Lo que 175.000 asturianos alérgicos ya notan: el polen ha llegado y se quedará un largo tiempo

El cambio climático está aumentando las alergias respiratorias, pero los expertos advierten: "Una cosa es dar positivo y otra desarrollar los síntomas"

El polen ha llegado y se quedará un largo tiempo en Asturias.

El polen ha llegado y se quedará un largo tiempo en Asturias. / LNE

Pablo Álvarez

Pablo Álvarez

La temporada alta del polen ya está aquí, y el cuerpo de unos 175.000 asturianos –aproximadamente el 17,5 por ciento de la población regional– lo sabe. Hay dos noticias: una buena y otra mala. La buena es que los alérgicos al polen que residen en la cornisa cantábrica se enfrentan a una primavera leve en cuanto a la intensidad de su rinitis y su conjuntivitis. La mala noticia es que el polen va a mantenerse más tiempo en el ambiente, lo que puede provocar que los efectos de la alergia sean más persistentes.

"Con los primeros síntomas conviene empezar a tomar la medicación", explica Dolores Quiñones, jefa de la sección de Alergología del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). "Los días de lluvia se puede prescindir de ella porque la lluvia detiene la polinización", puntualiza.

Como consejos prácticos, la experta señala que, en días de viento, son muy útiles las gafas de sol. Y añade que en ocasiones puede ser de ayuda la mascarilla, "que benefició mucho a los alérgicos durante la pandemia de covid". Cuando se viaja en coche, la mejor fórmula consiste en "ir con las ventanillas cerradas", precisa Dolores Quiñones.

Históricamente, en Asturias siempre ha habido una alta incidencia de alergia a los ácaros, por la humedad. "En los últimos tiempos está aumentando la alergia al polen debido al cambio climático. El tiempo de exposición es más prolongado y aumentan los alérgicos", indica la especialista del HUCA. Sin embargo, conviene tener muy presente una premisa: "Una cosa es dar positivo en las pruebas de alergia, o sea, la predisposición a la enfermedad, y otra distinta es desarrollar los síntomas". Dicho de otra manera: cada vez hay más gente con sensibilidad, pero eso no significa automáticamente que una persona sea alérgica.

Las alergias prosiguen su marcha triunfal desde el punto de vista epidemiológico. Según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), se prevé que más de un tercio de la población mundial pueda presentar alergia respiratoria en unas décadas. Los pólenes constituyen una de las causas de sensibilización más relevantes. En la franja cantábrica, los pólenes más frecuentes son los de gramíneas y abedul.

En el primer trimestre del año se ha observado un comportamiento atípico de la polinización de las plantas cupresáceas, características de esta época. Las inusuales altas temperaturas vividas a finales de enero y en febrero han provocado un adelanto en los picos de polinización. Sin embargo, para poder determinar la intensidad de la primavera de este año en las diferentes zonas geográficas, el Comité de Aerobiología Clínica de la SEAIC ha utilizado los datos de temperatura, precipitaciones y humedad suministrados por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), junto con los datos históricos de pólenes de gramíneas de las diferentes estaciones.

Las previsiones resultantes tras el análisis de los datos indican que los índices de polen en el norte serán bajos. "Se prevé una primavera leve, oscilando entre los 1.500 granos/m3 de La Coruña y Logroño y los 2.000 granos/m3 de Lugo, Pontevedra, Orense, Santander, Bilbao, San Sebastián, Pamplona, Oviedo y Vitoria", explica el doctor Juan José Zapata, presidente del Comité de Aerobiología Clínica de la SEAIC.

En resumen, este año se prevé que, con motivo de las temperaturas tan altas que se han registrado al inicio del año y la gran cantidad de precipitaciones que ha habido en el mes de febrero y marzo el polen se mantenga más tiempo en el ambiente, lo que puede provocar que los síntomas de la alergia sean más persistentes.

Entre tanto, el cambio climático afecta en el momento, la dispersión, la cantidad y la calidad de los alérgenos, así como en la distribución y en la gravedad de las enfermedades alérgicas. El aumento de las temperaturas y la falta de precipitaciones se han posicionado como factores determinantes en el momento y la forma de polinización de las plantas, influyendo así en la sintomatología de los pacientes alérgicos. "En consecuencia, aumenta la incidencia de las enfermedades respiratorias como el asma, la rinitis alérgica y la conjuntivitis. Además, cambia la distribución y la cantidad de polen en las áreas urbanas, así como los periodos y la duración de las temporadas con mayores niveles de polen", señala la profesora Carmen Andreu, secretaria de la SEAIC.

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