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El lunes 24 de abril de 2017, de Baterías de Avilés se escapó un gas tan irritante como para generar una nube tóxica que volvió irrespirable el aire los ojos de los viandantes comenzaron a llorar como mecanismo de defensa. Pero no sólo eso: a los que les pilló en la calle -fue de tarde- se vieron obligados a cubrirse bocas y narices. Ocho días después se repitió la experiencia. Y, pese a ello, la costumbre avilesina de "las hubo peores" acompasó el cabreo de la ciudad. El Ayuntamiento, sin embargo, se puso de uñas.
El Gobierno del Principado desveló que llevaba abierta a la gran siderúrgica una veintena de expedientes. "No somos tolerantes", señaló el consejero de Presidencia, Guillermo Martínez. Los sindicatos denuncian que la compañía dejó de invertir en Baterías de Avilés en cuanto decidió construir unas nuevas en Gijón. Y así han ido cayendo, por ejemplo, las galerías de las cintas transportadoras de carbón. Pasó esta semana y también en 2012 y en 2011. La destilería de carbón de Avilés fue una de las primeras instalaciones de Ensidesa en ponerse a funcionar. La ría de Avilés lo sabe bien. Y los avilesinos, también.
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