Entrevista | Marián González Rúa Profesora de Filología Inglesa de la Universidad de Oviedo, vuelve de una estancia en Harvard

"Los docentes debemos usar la inteligencia artificial de forma útil para los alumnos"

"Hay cierto escepticismo y miedo, algo lógico, pero cada vez veo a más compañeros interesados en ello, y me parece importante ir en esa línea"

Marian González Rúa, profesora de Filología.

Marian González Rúa, profesora de Filología. / Analía Pello

Marián González Rúa, doctora en Filología Inglesa, ha sido una de las primeras docentes de la Universidad de Oviedo en disfrutar de una estancia de tres meses en Harvard, gracias al convenio entre la institución académica asturiana y el Real Colegio Complutense. Allí, la profesora ha desarrollado su proyecto centrado en la utilización de la inteligencia artificial en la enseñanza de idiomas.

–Una vez de vuelta, ¿qué valoración hace de su experiencia?

–Ha sido algo impagable. Para cualquier profesor universitario, ir a conocer otra institución, ver cómo trabajan otros compañeros y relacionarse con otros alumnos, siempre es un activo importante. Me ha tocado toda la actividad de Harvard y me ha permitido no sólo estar en contacto con los alumnos, sino realizar seminarios, cursos y ver lo que se está haciendo en la enseñanza de idiomas con tecnología e inteligencia artificial. Es una oportunidad increíble y un hito muy importante que se haya conseguido este acuerdo liderado por Cristina Valdés.

–¿Qué le aportó a su proyecto la estancia en Harvard?

–Me aportó mucho más de lo que pensaba en un principio. Cuando me planteé ir, lo primero que necesitaba es una carta de invitación de un profesor. Les escribí a los que estaban en este campo, pero no tuve respuesta. Sin embargo, finalmente les he podido conocer, trabajar con ellos, ver qué están haciendo y aprender con ellos, que es de lo que se trata. Es algo tremendamente bueno para mí, pero también para la Universidad de Oviedo. Lo ideal es que alguno de ellos pueda colaborar con nosotros presencial o telemáticamente para transmitir ese conocimiento. No porque allí sean mejores, sino porque en algunos campos nos llevan un terreno por delante sobre el que podemos aprender. Voy a seguir manteniendo un contacto virtual y mi intención es volver de vez en cuando.

–¿Regresará a Harvard?

–Sí. No sé si tres meses, pero el paso más difícil ya lo he dado. Sería una pena no seguir con esos contactos. Quiero aprender y trabajar allí y aquí y que esos contactos me sirvan a mí y a la universidad.

–¿Qué aspectos de la docencia pueden mejorar las IA?

–Para enseñar, primero tenemos que aprender. El alumno tiene cada vez un mayor problema de motivación, que va ligado al aprendizaje. Existen muchos factores en ese terreno. Hay que personalizar el aprendizaje, tener recursos educativos atractivos. En ese terreno nos puede ayudar mucho la IA. Yo llego a esto a través del proyecto "Los retos de la IA para el Estado social y democrático de derecho", liderado por Miguel Presno, catedrático de Derecho Constitucional de esta Universidad. Es un proyecto multidisciplinar con profesores de varias áreas y universidades. Mi interés surge de ahí. Analizar el papel de la IA en la enseñanza de idiomas y su papel en la lengua en general. Es una herramienta que desarrolla los modelos de aprendizaje del lenguaje común. A través de ese proyecto, se crea el que está empezando el Centro de Estudios Sobre el Impacto Social de la IA, que tiene su base en Lugones y del que formo parte también.

–¿Qué papel juega la IA?

–Ayuda a personalizar el aprendizaje. Puede analizar el progreso y las necesidades individuales del estudiante, en ocasiones más rápidamente de lo que somos capaces los docentes en un aula con mucho alumnado. Ayuda a la corrección y retroalimentación. A la corrección que hace el profesor pero también a la que hace el alumno. Me doy cuenta de que a veces nos matamos a corregir a los alumnos, pero eso no sirve de nada. Los idiomas, como la vida, sólo los aprendemos a base de errores. El fallo que comete uno mismo, del que se es consciente y que se corrige, se recuerda más fácilmente que si te corrige otra persona. Es muy importante la IA corrigiendo errores como recurso educativo en la evaluación y seguimiento. Cada vez hay más asistentes virtuales. Creo que puede ser muy motivador para el alumno y para el docente.

–¿Cómo aplica el uso de la IA en sus docencias?

–Empecé el año pasado un poco sobre la marcha. Quiero incorporar varias herramientas en el día a día, no sólo para que la usen como alumnos sino como docentes. Sé que si pido una redacción sobre un tema los alumnos irán a ChatGPT. A veces pedía una redacción en clase y les mandaba que lo pasasen por la aplicación para que corrija los errores, que averigüen el por qué, formas de subsanarlo, por qué se ha cometido. Muchos errores son por similitud con nuestra lengua, por lo que la IA nos sirve para averiguarlo. Además, ChatGPT también comete errores, por lo que detectarlos es buenísimo. Eso también es positivo.

–¿Qué opinión tienen los docentes de la Universidad sobre la adopción de la IA?

–Somos conscientes de que es una herramienta que viene para quedarse, y que tenemos que incorporarla a nuestra vida profesional, porque en el ámbito personal está más presente de lo que somos conscientes. Es cierto que hay escepticismo y cierto miedo, algo que es muy lógico, pero cada vez veo más compañeros interesados en ello. En mi caso, que trabajo con estudiantes que se dedicarán a la enseñanza, me parece importante ir en esa línea.

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