Entrevista | Ángela Santianes Presidenta del Consejo Social de la Universidad de Oviedo

"Podemos conseguir que la Universidad asturiana sea más atractiva si la coordinamos mejor con las empresas"

"Uno de los grandes problemas de la institución es la rigidez y el exceso de burocracia: o actualizamos los estudios o seremos insignificantes"

"Quiero estar al margen de las elecciones al Rectorado"

Ángela Santianes, en la sede de Du Pont en Tamón (Carreño).

Ángela Santianes, en la sede de Du Pont en Tamón (Carreño). / Luisma Murias

Ángela Santianes (1964, Langreo) se convirtió a principios de año en la presidenta del Consejo Social de la Universidad de Oviedo, que es el órgano que representa a la sociedad en la institución académica. Compagina el cargo con su trabajo como primera ejecutiva de la multinacional Du Pont para España y Portugal. Santianes recibe a LA NUEVA ESPAÑA en su despacho de Tamón (Carreño) para la primera entrevista que concede en su nueva etapa al frente del referido foro universitario. Se produce a solo doce días de las elecciones al Rectorado entre Ignacio Villaverde y Juan Manuel Cuelva Lovelle.

–Cuente la primera llamada que recibió para ser presidenta del Consejo Social.

–Me lo dijeron desde el Gobierno regional. Fue el consejero de Ciencia, que es Borja (Sánchez). Estaba en una reunión con él por otro tema y me planteó si me interesaría el puesto. La verdad es que no sabía muy bien que conllevaba. Me comentó que sabría que tendría limitaciones por mi trabajo, pero que le interesaba que estuviese alguien del mundo de la empresa liderando el Consejo, y que todo lo que pudiese hacer sería bienvenido. En base a esa flexibilidad laboral le dije que vale, que lo intentaríamos.

–¿Dudó?

–En el momento que me garantizaron flexibilidad para poder gestionarme, no.

–Lleva pocas semanas, ¿qué se encontró?

–Me dio tiempo a convocar un primer consejo; ahora hay que esperar a que tengamos nuevo equipo rectoral para convocar el siguiente. Fue simpático. Lo que me encontré es algo que nos pasa en la Administración, que no es novedad, y que pasa también en la Universidad: hay una burocracia excesiva. Creo que se puede aprovechar nuestra experiencia en la empresa privada, donde todo está más optimizado. Nosotros podemos ayudar a agilizar procesos.

–¿Por qué se dice que hay un alejamiento entre la Universidad y el empresariado?

–Hasta ahora no era un problema, porque si algo ha demostrado la Universidad es que forma buenos profesionales. Un ejemplo lo tenemos aquí, en Du Pont. La labor que hace la Universidad es buena. ¿Qué está pasando? Que estamos en un periodo de cambio brutal y las profesiones lo notan. Tenemos que pensar en cómo educamos ahora, porque la forma actual no nos servirá.

–Explíquese.

–Uno de los grandes problemas que tenemos en la Universidad es la rigidez, lo que tardamos en cambiar las cosas. Ahora necesitamos personas que sean buenas en ciertas materias, pero dentro de cuatro años esas materias cambiarán y las personas seguirán. Nos cuesta hacer incluso hacer un cambio en un plan de estudios: es una barbaridad. Y si no lo actualizamos nos quedaremos insignificantes. Los problemas son cada vez más complejos, los profesionales se relacionan y necesitan saber cosas nuevas, como asuntos digitales. Hay un cambio de paradigma de cómo se enseña lo que se enseña. Para eso, necesitamos la colaboración empresa-universidad desde ya. La enseñanza tiene que ser útil.

–¿Qué se puede hacer a corto plazo?

–Muchas cosas. Lo primero es tener un foro para hablar, porque cada empresa tiene su ramo y sus necesidades. Hay que crear ecosistemas de comunicación para juntar las necesidades en común. Tengo algo pensado, pero esto es muy individual.

–Se insiste en la necesidad de que el Consejo Social debe captar más fondos privados para la Universidad.

–La financiación está relacionada con la transferencia de conocimiento. En la Universidad te preguntan la materia y tú la repites, pero ahora está todo en un móvil, por lo tanto no marcamos la diferencia. Es una dimensión distinta: donde busco la información, qué hago con ella, cómo la comparto…Estamos en el puesto número undécimo en publicaciones científicas, lo que quiere decir que hay una buena labor de investigación, pero a la hora de transferir los resultados nos vamos al puesto trigésimo quinto. El incentivo es publicar, no transferir, pero para una sociedad es muy importante transferir el conocimiento, no dejarlo en un cajón. La Universidad tiene que entender qué es lo que nosotros, las empresas, necesitamos. Eso abre vías de interés. Después, si a mí me interesa lo que investigan, puedo financiar. La mayor parte de la financiación de las universidades americanas viene vía empresas, no vía Estado.

