Futuro Europa

El 8M que queremos

Susana Solís

Susana Solís

La reivindicación de boquilla, la del relato por el mero relato, tiende a ser destructiva. Lo estamos viendo con el 8M: utilizar el feminismo de forma instrumental para conseguir objetivos políticos hace que el movimiento y la propia lucha, legítima y necesaria, se vean enturbiadas por eslóganes y soflamas. Por varios bandos que intentan hacer suya una realidad que no es patrimonio de ningún partido.

He leído en prensa estos días que Pedro Sánchez ha presentado a toda prisa una propuesta que asegurará la paridad en los consejos de administración. Una medida que enmarcan dentro de la "conquista del relato" de cara a la jornada de ayer y que, en realidad, es una trasposición de una directiva europea que en el Parlamento Europeo contó con una amplia mayoría.

Vender como una victoria partidista la lucha que llevaba fraguándose en los pasillos de Parlamento Europeo, Comisión y Consejo más de una década es un flaco favor a la lucha feminista por la igualdad en los puestos más altos del empresariado. Esos lugares difíciles de acceder y que históricamente han estado copados por hombres. Los datos españoles hablan por sí mismos: la presencia de mujeres en comités de dirección de empresas cotizadas en bolsa apenas alcanza el 16,5%, y el 32,3% en los consejos.

La directiva es vinculante para todos los Estados miembros y muy equilibrada en su redacción. En esencia, se ha fijado el objetivo de tener un 40% de mujeres en los consejos no ejecutivos o el 33% para todos los miembros del consejo antes del 30 de junio de 2026. Desde mi grupo político, Renew Europe, hemos luchado para que las pymes con menos de 250 empleados queden excluidas del ámbito de la directiva, para evitar que se colapsen por la carga administrativa que supondría.

Otro de los puntos que dejamos claros desde el Parlamento es la temporalidad de las cuotas. Estas, en opinión de la cámara, "se aplicarán con carácter temporal y servirán de catalizador para el cambio y las reformas rápidas destinadas a eliminar las persistentes desigualdades y estereotipos de género en la toma de decisiones económicas". A lo que aspiramos es, en definitiva, a que ninguna legislación de este tipo sea necesaria en la próxima generación.

Precisamente el pasado 17 de febrero organicé en Madrid, junto con la Asociación Multisectorial de Mujeres Directivas y Empresarias (AMMDE), una jornada para hablar de esta legislación. El debate se articuló a través de varios paneles de primer nivel con directivas, empresarias y expertas que analizaron la norma a partir de sus experiencias y su brillante carrera profesional.

Celebramos además un homenaje emotivo, de justicia. Una entrega de premios en la que destacamos el papel de la mujer en la construcción de la Unión Europea, siguiendo la estela de grandes europeístas como Louise Weiss y Simone Veil, "madres fundadoras" de las que apenas se habla cuando se invocan los orígenes del europeísmo. Esta última, por cierto, fue abogada y política francesa, superviviente del Holocausto y primera presidenta de la Eurocámara.

Los galardones recayeron sobre Rosario Silva de Lapuerta, primera abogada del Estado de España y vicepresidenta del Tribunal de Justicia de la Unión Europea; Lourdes Arastey, también magistrada del Tribunal de Justicia de la UE; María de Andrés, directora de la Oficina del Parlamento Europeo en España y María Ángeles Benítez, directora de la Representación de la Comisión Europea en España.

Este es el 8M que quiero reivindicar. El de las mujeres que han luchado para dejarle un mundo más justo a las que vienen detrás. No con soflamas ni con luchas fratricidas, sino con trabajo, hechos y talento.

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