TODOS LOS MESES 8M: MUJERES ROMPETECHOS | María Belén Pérez Primera mujer policía nacional que patrulló por las calles de Asturias en junio de 1985

"Menudas miradas cuando me quitaba la gorra de policía y veían los pendientes"

"Tuve una gran sensación de paz cuando me tocó escoltar, junto a un guardaespaldas como un castillo, a Juan Pablo II mientras rezaba en la capilla de San Salvador"

María Belén Pérez Primera mujer policía nacional que patrulló por las calles de Asturias en junio de 1985 "Menudas miradas cuando me quitaba la gorra de policía y veían los pendientes"

Amor Domínguez

LA NUEVA ESPAÑA publicará, cada día 8 de cada mes, vidas de mujeres pioneras

Con esta serie, titulada "Mujeres rompetechos", LA NUEVA ESPAÑA recupera hoy, como hará cada día 8 de cada mes, un modelo de reportajes que desde hace años han venido visibilizando de una forma especial a mujeres pioneras o con historias vitales inspiradoras para la comunidad.

Si hasta ahora esos reportajes se habían enmarcado siempre en torno a la celebración universal del 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, lo que se pretende al retomar esta sección es evidenciar que todos los días son idóneos para destacar y celebrar el papel fundamental de las mujeres en los más diversos sectores profesionales. Historias de quienes, consciente o inconscientemente, abrieron camino y marcaron la senda de igualdad por la que transitan ahora muchas otras. Porque tener referentes es otra forma de alentar a las generaciones más jóvenes y de continuar una luchar por la igualdad de género en todos los ámbitos que también necesitan el relato periodístico de lo que han venido haciendo muchas asturianas. Aunque no se las viera tanto.

La leonesa María Belén Pérez fue la primera mujer policía a la que se vio por Asturias patrullando por las calles. No se siente excepcional pero historias como la suya foman parte de esos hitos que jalonan la historia de una institución como la policial, que este año cumple 200 años al servicio de la ciudadanía. Un hito que convierte a María Belén Pérez en otra «rompetechos», otra de esas mujeres que abrieron caminos al resto. 

Cuando María Belén Pérez correteaba de niña por las calles del pequeño pueblo leonés del Riego del Monte, a nadie se le pasaba por la cabeza que años después podrían cruzársela por medio de Oviedo con una pistola en el cinto. Hoy, a sus 63 años, la que fuera la primera policía nacional uniformada de Asturias disfruta de la prejubilación en la capital del Principado, donde encontró el amor, echó raíces y dedicó 25 años de su vida a combatir el tráfico de estupefacientes y la violencia de género, además de participar en varios operativos históricos.

–¿Por qué decidió ser policía cuando ninguna mujer entonces lo era?

–Fue por casualidad. Un día de 1983 estaba de paseo por Gijón, concretamente en Begoña, y me encontré unos amigos. Fuimos a tomar algo y me comentaron que las mujeres podían ser policías. Yo tenía 21 años, había estudiado hasta el COU y probé sin suerte unas oposiciones de la administración de Justicia. Fui directa a una tienda de fotografía, me hice fotos y eché la instancia.

–¿Le costó entrar en el cuerpo?

–De vuelta a León ingresé en la academia. Me tocó como preparador un militar muy exigente y eso me vino bien. Yo estaba bien físicamente porque había jugado al balonmano y tenía mucha confianza en pasar las pruebas, que entonces eran iguales para hombres y mujeres, salvo en las flexiones: ellos las hacían a pulso y nosotras inclinadas. Tras dos cursos salimos la primera promoción de mujeres. Fuimos 53 en toda España y había una de Pola de Siero, Maite Villar, que la destinaron a Pamplona. La jefa superior de la Policía Nacional de Extremadura también era de la hornada.

–¿No hubo otras mujeres antes?

–Sí, había incluso inspectoras. Ellas entraban como auxiliares y luego iban escalando puestos, pero siempre en las oficinas. No patrullaban las calles.

LA NUEVA ESPAÑA publicará, cada día 8 de cada mes, vidas de mujeres pioneras

Pérez, junto al agente Torrego, el día de su primera patrulla. / .

–¿Lo encajaron bien en su casa?

