La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Con mucho humor hacia los 104 años

"Siempre me gustó el baile y cantar, nunca me enfadé con nadie", indica Tila González, la vecina más longeva de Naveces y un torrente de alegría

Por la izquierda, José Manuel González, María Antonia González González, Matilde González Suárez y José María Avella, ayer, delante de su casa en el núcleo de Arrojo (Naveces). MARÍA FUENTES

"El que comía mi bacalao flipaba. Con ese plato conquisté a mi yerno". Matilde Piedad González Suárez, "Tila", cumple 104 años el sábado y sigue disfrutando cuando habla de cocina y de casi todo. Es una gran conversadora a la que ayer la asociación de jubilados "Las Navas" de Naveces le hizo un pequeño homenaje. El presidente de la entidad, José Manuel González Gutiérrez, le regaló una planta en nombre de los más de cien asociados. "Adelantamos la entrega del obsequio porque nos dijo que el sábado es para disfrutarlo ella", indicó.

Tila González fue nombrada socia de honor de "Las Navas" cuando cumplió cien años. "Se hizo socia cuando tenía 88. Al ser nombrada socia de honor quedó exenta del pago de las cuotas de la asociación y es miembro de la junta directiva", señaló José Manuel González.

Matilde González nació en Ranón (Soto del Barco), en el seno de la familia de los "Ñaldos", el 9 de marzo de 1915. Fue la segunda hija de los siete que tuvo el matrimonio formado por Antón González y Enriqueta Suárez. Ayudaba a sus padres en las labores del campo y trabajó en una fábrica de conservas en La Arena. Cuando se casó con Andrés González Fernández (Andrés de la Cabornia) se fue a vivir a Naveces, al núcleo de Arrojo donde aún reside con su única hija María Antonia González y su yerno, el ovetense José María Avella, jubilado de Ensidesa

"Me gustó mucho el baile y cantar, siempre fui muy alegre. Nunca me enfadé con nadie", explicaba ayer en su casa. Amante de los deportes, se declara forofa del Real Madrid. "¡Qué espabilen!" , dice de los jugadores que el martes fueron apeados de la Copa de Europa por los holandeses del Ajax.

"Tengo muchos años, pero conservo el sentido, me acuerdo de todo", añade. Una verdad incuestionable. De lo que más le gusta hablar es de cocina porque siempre disfrutó en los fogones y, ahora, le ha pasado el testigo a su hija. "Cocinaba de todo, postres croquetas y, cómo no, bacalao. Me gusta dar de comer. Éramos siete hermanos, cinco mujeres y dos hombres pero yo cocinaba porque me gustaba y lo hacia mejor que nadie. Mi padre decía "Tila cocina sin tenerlo", indica. "Cocinaba con lo que había y repartía para todos", añade.

Matilde González también disfruta evocando los años en los que hacía matanza, una técnica de la que fue autodidacta. "No aprendí de nadie, me ponía con el cerdo e iba cortado los jamones, todas las partes. La gente decía que los chorizos de Tila mancaban", cuenta. "Todo el mundo quería poner un restaurante conmigo", explica esta mujer vitalista y alegre que conserva un gran sentido del humor. "El secreto de su longevidad es la alegría, la autoestima y el sentido del humor", destaca su hija.

Tilda González, además de cocinar, también fue durante muchos años la practicante del pueblo. "Tenía la habilidad de poner muy bien las inyecciones, con lo cual se convirtió en la practicante de sus vecinos sin buscar contraprestación alguna. Por su carácter alegre y optimista supo ganarse la simpatía de todos sus vecinos", dice su yerno. "Fui a poner inyecciones cuando me lo pedían incluso a las doce de la noche. Nunca se me infectó ninguna", asegura Tilda. Estos días disfrutará de su 104.º cumpleaños con su hija, su yerno, su nieto y sus tres biznietos. Además, seguirá saliendo diariamente a dar su paseo con su hija y a admirar el jardín que tanto le gusta.

Compartir el artículo

stats