José García Vázquez: "Ahora los adolescentes tienen relaciones con mayor igualdad y bienestar"

El coordinador del programa de educación afectivo-sexual "Ni ogros ni princesas", cuya excelencia acaba de reconocer la Unesco, explica cómo se ha ido actualizando para dar respuesta a cambios como la eclosión de las redes o del porno

Una de las imágenes que ilustran los contenidos del programa de educación afectivo-sexual "Ni ogros ni princesas".

Una de las imágenes que ilustran los contenidos del programa de educación afectivo-sexual "Ni ogros ni princesas". / LNE

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

En el curso 2008-2009 se puso en marcha en Asturias, como proyecto piloto y en 12 centros educativos, el programa de educación afectivo-sexual «Ni ogros ni princesas». Las consejerías de Salud y de Educación se hicieron eco del trabajo de un grupo de profesores del IES Padre Feijoo, de Gijón, que habían empezado a impartir por su cuenta a sus alumnos ese tipo de contenidos y les encomendó que los sistematizaran y elaboraran una guía, para ofrecérselos a otros centros de Secundaria.

José García Vázquez, enfermero y coordinador del programa desde sus inicios, afirma que el tiempo ha engrandecido esos «ogros y princesas» y lo ha confirmado como «una iniciativa útil, novedosa y satisfactoria». Esta misma semana la Cátedra Salud y Educación Global de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha reconocido a «Ni ogros ni princesas» como buena práctica, dentro de una selección de 20 proyectos de varios países, «por la colaboración eficaz entre personal docente y sanitario en educación para la salud».

El programa de educación sexual y afectiva del Principado para los estudiantes de Secundaria es hoy una «multiherramienta», con formación para los profesores, las familias y los adolescentes, y con diversos materiales disponibles en su página web, a los que recurren profesionales de otras comunidades y provincias, como Cantabria, Valladolid, Zamora, incluso de otros países, como Colombia. El Principado es ahora una referencia nacional en la materia, como en los orígenes de «Ni ogros ni princesas» lo fueron para la región las iniciativas que se estaban llevando ya a cabo en Valencia y Baleares.

La sociedad ha cambiado, pero en algunos círculos perviven las reticencias con las que se miran este tipo de proyectos. Por mucho que realidades como la ocurrida esta misma semana en Asturias, con una adolescente de 15 años dando a luz en los baños de la estación de Renfe de Pola de Siero –en un embarazo desconocido por su familia y por lo tanto sin el seguimiento médico aconsejable– hablen a las claras de que la formación nunca es suficiente. «Hay gente que tiene miedo a la educación sexual pensando que va a generar más prácticas entre los adolescentes, y de más riesgo, cuando la evidencia científica dice lo contrario: retrasa el inicio de las prácticas sexuales y reduce los embarazos no deseados y las enfermedades de transmisión sexual», afirma José García Vázquez.

Más de 15 años después de los inicios del programa, la sensibilidad y la percepción social de las relaciones afectivas y sexuales han evolucionado. «Los temas no se abordan desde el mismo punto de partida que entonces», indica el coordinador de «Ni ogros...». Pese a que perviven, e incluso hay quien sostiene que se intensifican, las actitudes machistas entre los más jóvenes, García Vázquez percibe «una evolución hacia relaciones de mayor igualdad y bienestar hoy en día». «Los adolescentes son un reflejo de lo que pasa en la sociedad, se pone el foco en ellos y no en la sociedad. Vas a un aula y te encuentras conductas machistas que no esperabas y vas a otra y te encuentras que los alumnos tienen totalmente asimilada la igualdad y la diversidad», comenta.

El programa se resintió con la pandemia, por la imposibilidad de trabajar en grupo. Las relaciones afectivas se hicieron más complicadas durante aquella época y eso afectó a los adolescentes, en un momento trascendental de su desarrollo, pero José García Vázquez ha observado que «con el paso de los años se sienten mejor», y tiene la convicción de que «Ni ogros ni princesas» ha ayudado a ello.

«El programa incorpora el bienestar emocional y el profesorado vio en él una fuente para trabajarlo tras pandemia: se aprende a manejar los afectos, a gestionar las emociones, a comunicarse, hábitos sociales, a afrontar la presión del grupo, igualdad, diversidad, a controlar la identidad digital... Son contenidos necesarios para la vida diaria. El placer es una parte pequeña en algo muy amplio que es la educación sexual integral», indica, y añade que «la educación sexual es un derecho, aunque tal y como está configurada la sociedad no se pueda ejercer de forma universal».

En la base del programa está procurar a los adolescentes recursos afectivos, para afrontar las relaciones con otras personas, de amistad y de pareja, para adquirir habilidades sociales y saber comunicarse con eficacia; también trata de ayudarles a entender los cambios que se producen en su cuerpo en esa etapa –«es importante hablar de los cambios antes de que sucedan», advierte José García Vázquez– y educarlos en la diversidad de bellezas y cuerpos. Y, por supuesto, promover entre ellos la igualdad y el respeto.

Este curso «Ni ogros ni princesas» ha registrado un récord de participación y ha llegado a 61 centros educativos –el 64% de la red pública–, 16.000 estudiantes, 800 docentes y un centenar de enfermeras, además de varios mediadores de Xega y del Conseyu de la Mocedá del Principáu.

«No solo es el trabajo en el aula, esa es solo la base; el programa incluye actividades formativas para profesores y familias, y año a año se somete a evaluación y se recogen propuestas nuevas», explica su coordinador. De ese modo se actualiza y se atiende mejor a las necesidades de todos sus beneficiarios.

Una de las primeras sugerencias que fueron recogidas, recuerda José García Vázquez, fue la de incluir materiales audiovisuales. Actualmente, hay disponibles en la web de «Ni ogros ni princesas» vídeos de autoformación para los docentes, en una serie de diez episodios en la que expertos en diversas materias aclaran conceptos básicos. En 2011 se incorporó formación sobre redes e identidades digitales y en 2018 nuevos materiales para dar respuesta a la eclosión de las redes sociales y la pornografía.

Esa continua puesta al día del programa contribuye a explicar el éxito de «Ni ogros ni princesas» y su vigencia. Hay más razones: «Una de las claves del progreso es la colaboración del profesorado y del alumnado. Estamos hablando de 800 docentes que voluntariamente participan, se implican con un compromiso muy fuerte, y lo mismo el personal de enfermería, que pone gran esfuerzo en formarse». A eso suma el interés del alumnado. «Es gente que ha percibido una necesidad, se han juntado y se han comprometido», sostiene.

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