El dictamen del oráculo Javier Fernández: el expresidente asturiano reaparece para arropar a Javier Lambán

El expresidente de Aragón presenta su libro poco después de ser sancionado por el PSOE por no votar en el Senado la ley de amnistía

Javier Fernández arropa a Lambán.

Javier Fernández arropa a Lambán. / EFE

Francisco García

Francisco García

No se prodiga Javier Fernández, expresidente del Principado y anterior líder de los socialistas asturianos, en sonoras intervenciones públicas. Al cobijo de su retiro espiritual gijonés, Fernández gasta buena parte de su tiempo jugando al pádel o practicando el saludable ejercicio de la lectura. De vez en cuando, sin embargo, atiende a peticiones que considera ineludibles, como el pasado miércoles, cuando acudió a Madrid a presentar el nuevo libro de su buen amigo, correligionario y tocayo Javier Lambán, secretario general del PSOE de Aragón y expresidente de esa comunidad autónoma, al que el partido de ambos acaba de sancionar con una multa de 600 euros por no votar la ley de amnistía en el Senado.

A Javier Fernández hay que interpretarlo hoy día en calidad de oráculo, a sabiendas de que los derroteros del actual PSOE no se conducen por la senda de la socialdemocracia clásica. Su mundo ya no transita por ese reino, y aun así el asturiano hilvanó un notable discurso en la sede madrileña del Colegio de Arquitectos, en el que diseccionó la trayectoria de Lambán y los contenidos más destacables de "Una emoción política", el reciente libro del político aragonés. Nada puso en su boca que no fueran palabras dedicadas al autor, a quien calificó de "político íntegro, buen socialista y gran persona", pero su reflexión, muy aplaudida por un auditorio en el que se encontraban, entre otros, Felipe González, Alfonso Guerra y Emiliano García-Page, sonó a memoria del patrimonio sentimental de una época conclusa del socialismo hispano.

Así, cabe interpretar que lo que Javier Fernández piensa de lo que escribe Lambán en su libro sirve para explicar lo que él mismo piensa acerca de este momento convulso de la situación política del país. Del autor dijo –y podría haberlo dicho de sí mismo– que "siempre defiende al Estado y nunca se disculpa por ello. Quiere un Estado fuerte que defienda a los débiles y siente una profunda preocupación por la fragilidad sistémica que en ese Estado genera la acción política de los nacionalismos interiores". Tras vincular el ideario político del mandatario aragonés con el modelo "de su admirado Willy Brandt", señaló que "la máxima referencia histórica de una comunidad política cohesionada la representa el Estado del bienestar. De ahí su perplejidad cuando ve que para defender el Estado del bienestar se tejan alianzas con quienes tienen como objetivo último la fragmentación del Estado".

De Lambán dijo también que era "un federalista convencido, consciente de que el modelo actual es confuso, inestable y está permanentemente abierto, con riesgo cierto de vaciamiento del poder central". Y que propugna "una reforma de la Constitución justamente para reforzarlo y fortalecerlo, para así perfeccionarlo y cerrarlo". Y que el punto de partida de ese federalismo "se encuentra en la Declaración de Granada", aprobada por el PSOE en la etapa de Rubalcaba como secretario general. Se refirió también Fernández a la pasión del autor por la historia y la literatura, por retrotraerse a los discursos de la Segunda República sobre el encaje de Cataluña en España, "donde Ortega, con la conllevanza", explicó, "pudo estar más atinado que Azaña".

Tras recomendar la lectura de la versión de Lambán de lo que ocurrió en el comité federal del PSOE de octubre de 2016 en el que Pedro Sánchez dimitió como secretario general tras perder por 133 votos a 109 la votación para celebrar un congreso extraordinario, situación que dio paso a una gestora que presidió Javier Fernández, el exlíder de los socialistas asturianos llevó a cabo una interesante reflexión: "Conviene no confundir el partido con sus vicios. El poder siempre se ha disputado con dureza: siempre ha habido aprendices de brujo y expertos en emboscadas orgánicas. Los había en los momentos más dramáticos de España y el partido fue capaz, en la oposición, de tener un protagonismo fundamental para después llevar a la gente a sus casas, a las calles y a las aulas el sueño ilustrado de una España moderna".

Y añadió: "Hubo un tiempo que caminamos a hombros de gigantes, y lo que dice Lambán al partido es que no renuncie a ese patrimonio como tampoco a nuestra lectura crítica de la realidad y a nuestra tradición ideológica. Y dice más: que no miren hacia aquellos que solo esperan respuestas simples; que no admitan que se pueda ser nacionalista y de izquierdas. Que no elijan a sus líderes en primarias y que no eleven a virtud el monolitismo congresual porque la ausencia de disenso es mucho más importante que la falta de consenso".

Javier Lambán, que suele intercambiar lecturas con Fernández, agradeció las palabras del asturiano y recordó que cuando Alfredo Pérez Rubalcaba dimitió en 2014 "lo creía entonces y lo sigue creyendo diez años después, que Javier Fernández era el secretario general que necesitaba el PSOE en aquel momento". Los cumplidos sobrepasan en este caso los dictados de la cortesía: se trata de dos personajes que leen mucho y que leen muy bien. Y que cuidan las palabras, pues las palabras son "el mejor instrumento que tienen las ideas para poner el pie en la calle, en un tiempo en que muchos políticos, no todos, utilizan una logomaquia repleta de estereotipos y clichés", Javier Fernández dixit.

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