Entrevista | Adolfo Menéndez Abogado del Estado para el Tribunal de Cuentas

"Si no hay división de poderes, tendremos riesgo de entrar en una tiranía"

"¿Jueces progresistas o conservadores? Eso no existe; la utilización del argumento del ‘lawfare’ es un peligro para la democracia"

Adolfo Menéndez.

Adolfo Menéndez. / LNE

Adolfo Menéndez (Gijón, 1985), abogado del Estado ante el Tribunal de Cuentas, secretario general de la Fundación Princesa de Asturias y jurista de reconocido prestigio, ha publicado recientemente "El significado y la importancia del Estado de Derecho", un ensayo escrito por varios autores y codirigido por el propio Menéndez. El gijonés responde sobre el momento actual de la Justicia.

–¿Por qué ocupa tanto la actualidad la Justicia?

–La justicia y el Estado de Derecho son siempre temas de debate. En este momento lo son y en parte esa es la razón de nuestro libro: se están empezando a ver amenazas a la independencia judicial que obligan a reflexionar. Estamos en un cambio de época. La diferencia entre el principio del siglo XX y el XXI está en la construcción del Estado de Derecho, tanto a nivel nacional como internacional. Ahora tenemos herramientas que no teníamos, como nuestra Constitución, que nos garantiza la defensa, y desde el punto de vista internacional tenemos herramientas como la UE.

–Últimamente fluyen varias definiciones del Estado de derecho, ¿qué es?

–Consiste lisa y llanamente en que la ley hay que cumplirla y que la aprobamos entre todos. Una vez aprobada, todos tenemos que cumplirla. No hay opción. El derecho ofrece la posibilidad de lograr la paz y de resolver los conflictos de forma desapasionada. Si alguien dice que no va a cumplir la ley, puede pensar que se libera él mismo, pero no es así. Si nos liberamos todos del derecho la única vía que queda es de la fuerza bruta. Pero para que haya derechos no basta con hacer declaraciones, tiene que haber instituciones que los proteja. En España está nuestra Constitución, que es magnifica, sin perjuicio que el derecho evoluciona y tiene que ir adaptándose.

–¿Está en riesgo el Estado de Derecho?

–Hay algo de exageración y algo de verdad. A lo largo de la historia el Estado de Derecho ha estado siempre en riesgo. Su función es controlar al poder y el poder se escaquea. Eso siempre ha sido así, desde Roma. Hoy estamos en un cambio de época y se generan vacíos intelectuales que permiten que algunos oportunistas tiren por la calle del medio. Hay señales claras de amenazas y se pueden citar varias. La idea de este libro surgió cuando vimos lo que sucedió en el Capitolio. En la primera democracia del mundo se produjo una situación esperpéntica, por lo menos para los españoles de nuestra generación. Cuando apareció aquel tipo que parecía un personaje de los Picapiedra, organizando ese follón... Reflexionamos y eso nos hace decir que, como juristas, por aquí no. Lo que nos estamos jugando es la libertad y esto es un debate que no es solo español. Los juristas siempre nos ponemos del lado de la libertad y advertimos de que si no hay división de poderes hay riesgo de una tiranía. Coincidimos todos: mire, no me pida un imposible, porque esto no puede ser. Y no me denigre sistemáticamente el sistema.

–¿Existe el "lawfare"? ¿Lo ha visto alguna vez?

–Eso es más viejo que el hilo negro. Entre los abogados se llama empapelar a alguien, que es poner querellas para enredar. Se utiliza la palabra inglesa, que no tiene mucho sentido. Pero ese "empapelamiento", que era entre particulares y empresas, se ha elevado al rango institucional. Sucede que desde el Parlamento u otras instancias se denigra a los jueces diciendo que están prevaricando. Y eso no es solo que no es verdad, es que es injusto, perjudicial y deslegitima a la justicia. Lo recordamos en el libro: no hay libertad si no hay separación de poderes, esto es así desde el siglo XVIII.

–¿A qué se refiere cuando habla de querellas para enredar?

–Hay que distinguir dos cosas: que se presenten querellas y demandas no es peligroso, porque son los jueces son los que dicen la última palabra. Donde viene el peligro para la democracia es en la utilización de ese argumento para deslegitimar a los jueces, que deciden en base a la norma. Si alguien quiere cambiarla, que lo haga en el Parlamento. La democracia en España ha tenido dos ataques furibundos desde fuera: los asesinatos de ETA y el 23 -F. La novedad peligrosa en este sentido, no solo en España, es que desde dentro de las instituciones se trata de reinterpretarlas para llevarlas a no sabemos dónde. Si se quiebran las instituciones, acabaremos en una tiranía. Si se quitan los contrapoderes al sistema jurídico, tendríamos un problema.

–El presidente del Gobierno dijo que lo había sufrido recientemente, ¿qué le parece esa afirmación?

–No es "lawfare" en absoluto. El sistema funciona, como demuestra esa circunstancia. Yo presento un escrito y el sistema lo tramita. Podemos discutir si puede ser otro, si es más rápido, pero no se puede discutir: la decisión es del juez. No podemos aceptar que se prejuzgue lo que decida un tribunal o que, una vez decidido, alguien diga: "Respeto a los jueces", pero luego suelta un disparate. Nos encontramos en un momento en el que no valen términos medios, hay que defender la democracia, pero desde un punto de vista constructivo.

–¿Por qué cree que no se renueva el Consejo General del Poder Judicial?

–No entramos en ese tema, es más político y no nos suscita interés intelectual para analizarlo. Quizá únicamente decir que ese debate no deja ver el imperio de la ley de verdad. Hay 5.000 jueces en este país que se levantan todos los días y lo hacen lo mejor que pueden. En la superficie quedan debates políticos, pero no son lo más importante, aunque lo parezca.

–Pero su bloqueo perjudica al sistema, ¿no?

–El Poder Judicial funciona como he dicho. Es necesaria una renovación del Consejo y todos serán responsables de su bloqueo en la parte que sea o que les toque. En la última reforma hubo un elemento perturbador: se impidió que el Consejo pueda hacer nombramientos. ¿Qué consecuencia tiene? Que varias salas del Supremo están desarmadas y no se sustituye a los profesionales que se jubilan. Hay muchos jueces con experiencia y carrera que quieren entrar en el Supremo y tienen todo el derecho. Es que no tiene sentido. Igual que lo del juez progresista o conservador: eso no existe. Si yo supiera qué va a decir el juez cuando tengo un pleito me podría hacer millonario.

–¿Uno de los problemas principales de la justicia es la injerencia política?

–Eso es de toda la vida. El jurista, y no digamos el administrativista, se pasa toda la vida confrontando con el poder político, por definición. La confrontación es automática, de siempre. Pero por primera vez se crea una "neolengua" que dice esas cosas: "Los jueces prevarican". Oiga, pues no es verdad. El Estado de Derecho funciona perfectamente. Se acabó con la esclavitud porque hubo juristas combativos. En la historia de España desde la Transición, que es la gran obra, está también la construcción del estado autonómico y un tercer momento, que es cuando salimos fuera de nuestras fronteras. Fuimos al mundo, que es cosmopolita, y empezaron a contar con España. Acabar con la dictadura fue un esfuerzo enorme que acabó con una magnífica democracia. Ahora, en algunas cosas que estamos escuchando, subyace como que se quiere volver a la dictadura.

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