–¿Cómo cree que la sociedad percibe el Consejo?

–Como un elemento institucional y parte de la burocracia. No sé si se le ve utilidad más allá de la parte de control que hay que hacer. Creo que se puede optimizar todo para ser más ágiles y efectivos. Luego está toda la parte de digitalización y visión estratégica. ¿Hacia donde se tiene que dirigir?, ¿qué queremos de la Universidad? Ese debate no solo puede tenerlo la institución, sino que también debe participar la sociedad, representada por el Consejo Social.

–¿Quiere que en su etapa el órgano tenga más peso que el actual?

–Quiero que sea útil.

–¿Ahora lo es?

–No lo sé, porque no estaba involucrada más allá de estar en el Consejo Asesor, del que formaba parte. No participaba en el Consejo Social y no sé cómo de útil era. Me llegaba información, pero no puedo juzgarlo porque no estaba ahí. Cuando intento trabajar en algo, trato de que sea para algo y que tenga sentido. Cuando trabajas en una empresa sabes cómo se hacen cosas que quizá en la Universidad se hacen de otra manera. Intercambiar opiniones es positivo, seguro que podemos avanzar.

–La Universidad sufre una pérdida gradual de alumnos, ¿tiene solución?

–Si no hacemos nada, perderemos alumnos, porque la población local es menor y no parece que se vaya a recuperar. Hay un concepto de movilidad que no había antes. Nos está pasando lo que sucede en Estados Unidos, donde nadie estudia en su zona. Queremos vivir experiencias e independencia. No ya porque no nos guste nuestro lugar, como Asturias, sino porque queremos conocer mundo. Eso se va a dar más. Queremos propiciar que la gente quiera venir a Oviedo. Lo mismo que los de aquí se van a Madrid, los de Madrid querrán hacer el viaje inverso. Para eso tenemos que ser atractivos, comunicar y atraer; eso es algo que no estaba en nuestro ADN.

–¿Cómo se hace?

–Teniendo una estrategia. Y no puedes ser fuerte en todo; tenemos que saber donde está la fuerza: industria, ingeniería, medicina...¿Dónde escogemos? Hay que tener claro qué hacemos diferente y que eso se conozca fuera. También podemos ir a los centros de Secundaria para llegar a los alumnos y explicar que Asturias es una opción para vivir.

–¿Tenemos un relato muy pesimista?

–Sí, y es totalmente equivocado. No lo comparto. Vivir en Asturias es un privilegio y no sabemos la suerte que tenemos. Tenemos todo: clima, forma de vida, costa…Tenemos un montón de ventajas. En Du Pont hay gente de 30 nacionalidades y nadie se quiere ir.

"¿El gran problema de Asturias? Que vamos a remolque"

Ángela Santianes reflexiona sobre el rumbo de Asturias y lo relaciona con la clave empresarial. "Hay un problema de mentalidad. Hemos tenido muchas empresas públicas y era fácil trabajar, tener un salario y no complicarse la vida. En Estados Unidos, el 75 por ciento de los jóvenes quieren ser empresarios. Nosotros queremos ser funcionarios. Estamos perdiendo la capacidad creativa y vamos a remolque", opina. "No nos complicamos la vida, y cuando montamos una empresa, en muchas ocasiones tampoco queremos verla crecer, porque son más complicaciones. Ese es el gran problema que tenemos en España y en Asturias. Tenemos que tratar de que la gente se arriesgue a intentar a hacer cosas nuevas", remarca.

–Mucha gente también quiere volver.

–Claro. Lo noté yo misma. Quería saber qué pasaba fuera y empujo a mis hijos a salir, pero Asturias me gusta. Y cuando estoy alrededor, me gusta más. Volver era siempre mi pensamiento, y ahora que estoy aquí ya digo que me quiero quedar.

–Imagine que tiene un hijo que se quiere ir a estudiar a Madrid pudiendo hacerlo en Asturias...

–Me parece normal. De hecho, mis hijos (tiene dos) estudian fuera. Si yo hubiese podido, lo hubiese hecho, pero mis padres no se lo podían permitir. Ahora vivimos mejor, y para los chavales es fantástico.

–Una de las peticiones recurrentes en ámbitos académicos es la creación de grados atractivos.

–Si ofreces un grado que se imparte de la misma manera que siempre, no va a ser atractivo. Lo importante es aprovechar lo que tenemos, que alguien que quiera estudiar, por ejemplo, una ingeniería sepa lo que podemos ofrecer y que aquí tenemos empresas importantes. También es muy relevante cómo enseñas: hacer prácticas en la industria, poder acceder al mercado... Si hacemos las cosas coordinadas con las empresas podemos hacer que esto sea atractivo.

–La competencia crece también con las Universidades privadas.