–Sí, aunque siempre insistiendo en que tuviera mucho cuidado. Su mayor miedo era el terrorismo. Eran años en los que ETA mataba muchísimo. Nunca me planteé ascender porque no quería traslados. Siempre pensé que si me tocaba el País Vasco lo dejaba. Todos los compañeros estábamos en el punto de mira sin hacer nada malo.

–¿Cómo ocurre que llega a Oviedo?

–Me gustaba la ciudad y tenía una hermana en Gijón, casada con un Policía. Había hecho prácticas de tres meses en Gijón y Alicante, y Oviedo me pareció un buen destino. Era 1985 y aquí sigo, casada con otro leonés policía y viviendo en el barrio de La Ería.

–¿Recuerda los inicios?

–Claro. El primer día que salí el fotógrafo José Vélez me hizo una foto patrullando para LA NUEVA ESPAÑA. Como tenía el pelo corto la gente no se daba cuenta de que era una mujer. Ahora bien, si iba a una cafetería y me quitaba la gorra, cuando veían los pendientes muchos quedaban mirando.

–¿Y en el cuartel?

–Llegue a Buenavista y no había vestuario para mujeres. Mira que aquello es grande… pues me metieron en un sótano lleno de humedad. Me encontraba la ropa y la pistola mojada. Menudos catarros pillé.

–¿Estuvo así mucho tiempo?

–Un buen día decidí saltarme los protocolos y entrar directamente a ver al capitán para quejarme de la situación. Los compañeros me decían que la había liado por saltarme a los mandos intermedios, aunque al final todo salió bien. Le enseñé el cargador de la pistola oxidado por la humedad y pronto se solucionó todo.

–¿Le tocaron intervenciones duras?

–Estuve muchos años trabajando en el área de estupefacientes y eso en los ochenta era un drama. En Oviedo había muchos focos de drogadicción, con los parques llenos de jeringuillas. El Fontán, Salesas, Vallobín o Ciudad Naranco estaban fatal.

–¿Vivió situaciones de riesgo?

–Muchas. Recuerdo entrar en pisos de venta de droga con orden judicial pensando que había cuatro personas y encontrarnos con 18 individuos. Lo pasamos mal y presencié situaciones desagradables, pero nunca resulté herida.

–¿Le marcó algún crimen?

–No era mi campo, aunque sí viví el asesinato del exboxeador Genicio en el Cristo y también intervine en el fallecimiento de un crío que se agarró a la catenaria cerca de plaza de Castilla.

–También tuvo alguna intervención divina.

–Cuando vino Juan Pablo II en 1989, un jefe, que ya falleció el hombre, me preguntó que si me apetecía participar en el operativo. Dije que sí y me respondió diciendo que estaría ‘de cerca cerca’. Entonces no sabía que me tocaría custodiar al Pontífice, junto a un guardaespaldas que era como un castillo de grande, en la capilla de San Salvador.

–¿Qué le dijo?

–Me dio la bendición y esperé sentada en una silla mientras rezaba durante unos ocho minutos. No sé qué fue, pero tuve una gran sensación de paz. Fue algo corto, pero único e inolvidable.

–¿Habría más recuerdos agradables?

–Por supuesto. Me hizo mucha ilusión asistir a las primeras ediciones de los Premios "Príncipe de Asturias". Era todo más familiar y viví también cosas curiosísimas. Recuerdo cuando Yasser Arafat vino a recoger el Premio de la Concordia acompañado de una guardia que no apeaba los fusiles. Había mucha tensión. Cualquiera les decía algo a aquella gente.

–Fue igualmente pionera en materia de violencia de género.

–Sí, en el servicio de Atención a la Familia y luego de la mujer. Al principio el tema de los malos tratos era muy complicado. No tenía sentido denunciar a tu pareja para luego volver a casa con él. Las leyes fueron mejorando esa atención.

–¿Qué diría hoy sobre la igualdad entre hombres y mujeres?

–Se ha mejorado mucho, pero también creo que queda mucho por hacer. No solo en mi profesión, en la que todavía somos muy minoritarias. También pasa en otros trabajos.

–¿Qué balance hace de su carrera?

–Ya me retiré en 2008, pero muy bueno. No tuve grandes problemas, viví muchas cosas buenas y en los últimos años hasta los delincuentes me saludaban por la calle porque me conocían. Mereció la pena. No fui nada excepcional. Soy una persona más.

Con la ayuda de:
Conselería de Presidencia, Reto Demográfico, Igualdad y Turismo