E. CAMPO

Maxi Sánchez habla de jeques árabes con la naturalidad de quien se refiere a comerciantes o a conductores de autobús. Y tiene razones para ello. Porque este avilesino, nacido en Llaranes, lleva ya casi tres años residiendo en Qatar, donde apuntala una próspera carrera como decorador de palacios. Y ahí piensa seguir: «Yo hasta que me echen no vuelvo», bromeaba ayer en conversación telefónica con este periódico desde la villa (chalé) donde habita. El calor veraniego, que en su tierra natal apunta tímidamente, le apabulla en Oriente Medio, donde los termómetros ya marcan los 40 grados. Pero sabe defenderse. «En casa tengo aire acondicionado, y si salgo voy en coche».

Su vida transcurre entre su estudio, donde pinta cuadros, y los proyectos para decorar palacios y apartamentos. «Ahora estamos preparando para pintar el palacio de un jeque, en un mes o por ahí ya podremos empezar», explica Sánchez, que ya antes se dedicaba a la decoración. Junto al también avilesino Fran Sánchez trabajaba realizando los contenidos de numerosos museos, exposiciones y aulas de interpretación. Pero sus caminos se separaron el día en que la empresaria leonesa Sol de Marbán, casada con el jeque Wadah Azrak, les invitó a decorar dos habitaciones del palacio real. Fueron sólo para una semana, pero las posibilidades de este país, muy rico en reservas de petróleo y el tercero del mundo en reservas de gas, cambiaron para siempre la vida de Maxi Sánchez. Y no se arrepiente.

¿Se nota, en un país como Qatar, la incidencia de la crisis? El avilesino dice que sí, a la gallega: «Haberla, hayla». Aunque asegura que no se nota mucho, y que la gente con dinero lo sigue teniendo. «La construcción sigue como hasta ahora». Uno de los palacios en los que va a trabajar, precisamente, está en la «Perla» de Qatar, un espacio ganado al mar donde se alzan hoteles y residencias sólo aptas para millonarios. La decoración de los palacios la realiza al más puro estilo arabesco, con habitaciones de fantasía para la flor y la nata de la sociedad qatarí. En cuanto a sus cuadros, él los define como «bodegones próximos al cubismo que gustan mucho».

«Claro que echo de menos mi tierra... el paisaje. Pero estoy con mi pintura?», reflexiona el avilesino. Sánchez tiene el objetivo de cursar visita a Asturias en agosto, ya que acostumbra a regresar a sus orígenes una vez al año. «Durante quince días, más tiempo no, porque España es muy caro, se gasta mucho todo el día de bar en bar», afirma.

Ahora hay más españoles que se suman a la aventura de Oriente Medio que cuando llegó Maxi Sánchez. «En mi compañía hay otros tres españoles para montar muebles, cocinas? Van y vienen. Pero pintores como yo, ninguno», afirma. También hay algunos turistas, «pero sólo con dinero».

Maxi Sánchez es el orgulloso dueño de cuatro perros, «Sol», «Luna», «Astro» y «Estrella». « Son los que mejor viven». Aunque él tampoco se queja, trabajando en este exótico país y rodeado de oriundos de distintas partes del mundo: filipinos, hindúes... El inglés es el idioma franco, en el que este decorador ya se «apaña» bastante bien. Como miembro de la colonia española en Qatar, de cuando en vez le toca asistir a una recepción, y así acudió a saludar al presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces, en 2008. Recientemente también estuvo con el embajador. «Le regalé un cuadrín», señala, campechano, Maxi Sánchez, que sin duda es uno de los pocos avilesinos que llama «casa» a Oriente Medio y, aún más, se pasea entre palacios. Cosas de la globalización y de la amplitud de miras.