de España que se ha tratado mal. Los asturianos no se han quejado frente a otros que siempre están pidiendo, exigiendo y chantajeando. Asturias es un lugar que en infraestructuras se ha abandonado, la industria se ha desmantelado... Me gustaría que el gobierno de España le prestase más atención. Los asturianos merecen poder quedarse aquí y prosperar, sin no tener que emigrar.

–Fue lo que hizo su abuelo.

–Fíjate que yo hoy veo a la juventud española con un poco de miedo al futuro y pienso en cómo sería aquella que cogió el barco porque aquí pasaba hambre para irse a Cuba, a Argentina, a Venezuela... Eso sí que era difícil. Pero ahora aquí hay un montón de posibilidades, lo que hay que hacer es creer. Tener un proyecto común de país, estar unidos y no separados.

–Se le asocia más con Ribadesella, donde pasa los veranos.

–Tenemos casa familiar. Normalmente cuando venían de Cuba la familia allí se quedaba, porque las carreteras para llegar aquí eran complicadas. Mi familia hizo la carretera de los Beyos. Hay unas cartas preciosas de Jovellanos escribiéndose con un antepasado, planeando cómo iban a desarrollar todas las infraestructuras del oriente de Asturias. Eso es un buen ejemplo de la colaboración público-privada.

–Más de un siglo después las comunicaciones siguen siendo el talón de Aquiles de Asturias, más en las alas, como es el caso de Ponga.

–Esto es un sitio muy complicado, en invierno es un sitio muy aislado. Nosotros venimos todos los años, hacemos rutas, visito los lugares donde están enterrados mis antepasados o donde se reseña donde han muerto.

–Hablaba con las vecinas de rehabilitar una de la casas.

–Yo creo que todo aquel que tenga raíces en un pueblo tiene que intentar mantenerlas, como las tradiciones, las costumbres y que sus hijos las conserven. Eso es como se construye España. Ahora toca arreglar la iglesia del pueblo, pues vamos a ello. Es verdad, cuesta mucho cuidar una casa cerrada gran parte del año, pero es que si no, los pueblos desaparecen. Asturias por desgracia sufre mucho la falta de niños. Hay que apoyar alas familias. Sin ellos, no hay vida, no hay futuro. Por mucho dinero que pongamos, no vale sin ellos. Creo que uno de los problemas más graves que afronta España junto con el separatismo es la falta de niños. Se ve en Asturias.

Rocío Monasterio posa para LA NUEVA ESPAÑA con sus perros: la veterana «Quinta» y «Six», de seis meses, delante de la iglesia de Viego. | Irma Collín

Rocío Monasterio posa para LA NUEVA ESPAÑA con sus perros: la veterana «Quinta» y «Six», de seis meses, delante de la iglesia de Viego. | Irma Collín / Mariola Riera

–Sea realista: es difícil. Usted tuvo cuatro hijos, ¿se ve de verdad criándolos aquí en Viego?

–Me inventaría la forma de hacerlo. Hoy en día hay más posibilidades con la digitalización y la mejora de las comunicaciones.

–Hasta Viego hemos tenido que venir para preguntarle por la marcha de Espinosa de los Monteros. Buen lugar para esquivar preguntas incómodas.

–Yo nunca me escondo. Sí, Iván ha dejado la primera línea pero sigue en Vox, y yo por supuesto de portavoz en la Asamblea de Madrid. Somos un partido cambiante, Iván ya se fue en 2016, volvió... Se van las personas, quedan las ideas. Tenemos más que nunca un compromiso con España. Estamos en una situación complicada, a ver qué gobierno resulta. Hay riesgo de que los que han odiado tanto a España sean los que acaben decidiendo en el gobierno. Desde luego en Vox vamos a hacer todo lo posible para que aquellos que odian España no tengan el mando a distancia, como dice Page.

–¿Ha dedicado el verano a meditar su futuro político?

–No me hace falta meditar nada de eso. Tengo, tenemos a Vox, que ha costado mucho crearlo, hay tres millones de españoles que son a los que representamos.

–Dicen que usted tiene un papel complicado, que se queda apartada de la cúpula, aislada, que la mandan a Disenso…

–Se han dicho tantas cosas… De momento estoy en la Asamblea de Madrid y tengo muchas cosas todavía que mejorar ahí con un equipo estupendo. Vox tiene unas ideas que son más necesarias que nunca. Lo que hemos denunciado se ha cumplido. En el tema del separatismo, la única que le ha puesto unas esposas y ante el Código Penal a Puigdemont he sido yo, en 2016, y me decían que era exagerada, que no iba a declarar la independencia. Y pasó. Y ahora tenemos que ver que él mismo puede decidir el gobierno de España.

–Cuesta creer algo así.

–(Pedro) Sánchez es un oportunista y los oportunistas son capaces de vender a su madre con tal de conseguir el poder. Es capaz de vender España. También decían que no iban a declarar la independencia en Cataluña y mira.

–¿El Estado es fuerte y lo aguanta todo?

–Los españoles somos fuertes y salimos adelante en situaciones muy difíciles. Desde luego Vox va a intentar frenarlo y hacer todo lo posible. Ahí tiene nuestros votos el señor Feijóo para que España no se vaya por ese precipicio. Siempre hay que pensar en lo que le interesa a España, que es la prioridad. Espero que Feijóo sepa hacer buen uso del apoyo de Vox, con sentido de Estado y la altura de miras.

–Se habla de Vox como partido debilitado, pierden votos.

–Eso les gustaría a los que lo dicen. Pero no es así. Vox tiene la fortaleza de las ideas. Todos somos prescindibles, lo importante son las ideas que defendemos.

–No podemos acabar sin preguntarle por el caso Rubiales.

–Me avergonzó, no me gustó su gesto. Y creo que lo mejor que haría sería dimitir. Pero tampoco me gusta que algunas ministras y otros muchos intenten hablar en nombre de todas las mujeres en base a estas polémicas Yo creo que el feminismo radical de hoy no ayuda. Yo creo por ejemplo en el feminismo de Concepción Arenal, mi antepasada y que vivió aquí cerca, en Liébana. Mujeres que han mejorado la educación y la vida del resto.

–¿No hay un único feminismo?

–Por desgracia las feministas que se dicen feministas son sectarias. Hemos tenido unas en un gobierno que lo único que han hecho es soltar a violadores y pederastas. Mejor estarían calladas.

–No sé si ha hablado con Abascal este verano.

–Nos hemos mensajeado, con Iván también, por cuestiones personales, mi hija pequeña ha estado medio mala.

–¿En las fiestas de Bilbao ha aparecido un cartel en el que simulan que le dan un tiro en la nuca?

–Por desgracia, ya ha pasado muchas veces, Vox es el partido que más violencia ha sufrido estos últimos años, pero muchos son incapaces de condenarlo. Es muy triste. Hemos sufrido la violencia de la ultraizquierda y del separatismo; ese sí que es violento. El cartel de Santiago es una prueba más de que los herederos de los terroristas siguen defendiendo las mismas ideas y con violencia.

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