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La titánica lucha antipolución en el puerto

El transporte subterráneo del ácido, el sellado de mercancías en forma de polvo y el mayor control del cinc logran grandes avances medioambientales

Dos trabajadores en la cinta que transporta abono para el "Wilson Algeciras" en el muelle de Valliniello JULIÁN RUS

El "Magdalena", casco rojo, popa redondeada, espera fondeado, mirando a la playa de Salinas, por el servicio de practicaje, que no tarda en llegar. Es mediodía. La lancha de "expertos maniobristas" se detiene. El buque debe "hacer sotavento" para facilitar el embarque por la escala. El practico cumple con la misma operación con cada barco entrante y guía a los capitanes por el canal de entrada hasta la zona de atraque. En el puerto, para entonces, ya hay una compleja maquinaria en marcha. Todo está perfectamente engrandado y nada depende de la improvisación en unos muelles que acaban de empezar un nuevo tiempo para combatir la contaminación. Los datos de cada embarcación llegan a la Autoridad Portuaria a través de la empresa consignataria y mediante una aplicación informática. "Según las características del barco, el calado y la mercancía se manda a un muelle u otro", explica Luis Álvarez, jefe de división de Servicios Portuarios.

La ocupación habitual del puerto avilesino es importante: un total de 800 barcos atracan cada año en sus muelles y se contabilizan alrededor de mil escalas anuales que mueven unos cinco millones de toneladas de mercancías, sumando aquí solo algunos pesqueros que llegan al puerto con bandera extranjera. Podría haber más movimientos, pero hay un problema de calado, literal. La curva de Pachico también dificulta la entrada de buques de gran tonelaje y eslora.

El "Magdalena" avanza a cuatro nudos hacia el muelle de Raíces para cargar lingotes de cinc. Le acompañan los remolcadores. Luego, el servicio de amarre sujeta el buque al muelle. La señalización es importante en todo el proceso. El trabajo de carga y descarga queda en manos del servicio de estiba, que pone los medios: unos barcos se descargan con grúa con cuchara, otros con grúa y gancho... En Avilés, tienen licencia un total de cinco empresas estibadoras. Otros servicios que ofrece el puerto son la recogida de residuos, los conocidos como "marpol". También se facilita el acceso a la corriente eléctrica o agua potable, por citar solo algunos.

El trabajo a pie de muelle se antoja artesanal. Pero nada más lejos de la realidad. Una nueva era en los muelles de Avilés acaba de iniciar su andadura y, lo que antes se veía, ahora no. Las dársenas avilesinas son ahora un complejo tinglado. Esto significa que las medidas medioambientales han llevado al Puerto de Avilés a convertirse en una especie de burbuja por un aire más limpio: el ácido sulfúrico va por tuberías enterradas, se sabe que hay blenda "solo porque huele dulzón", pero el producto pasa desapercibido, y las estrobadas de cinc se sacan el mismo día de la carga para evitar, entre otras cosas, que se mojen. Las mercancías pulverulentas siguen en los muelles, pero ahora selladas y humedecida por cañones de agua que impiden la dispersión de las dañinas nanopartículas.

Los buques pasan en el puerto de Avilés entre 24 horas y cuatro días, según la mercancía y la operación. A pesar de los avances tecnológicos, ahora el trabajo es más lento. ¿La explicación? Realizar las operaciones de carga y descarga cumpliendo con la normativa medioambiental ralentiza los procesos y también los encarecen. Un cifra: los barcos con mercancía pulverulenta están ahora un 40 por ciento más de tiempo en el Puerto de Avilés, eso que deben pagar de más. Lo que antes se hacía con escaso control de emisiones al medio ambiente, ahora es un cuidadoso baile a favor del aire limpio. ¿Y cuánto debe abonar un barco por atracar en Avilés? La tasa, explica Álvarez, se realiza en base al arqueo bruto del buque y el tiempo de estancia, así que a más tiempo en los muelles, mayor factura. Un buque de 10.000 GT paga alrededor de 3.000 euros por día más otros muchos añadidos, como los de estiba.

Las inversiones para mejorar la calidad del aire en la comarca superan los catorce millones de euros en dos años. Las principales actuaciones, y también las más cuantiosas, corresponden a Asturiana de Zinc (Azsa) y al Puerto de Avilés. La nave de almacenaje y transporte de blenda de Azsa supera los 10,7 millones de euros. Cerca de 850.000 euros ha destinado la Autoridad Portuaria a la mejora de los apantallamientos en los muelles de la margen izquierda. El Puerto también ha intensificado la limpieza de los viales interiores y exteriores. El sistema de riego para disminuir las emisiones a la atmósfera en la zona portuaria ronda ya los 611.000 euros.

