Los Reyes, ante el reto de mostrar la utilidad de la Corona

Felipe VI y Letizia han logrado en 20 años asentar una imagen de ejemplaridad: su popularidad supera la de la institución

Los Reyes de España, en Madrid, con el Palacio Real al fondo.

Los Reyes de España, en Madrid, con el Palacio Real al fondo. / Casa del Rey

De puertas a dentro son un matrimonio como todos. De puertas a fuera, no. Son los Reyes de España. Pero lo público y lo privado van, en este caso, unidos, son inseparables. Felipe VI y Letizia cumplen este próximo miércoles 20 años de casados y han dado muestras de ser una pareja unida y que tiene asumido que de la solidez de su matrimonio depende ni más ni menos que la primera institución del Estado, la Corona de España.

Según los analistas, hasta ahora lo han hecho bien. Y la mejor prueba es el afianzamiento de la Princesa de Asturias, Leonor de Borbón, como heredera. Pero los Reyes tienen mucho camino por andar y la estabilidad de la monarquía en tiempos políticos convulsos exige no bajar la guardia. "Creo que el reto que tiene por delante la familia real es, más allá del de la ejemplaridad, que creo alcanzado, el de visibilizar la funcionalidad de la Corona. Una funcionalidad que puede superar las que la Constitución le otorga: pienso en la protección de los derechos de los más vulnerables o la defensa de principios y derechos constitucionales, como la libertad, la igualdad, etc", opina Jacobo Blanco, presidente del Colegio de Politólogos y Sociólogos de Asturias. "Y me atrevo a pensar, además que, a tenor de muchas de sus actuaciones en estos últimos años, los Reyes son perfectamente conscientes de ese desafío".

Maneja datos Blanco de la percepción social de la Corona, que en Asturias es similar al resto de España. Hasta 2012 todo lo relacionado con la Monarquía recibió una valoración en torno a 6 puntos sobre 10. "Es un aprobado alto, casi notable, en un contexto donde partidos, líderes y muchas instituciones llegan con dificultad al aprobado", señala. Pero luego llegó la desafección hacia las instituciones en general y la Monarquía en particular, con "errores" del hasta 2014 titular, Juan Carlos I. La valoración cayó a 4 puntos sobre 10.

Con Felipe V al frente de la institución mejoró la valoración popular "hasta ser la menos mal valorada de todas, con un aprobado raspado y notable polarización". La cuestión es que su figura supera en valoración a la de la Corona, lo mismo que ha pasado con la Princesa de Asturias. "Es uno de los grandes activos de la institución junto a doña Letizia, que está consiguiendo convertirse en una figura realmente valorada", apunta Blanco, quien opina que "en cierto modo" España ha pasado del "juancarlismo" al "borbón-ortizismo".

Una segunda reflexión para el sociólogo es que el "juancarlismo" fue resultado de la suma de la popularidad del monarca y de la funcionalidad de la Corona, que tanto durante la Transición como en el 23F o en el exterior supo labrarse la percepción de responder no sólo al rol de ‘motor del cambio’, sino también de las funciones de moderación y arbitraje que la Constitución le reserva". Pero ahora, advierte Blanco, la funcionalidad está algo más difusa, "no se percibe con claridad", con un poder ejecutivo preeminente y partidos abiertamente republicanos sin relación institucional con el Rey.

Celebrar 20 años de unión no es baladí en los tiempos que corren, con los divorcios al alza en España. Es indudable que la solidez del matrimonio real es clave en la estabilidad de la Corona. Tanto que en la Constitución no se prevé ni por asomo el divorcio de los monarcas. "Simplemente por dos razones: porque era impensable desde el punto de vista de quienes la redactaron que alguien como los reyes, con un ejercicio de responsabilidad tan alto, llegara a separarse", expone Javier Fernández Teruelo, decano de la Facultad de Derecho. Y hay otra razón obvia: "Cuando se aprobó en 1978 la Constitución no existía la figura del divorcio en España".

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