–La colaboración con la empresa tiene que ser efectiva desde el principio. En alguna universidad de Madrid el Chat GPT está prohibido. No les dejan usarlo. En vez de decir: "Queremos que los chavales sepan usar la inteligencia artificial". A los estudiantes hay que pedirles cosas distintas y que sepan colaborar con alumnos de otras áreas, también usando la inteligencia artificial, porque la vamos a usar en la empresa. Antes, un profesor no tenía porque reeducarse, pero ahora quizá sí, como ya hacemos las empresas.

–¿Cómo ve el equilibrio entre escoger una carrera por vocación y elegirla por la salida laboral?

–Creo que la mayoría de la gente no estudia por vocación. Al final, tienes que pensar a qué te vas a dedicar, qué hay fuera y qué formación y flexibilidad necesitas. Hay estudios que dan más o menos. Hoy en día, un trabajo es de una manera y dentro de diez años cambia o no existe, y la formación tiene que seguir sirviendo. Yo nunca apostaría porque una persona se dedique a algo que aborrece, eso nunca, pero hay muchos ingredientes. Hay que tener información para ver las opciones más interesantes.

"Soy una persona sin estrés, me niego a tenerlo"

Ángela Santianes es sonriente, habla rápido y es directa. Su rutina es germánica. Se levanta exactamente a las 6.46 de la mañana. "Hago ejercicio, desayuno muy bien y leo las noticias", explica. Vive en Oviedo y el "90 por ciento" del tiempo lo pasa en Asturias, aunque también tiene que viajar. Tiene una fórmula vital. "Es muy importante tener un balance entre tres partes: el tiempo que me dedico a mí, el tiempo para estar con mi familia y amigos y el tiempo de estar en mi trabajo. Cada uno tiene que ser un tercio, porque eso da equilibrio emocional y salud mental", indica. En su opinión, uno de los grandes problemas de la sociedad actual es el estrés. "Ahora nos dedicamos a muchos temas, pero puede generar estrés. Hay que aceptar que hay cosas que no podemos hacer, que se van a quedar en el camino, la clave es priorizar y pararse a pensar. Hay que vivir sabiendo que nada va a quedar perfecto, no se puede ser bueno en todo. Yo soy una persona sin estrés, me niego a tenerlo".

–¿El exceso de burocracia es un problema central en la Universidad?

–Es un problema que tenemos en la Administración en general. Para estar seguros de que nada se hace incorrecto se pone control sobre control, sobre control.... Y eso no es eficiente, no se puede manejar y se escapa lo importante. En todo trabajo hay que basarse en la confianza de que las personas van a hacer lo correcto, separando roles, para que no se haga lo incorrecto. No hay porque controlar todas la cosas pequeñas, sino tener margen de gestión y hacer auditorías. No hay que controlarlo todo, es mejor separar responsabilidades y poner chequeos.

–En Asturias hay más estudiantes de Formación Profesional que universitarios, ¿qué le parece?

–Normal, debe ser así. No tiene sentido lo contrario. Siempre hay más trabajos en la base que en la dirección. Es normal. Yo viví en Suiza y allí no permiten que vaya a la Universidad más del doce por ciento de la población, lo que me parece terrible. Van filtrando desde Secundaria, cuando los alumnos tienen doce años. Si no tienes un nivel determinado de notas ya van pasando a la Formación Profesional. No creo que sea un buen sistema, porque muchos chavales a los doce años no están centrados y pueden ser muy capaces, son niños. Se mata gente superválida.

–¿Cómo vivió el adelanto electoral en la Universidad?

–Se anunció el día anterior de mi toma de posesión como presidenta del Consejo Social. El Rector me llamó el día antes para advertirme que iba a salir en la prensa. No me preocupa mucho y creo que es bueno. Tendremos la siguiente reunión del Consejo con quienes hayan salido elegidos y podremos trabajar con el mismo equipo durante todo el mandato.

–Hay dos candidatos, ¿cómo lo ve?

–Hablé con el rector actual; con el otro candidato no, no lo conozco. Y no lo conoceré hasta que acabe pasando todo, porque quiero estar al margen, es algo que debe decidir la Universidad.

–¿Cómo valora la etapa de Villaverde?

–La verdad es que no tengo criterio para poder valorarla, porque no era un tema en el que yo estuviese centrada. Conozco a Villaverde y me parece una persona estupenda, pero no puedo valorar, porque no estaba metida al detalle. Es bueno acercar la Universidad a la empresa y que le diésemos ideas me pareció interesante. Más allá de eso no puedo decir nada.

–Su gestión estuvo marcada por la polémica del traslado de Minas de Oviedo a Mieres. ¿Está zanjada?

–Creo que sí, ya han hecho el cambio. No estoy en los entresijos, pero doy el tema por zanjado.

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