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En clase La actividad educativa

La discapacidad no es un freno en San Cristóbal

El colegio de educación especial trabaja por la inclusión de los alumnos en la sociedad y su autonomía: "No estamos encorsetados por el currículo educativo"

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Colegio San Cristóbal de Avilés

El colegio San Cristóbal no es un centro educativo al uso. Más allá de seguir a rajatabla el currículo establecido, el objetivo de esta institución de educación especial es mejorar la inclusión de los alumnos. "Queremos que participen en la sociedad para acabar con los prejuicios que hay hacia la discapacidad", comenta Rubén Velasco Fernández, director del centro público de la calle Valdredo, que cuenta con 80 alumnos de entre 3 y 21 años. "No estamos encorsetados en un currículo, trabajamos mucho para desarrollar sus capacidades y que puedan alcanzar el mayor grado posible de autonomía", añade.

Para conseguir tales propósitos, el San Cristóbal promueve continuos programas e iniciativas, como un huerto o diferentes talleres: de madera, hogar (para la realización de las tareas de casa), cocina o manualidades. Además, se suma a una larga lista de actividades deportivas, culturales y sociales promovidas tanto por el colegio como desde otras instituciones, desde un cursillo de esquí en Fuentes de Invierno a una representación de teatro, pasando por bailes, juegos, excursiones, curso de educación vial... La más novedosas y en la que los jóvenes debutarán próximamente, es una semana de surf en Salinas. "Hay que superar los miedos, la discapacidad no siempre es un hándicap", comenta Rubén Velasco, para a continuación dar a conocer la implicación del centro en el proyecto Iguales junto al colegio público Poeta Juan Ochoa. Entre ambos se ha establecido una estrecha relación de forma que realizan actividades conjuntas, favoreciendo así situaciones inclusivas y coeducativas.

A diferencia de la mayoría de los colegios avilesinos, que ven disminuir el número de alumnos, en el San Cristóbal aumenta año tras año. Las cifras lo confirman: en 1997 contaba con 40 alumnos frente a los 80 del presente curso. Este hecho se explica, señala Velasco, por la cada vez mayor tasa de supervivencia de las personas con discapacidades y a pesar de las múltiples patologías añadidas que presentan: enfermedades mentales, trastornos de conducta, epilepsia....

"Recibimos cada vez más jóvenes en edad de acudir al instituto porque no encajan. Son críos que el sistema no atiende en un entorno más normalizado", manifiesta el director, para afirmar que el colegio "está casi al máximo de ocupación en cuanto a aulas" ya que las ratios en los centros de educación especial son muy bajas, de entre 3 y 7 alumnos. Esto requiere contar con una plantilla docente amplia, que en el caso del San Cristóbal es de 33 profesores. "En este sentido somos unos privilegiados y se debe a que existe una sensibilidad especial en la consejería hacia la educación especial, aunque nos gustaría contar con figuras como un fisioterapeuta-rehabilitador; y ojalá tuviéramos un auxiliar de enfermería para prestar atención a los niños con graves problemas de salud".

En aras de atender a los alumnos con TEA (Trastorno de Espectro Autista) y a los adolescentes que presentan dificultades en la gestión de las emociones, el colegio ofrece terapia con perros, cometido que corre a cargo de la asociación Entrecanes, formada por profesionales del ámbito socio-sanitario y del mundo animal. "A nivel individual trabajamos con niños con TEA para potenciar la comunicación y reforzar las habilidades sociales; con los mayores de 14 a 16 años nos centramos en las emociones y la gestión de conflictos", relata la terapeuta Beatriz Molina, que junto a Carlos Corominas y "Aira" -una perra de raza golden retriever-, acuden semanalmente al San Cristóbal. La presencia del animal atrapa la atención de los alumnos e imprime un toque lúdico a las sesiones, apunta Beatriz Molina. "Es un elemento más para conseguir los objetivos que buscamos. Se ven los avances, que se manifiestan por la suma de las diferentes intervenciones", comenta la maestra de educación especial una vez finalizada la terapia con Danielle Samantha Prieto, con TEA.

La coordinación con las familias en todo el proceso de formación de estos jóvenes es de gran importancia para el equipo docente del San Cristóbal, "Buscamos su aportación e implicación. Con ellos también queremos dar visibilidad al centro", señala el director. En esta relación con los padres desempeña un papel relevante María Jesús Pino Fernández, profesora de servicios a la comunidad, que atiende e informa de los recursos a los que pueden acogerse los alumnos, cuyos niveles educativos son diferentes a la enseñanza normalizada. En educación especial se estructura en tres niveles: Infantil, Educación Básica Obligatoria (EBO) -a su vez subdividida en dos bloques, de seis y cuatro cursos- y Transición a la Vida Adulta (TVA), de dos cursos.

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