La multinacional Alcoa no quiere seguir produciendo aluminio primario en sus fábricas de Avilés y La Coruña, pero tampoco ve con buenos ojos que acaben en manos de una empresa competidora, lo que añade dificultades a la búsqueda de una solución para la planta asturiana y sus 317 empleos directos.

Ministerio de Industria, gobiernos de Asturias y Galicia y sindicatos intentan que la multinacional estadounidense reconsidere su decisión de cierre, en la que insistió anteayer en la reunión que las partes celebraron en Madrid. Si la postura sigue siendo inflexible en los encuentros previstos para las próximas fechas, las administraciones públicas activarán la búsqueda de posibles compradores dispuestos a mantener actividad, aunque la decisión final, como es evidente, corresponda a Alcoa. Varias empresas ya se han dirigido tanto al Ministerio de Industria -tal como confirmó ayer el delegado del Gobierno en Galicia, Javier Losada- como al Gobierno del Principado para interesarse por las plantas que pretende cerrar Alcoa. Como adelantó LA NUEVA ESPAÑA, entre esas empresas dispuestas a negociar la compra de la fábrica de Avilés está Klesch, grupo propiedad del millonario angloamericano Gary Klesch. Con sede en Ginebra, el grupo está especializado en invertir en compañías que operan por debajo de su potencial para reestructurarlas y relanzarlas. Klesch Group posee actualmente una refinería de petróleo en el Norte de Alemania y tiene intereses en metales, minería y gas.

Sin embargo, fuentes al corriente de los contactos que ya se han producido entre administraciones y empresas destacaron que, de mano, Alcoa no aceptará una posible venta al grupo Klesch porque esa compañía trata de ganar tamaño en el sector de las materias primas y la ve como un posible competidor. Las mismas fuentes apuntaron que Alcoa es reticente a traspasar sus negocios a cualquier competidor directo en un mercado, el del aluminio, en el que cada vez tienen más peso las empresas chinas (como Hongqiao Group, Chalco y Shandong Xinfa) y el que uno de los principales actores, la canadiense Alcan, nació como escisión de la propia Alcoa.

Las federaciones de Industria de CC OO y UGT han emprendido una estrategia de sumar apoyos contra los cierres de las factorías de Avilés y La Coruña fuera de España, elevando el conflicto a las instituciones europeas. Los sindicatos insertan las clausuras de ambas plantas de aluminio primario en el contexto de la guerra comercial desencadenada por el presidente de EE UU, Donald Trump, contra la UE y otras áreas económicas, y la imposición de aranceles del 10% por la Casa Blanca al aluminio europeo, que entraron en vigor el 1 de junio. Las organizaciones sindicales pretenden el respaldo de la Comisión Europea bajo la premisa de que los cierres en España forman parte de la ofensiva proteccionista de Trump. El aluminio que Alcoa no produzca en Europa se importará desde EE UU, alegan las centrales.

Las plantas avilesina y coruñesa exportan a Europa y no a EE UU pero el conjunto del mercado mundial de aluminio se ve distorsionado por las nuevas tasas penalizadoras de EE UU a las importaciones procedentes de China, Europa y otras áreas.

El cierre de la planta de la estadounidense Tenneco en Gijón se frenó con la mediación de la Comisión Europea, lo que favoreció la venta de la fábrica en 2016 al fondo alemán Quantum Capital, que retomó la actividad como la actual Vauste.

Los trabajadores de la fábrica de Alcoa en Avilés, que ayer se concentraron de nuevo en la portería de la planta, se mostraron "profundamente dolidos por la actitud de la compañía" en la reunión del martes en Madrid. "Una multinacional que presume de valores éticos no puede menospreciar así a sus trabajadores y al Gobierno de un país. Le pedimos que retire el expediente de regulación y que busque una solución a las plantas. El único plan social del que estamos dispuestos a hablar es del mantenimiento de la actividad industrial y de los puestos de trabajo directos, indirectos inducidos. Están en juego más de 2.000 empleos y el futuro de una comarca industrial como la avilesina", subrayó el presidente del comité de empresa, Sergio Sobrido, entre gritos de "guerra, guerra, guerra, Alcoa no se cierra".

En la concentración, la menos numerosa de las tres celebradas ante la fábrica desde que se anunció el cierre, se respiraba desánimo por la negativa de Alcoa a retirar los despidos. Pero queda esperanza. "Hoy estamos más o menos igual que ayer. Espero que ese encuentro del martes fuera una toma de contacto y haya más. Trabajar así es complicado, siempre estás dándole vueltas a la situación", apuntó el trabajador Javier Carro. Pelayo Aguilar entró en la fábrica hace 16 años, cuando tenía 24. "¿Adonde vamos ahora? Espero que alguien nos compre, no veo otra solución", señaló.

La movilización se traslada hoy a plaza de España de Avilés , con una protesta entre las 12.00 y las 13.00 horas.