Entrevista | Ignacio Villaverde Menéndez Rector de la Universidad de Oviedo

"Queremos revolucionar la forma de enseñar y crear grados online para atraer a latinos y europeos"

"Pasaremos cinco años muy duros en los rankings por la jubilación de Otín; me atormenta pensar que pude haber hecho más"

"En un año o dos todos los órganos de gobierno estarán reubicados en el edificio de Minas"

Ignacio Villaverde, rector de la Universidad de Oviedo: "Me presentaré a la reelección porque nuestro proyecto nunca se pensó para un único mandato"

VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Irma Collín

Mónica G. Salas

Mónica G. Salas

Han pasado ya tres años, pero Ignacio Villaverde Menéndez (Gijón, 1965) sigue "con las mismas ganas y la misma ilusión que el 26 de febrero de 2021", cuando tomó posesión como rector de la Universidad de Oviedo. Tanto es así que tiene decidido presentarse a las elecciones de 2025 para un segundo mandato. Su proyecto, dice, no nació solo para cuatro años. "Necesitamos tiempo para conseguir lo prometido. El camino hasta aquí ha sido largo y duro. No soy supermán, pero me encuentro bien, fuerte y con ánimo para seguir trabajando por mi Universidad. Y si en algún momento notase que desfallezco, que ya no somos ese aire fresco que necesita la institución, seré el primero en decir que me aparto y que venga otro", confiesa. Villaverde concede esta entrevista a LA NUEVA ESPAÑA coincidiendo con el inicio de su cuarto y último año en el Rectorado, al menos, en su primera etapa.

–¿Qué balance hace de los tres años anteriores?

–Estamos satisfechos, aunque somos conscientes de que nos queda mucho por hacer. Dentro de poco menos de un año habrá elecciones, y ahí la comunidad universitaria nos tendrá que poner nota.

–¿Qué quiere hacer en esta recta final?

–Tenemos que consolidar cosas: avanzar en la adaptación a la Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU), continuar con la reorganización administrativa, prepararnos para la implantación de dos nuevos estudios (Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y Criminología) más un doble grado (Criminología con Derecho), afianzar los cambios introducidos en la gestión de la investigación, dar pasos con la alianza "Ingenium"...

–Con todo ello, aspira a repetir en el cargo.

–Sí, me voy a presentar a la reelección, porque todavía queda tarea por hacer. Este proyecto nunca se pensó para un único mandato, es más ambicioso.

–De momento, no le ha salido ningún rival para las elecciones del próximo año. ¿Qué lectura hace de ello?

–Si me permite la broma: yo ya tengo bastante con lo mío... No lo sé. Es verdad que la Universidad ha cambiado mucho. Ya no se puede hablar de bloques, ya no hay grandes familias que deciden quién es candidato y quién no. Nos hemos hecho más plurales y transversales. Prueba de ello es que muchas direcciones de departamentos se han resuelto con candidatos únicos.

–¿Se había presentado un escenario así antes?

–No, sería insólito. Para el Rectorado siempre ha habido competencia. No obstante, todavía queda un año, veremos a ver qué pasa.

–En caso de repetir, lo haría por seis años en lugar de cuatro, como establece la nueva ley.

–Efectivamente, pero nosotros vamos partido a partido, trabajando día a día bajo una estrategia.

–¿Qué planes tiene en mente para un segundo mandato?

–El primero es ese gran proyecto europeo llamado "Ingenium". Hace quince días, el consejo de rectores y rectoras tomó decisiones trascendentales, como diseñar la primera oferta formativa conjunta, con la que se busca que sea la alianza la que certifique los estudios y no cada universidad de forma separada. El segundo gran reto es el desarrollo de la Universidad en el Cristo, ocupando las parcelas del viejo HUCA. Eso será también importantísimo para que Oviedo se convierta en una ciudad universitaria como lo son hoy Santiago de Compostela, Alcalá de Henares o Salamanca. El tercer objetivo es que la Universidad se atreva a revolucionar la forma en la que enseñamos. Nuestra institución fue referente en esa transformación pedagógica en dos momentos, con el Grupo de Oviedo y, después, en los años 2000, con el Campus de Excelencia. Creo que ahora debemos liderar otra vez el cambio.

–Ahondando en esos tres retos y empezando por el último, ¿qué habría que hacer para revolucionar la forma de enseñar?

–No podemos seguir con el esquema clásico de títulos oficiales muy cerrados, muy regulados, muy rígidos... La formación universitaria empieza a caminar por vías más flexibles. Están, por ejemplo, las microcredenciales, que no solo hay que entender como cursos breves de recualificación y especialización, sino también como un conjunto de píldoras que se pueden articular en programas continuos y, al final, conseguir un certificado de grado superior. También tenemos el reto del mundo híbrido. La Universidad de Oviedo no será una Universidad online, seguirá siendo presencial, pero tendrá que tener presencia digital. Tenemos que pensar en consorciar estudios en el marco de la alianza "Ingenium".

