Saúl FERNÁNDEZ

La máquina del tiempo es innovación, pero no es negocio. El empleo de talento y de dinero en el desarrollo de esta máquina de ciencia ficción no daría más fruto que la pérdida del talento y del dinero invertido. La innovación empresarial es otra cosa, porque permite que se amplíe el mercado, porque mejora la calidad de los productos. Y todo ello con un objetivo que es triple: ampliar la facturación, renovar las relaciones comerciales, huir del estancamiento.

Jesús Fernández es director de la Fundación Prodintec, una empresa dedicada «a la venta de talento, al desarrollo por encargo de planes de innovación y desarrollo». El negocio de Fernández está radicado en Gijón, aunque, asegura, su vocación «es eminentemente asturiana». Entre los clientes de Fernández sobresalen empresas como Asturfeito, Idefab o Alusín, las tres, radicadas en la comarca de Avilés, las tres en la «pole position» de la innovación empresarial asturiana. ¿Algo extraordinario? «En España únicamente el 30 por ciento de las empresas dedica parte de su presupuesto a innovación. Yo me pregunto: ¿qué hace el otro setenta?». Fernández concluye que «en la comarca avilesina se invierte en innovación, aunque debería invertirse más».

La innovación industrial abre el camino pedregoso de la crisis, es decir, cuando la recesión haya pasado, la economía tendrá que seguir. La selección natural reservará el futuro para las compañías abiertas al desarrollo. Al menos esto es lo que entiende Fernández, pero también los sindicatos de los sectores industriales. Si hay innovación las ventanas de las empresas tendrán vistas a los nuevos clientes y si esto es así los recortes por la vía del trabajador se atajarán. «Innovar es mejorar el producto. En la empresa Alusín, por ejemplo, hemos desarrollado una soldadura por fricción que mejora la forma de trabaja», comenta. El objetivo final de Fernández no es otro que el de ampliar el abanico de posibilidades a la industria. «De manera egoísta, cuantas más empresas innoven mejor para nosotros», explica. «Pero no sólo estamos nosotros. Está la fundación ITMA en Avilés o cualquier otro centro tecnológico. Se trata de tener una idea, de presentarla. En estos centros se le da forma, se manufactura», comenta el empresario.

¿La innovación es sólo un campo de explotación de subvenciones? «No debería de serlo. El setenta por ciento de los proyectos que investigamos tienen financiación privada», comenta. Las empresas asturianas están un «pelín por debajo del promedio nacional en innovación», asegura Fernández. «Pese a ello, hemos creado un clúster (grupo de empresas) con más de cuarenta compañías. Nuestro proyecto se llama "Manufactacturias" y se trata de reunir a firmas de sectores distintos con el fin de crear proyectos que cambien las prácticas en las empresas. Lo que conseguimos es que las firmas dejen de tener miedo a la Universidad», concluye Fernández.