"Pero además de las inversiones hay que destacar el cambio de mentalidad de la gente que trabaja en el puerto en cosa de diez años: ahora van a cargar o descargar un barcón de carbón mirando aplicaciones móviles que indican el viento exacto qué hay y hacia donde sopla para que no escape nada, esto era impensable hace unos años", apunta el jefe de operaciones, Manuel Echeverría, que guía una visita por los muelles de la ría conjuntamente con el jefe de la Policía Portuaria, José Manuel Álvarez. El itinerario parte del muelle oeste, donde el "MTM North Sound" está cargando 18.000 toneladas de ácido sulfúrico. No se ve. Va por tuberías y llega al buque por un brazo de carga para graneles líquidos. Todo un avance.

En el muelle sur, el "Glenpark" está descargando blenda. Tampoco se ve. Una grúa con cuchara descarga la mercancía directamente a una tolva y de ahí pasa directamente a un tinglado de Asturiana mediante una cinta transportadora. Las montañas de blenda son cosa del pasado. El material ahora entra ya bien pesado a la fábrica.

"No nos damos cuenta de lo que mueve un puerto: un montón de puestos de trabajo", apunta Echevarría de camino al muelle de Raíces, donde los operarios hacen carreras contrarreloj para preparar un carga de cinc para el "Mostein". Poco más allá, en la ampliación del muelle de raíces, los nebulizadores, como llaman a unos potentes cañones de agua, trabajan sin descanso bañando al carbón (y a los trabajadores). El objetivo: que no se dispersen partículas contaminantes. Los camiones que circulan por el puerto de Avilés -unos setecientos al día, según Luis Álvarez- desfilan siempre con los remolques entoldados y pasan por el "lavaruedas" antes de iniciar su viaje por carretera. "En el puerto todo se aprovecha, se recicla. No se deja nada al azar", precisa Echevarría, que confirma: "Se está haciendo una especie de burbuja portuaria, incluso el agua que se utiliza se devuelve a la ría depurada y hay empresas que tienen su propia depuradora".

De la margen izquierda, a la derecha. "Más limpia", dicen los operarios. Aquí hay un muelle concesionado por Arcelor. También hay un "mar" de eólicos y desde aproximadamente un año se trabaja con el abono que utiliza Fertiberia. "En este muelle está más cerca de la fábrica y se evita el paso de camiones con esta carga por Conde de Guadalhorce", incide el jefe de la Policía del Puerto de Avilés. También en el muelle de la margen derecha se estrenará previsiblemente dentro de un mes el nuevo depósito de ácido sulfúrico de Fertiberia y se espera que comience a operar el tren, ahora en pruebas. "El cambio es tremendo, llamativo", subraya el jefe de operaciones que pone un ejemplo de cómo ha mejorado la salud ambiental del Puerto de Avilés: "Donde la caseta de prácticos hay una nutria con crías que salen a jugar cada día al pantalán".

"Lo fundamental sería que las exigencias medioambientales fueran compartidas por todos los puertos", concluye Luis Álvarez, al frente de los servicios portuarios de un Puerto que aspira a trabajar a no más tardar con drones, un proyecto frenado por la normativa. Esta nueva forma de trabajo traerá consigo ventajas importantes que mejorarán la competitividad de los muelles: el incremento de la seguridad laboral (el año pasado hubo tres accidentes en los muelles), al descender el tiempo de tránsito de la plantilla por las zonas de operación portuaria; la reducción de los tiempos dedicados a la tarea de medición de superficies, y también se afinará el cálculo de las mediciones y se mejorará la protección frente a reclamaciones, al disponer de una base de datos visual de fotografías de la superficie de los muelles. El sistema se podrá utilizar también en otras tareas del ámbito portuario, como la vigilancia medioambiental o el control de operaciones de carga y descarga.

El "Magdalena", entre tanto, inicia su trabajo. Algunos marineros deciden "hacer turismo" por Avilés; otros esperan en el barco a que finalicen las tareas de carga de lingotes de cinc. Otros cinco buques están haciendo lo propio, aunque con distintos graneles. Pronto volverán a zarpar con la ayuda, entre otras muchas manos, del práctico. "Si hay algo que aplauden todos los capitanes y tripulación es que este es un puerto familiar, tal vez por su tamaño. Ahora también es un puerto preocupado por el medio ambiente", concluye Echavarría del Puerto del siglo XXI imposible de comprender sin aludir a sus orígenes, en la época medieval, cuando comenzó a desarrollarse la actividad pesquera.

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