La financiación privada representa solo el 0,1% en el presupuesto; estamos trabajando para convencer a las empresas de que inviertan en la Universidad, tienen que creer y confiar en nosotros

–¿La idea es ofertar a la vez un grado de forma presencial y online?

–Sí, yo creo que eso nos facilitaría la captación de estudiantes latinoamericanos y europeos, de "Ingenium". El objetivo es que un estudiante finlandés, por poner un ejemplo, pueda seguir nuestros cursos de microcredenciales o estudiar Medicina. Hay que explorar también el mundo del metaverso, de los gemelos digitales...

–¿Con los títulos compartidos que pondrán en marcha dentro de "Ingenium" esperan aumentar el número de estudiantes internacionales matriculados durante todo el curso?

–Sí, no me cabe duda. La estrategia de internacionalización que nos hemos impuesto en estos años empezará a dar sus frutos. No solo es "Ingenium"; dentro de la Conferencia de Rectores de las Universidades del Suroeste de Europa (CRUSOE), hemos puesto encima de la mesa un programa de movilidad para los estudiantes de las 28 instituciones que la conformamos. También están los acuerdos con el Tecnológico de Monterrey, en México, y con Temple, en Estados Unidos. El próximo curso arrancará el primer título consorciado con el Monterrey, y esa misma idea es la que tenemos para el siguiente con Temple. Todo ello atraerá estudiantes extranjeros. Hay que tener paciencia, pero nos dará resultado.

–El Principado aplaza ahora al año que viene la transformación del Cristo. ¿Decepcionado?

–No, yo creo que a lo que se refería el Principado era a la parte del terreno que es de su propiedad, así que eso no nos afectaría. La Universidad va dando los pasos que tiene que dar: hemos solicitado la cesión de los terrenos a la Tesorería General, estamos a punto de entregarle la información que nos pidió complementaria, ya hemos solicitado y adjudicado el diseño técnico del desarrollo del campus... Decepcionados, no, estamos cautelosos. No hay que generar falsas expectativas.

–Tras la salida de Minas, ¿cuándo trasladarán los órganos de gobierno de la Universidad al edificio de la calle Independencia de Oviedo?

–Estamos rematando el traslado de la Escuela de Minas a Mieres. Es decir, estamos vaciando el edificio, aunque todavía seguirán allí el ICTEA, la Defensora universitaria, el Consejo de Estudiantes y algún otro organismo más. Vamos a hacer ya la contratación –tenemos el estudio técnico– de la obra para retirar el amianto y después iniciaremos el acondicionamiento del edificio para convertirlo en el gran pabellón de gobierno. Lo haremos por módulos. El primero en trasladarse será el Vicerrectorado de Estudiantes (ahora en la calle González Besada) a principios del año que viene. El propósito es que en uno o dos años todos los servicios estén reubicados allí, incluso el Rectorado. Este edificio (el histórico) quedaría como protocolario. La actual dispersión de órganos perjudica nuestra relación con la comunidad académica.

–Con el último respaldo de los tribunales al traslado de Minas, ¿esperan cerrar pronto este capítulo?

–A mí me gustaría que lo cerrásemos. Ha sido duro y complejo, tanto en lo institucional como en lo personal. Pero tenemos que ser prudentes. Lo que tenemos ahora es una sentencia de los cinco procedimientos que teníamos abiertos. Con lo cual queda todavía, aunque estamos satisfechos.

–La captación de financiación privada sigue siendo una asignatura pendiente.

–Captamos mucho contrato de investigación. De hecho, en estos dos años hemos aumentado su número en un 25%. Pero no hay que olvidar que esa cuantía, que ya está en seis millones de euros, se destina al objeto del contrato. Por tanto, desde el punto de vista de la financiación de la Universidad, nosotros apenas recibimos un 10%. En números netos, supone que la financiación privada solo representa el 0,1% en el presupuesto. Es muy poco, tenemos que crecer y hay que hacerlo a través de mecenazgo. Y en eso estamos trabajando ahora: en convencer a nuestro entorno de que tiene que invertir en la Universidad, que tiene que creer y confiar en nosotros. En un segundo mandato nuestra idea es abrir una oficina de mecenazgo y de captación de fondos privados.

–Pero esa oficina estaba prevista para este año.

–No hemos podido hacerlo, no nos da tiempo a todo.

–¿Cómo puede contribuir a ese fin el Consejo Social, que abre ahora una nueva etapa?

–Estamos muy ilusionados. Agradecemos mucho el trabajo del Consejo saliente, pero el nuevo nos produce buenas vibraciones. Estoy muy contento con el nombramiento de Ángeles Santianes. Creo que es una mujer valiosísima, una gran conocedora del mundo empresarial que nos va a ayudar a generar esos espacios en los que Universidad y empresa nos encontramos y para que el sector privado pueda confiar e invertir en nosotros.

–¿Por qué está costando tanto llevar a cabo la transformación digital de la Universidad?

–Porque nuestra institución es muy grande y muy compleja. Es muy costoso desde el punto de vista del cambio de mentalidad. Además, la Universidad es tremendamente compleja, hace muchas cosas, involucra a mucha gente, y, por tanto, la transformación digital no es cambiar solo una cosa. Necesita tiempo, y en esa tarea estamos.

–¿La factura electrónica ya es una realidad?

–Sí, empieza ya. Tenemos también previsto digitalizar las comisiones de servicio, y eso probablemente se ponga en marcha después de Semana Santa.

–¿Cuánto ahorrará en tiempo un investigador con la factura electrónica?

–Le llegará el aviso de que hay una factura electrónica con cargo a su proyecto y tendrá que validarla y que autorizar su pago. Hablamos de minutos en comparación a ahora, que son horas. Antes había que traer la factura en papel, digitalizarla, presentar un informe... Todo eso se reduce a un pantallazo en el que se unifican varias fases del proceso.

–Los científicos se quejan de que cada vez hay más burocracia, y, de hecho, el servicio de Investigación sufrió un colapso hace unos meses.

–Hay que distinguir entre la burocracia impuesta y la que nosotros generamos. El Ministerio, Europa y la Administración autonómica exigen cada vez más papeleo para justificar el gasto con cargo a proyectos. Sobre eso nosotros poco podemos hacer más que apoyar a nuestros científicos. En este punto conviene recordar, no obstante, que somos administración pública y que gastamos dinero público; por tanto, tenemos que ser muy exigentes en el cumplimiento. ¿Dónde podemos actuar? En el papeleo que depende de nosotros: la factura electrónica, las comisiones de servicio, el plan propio de ciencia... Ahí es donde tenemos que aplicar mucho esfuerzo y no ser una carga para los investigadores.

–¿A través de la CRUE no podrían hacer presión para que esa burocracia disminuya?

–Sí, y lo hacemos. Pero yo creo que hemos perdido cierto peso político. A la CRUE se le escucha, pero se nos hace poquito caso.

–La Universidad perdió a finales de año a su investigador más destacado: Carlos López-Otín. ¿Su salida tendrá efectos negativos en los rankings?

–Seguro. Nos entristece mucho su marcha. No solo es uno de los grandes investigadores de la Universidad de Oviedo, sino que además es una persona excelente. Pero yo creo que no le perdemos: nos ha dejado todo su legado, con grupos de primer nivel internacional. El CEO de Siris Academic ya nos advirtió que en nuestra Universidad pasaba una cosa paradójica: todos esos investigadores seniors que nos colocaban arriba en los rankings y que tenían muchas citas se han jubilado, y detrás vienen investigadores jóvenes con el mismo nivel o superior, pero que todavía no llegan a ese volumen de citas. Así que pasaremos cuatro o cinco años muy duros. Sin embargo, lo que nos pronostican para luego los expertos es que la Universidad se coloque arriba en los rankings.

–Le han acusado de no haber hecho todo lo suficiente para retener a Otín.

–La institución ha hecho todo lo que podía y debía e incluso más. Pero es cierto que nosotros llegamos cinco años tarde. Tenemos que ser muy respetuosos con la decisión de Carlos. No obstante, a nivel personal, me atormenta pensar que podría haber hecho más.

–La vicerrectora de Investigación se muestra preocupada por la falta jóvenes que quieren iniciar la carrera investigadora. ¿Eso puede comprometer la ciencia asturiana?

–Sí, por eso estamos afanándonos en mejorar esta situación. En los últimos tres años, hemos conseguido que el tramo joven de incorporación se haya incrementado y represente en torno a un 16% del total del personal de la Universidad. Cosa que no está nada mal, aunque habría que llegar al 20% para garantizar el flujo y la continuidad de los grupos de investigación. Entre Severos Ochoa, FPU y nuestros contratos predoctorales, tenemos ahora más de cien investigadores en formación sobre 2.100 científicos totales. También tenemos más de 200 ayudantes doctores.

–Pero, por lo que parece, ese relevo siempre va a suponer un esfuerzo extra.

–Sí, lo que está claro es que tenemos que seguir aplicando mucho esfuerzo en garantizar el relevo. No se produce de forma natural.

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