El gaitero Bras Rodrigo (Perlora, Carreño, 1978) presenta esta noche (22.00 horas) su nuevo disco -"Remanecer"- en la plaza de La Exposición. Rodrigo y el luthier colungués Miguel Alonso son los creadores de la gaita led: roncón, puntero y soplete para alumbrar sus recitales.
- ¿Se la llevará al concierto de mañana, no?
-Sí, claro.
- ¿Y ya está lista del todo?
-Ya hemos solucionado todos los problemas que tenía. Funciona con batería.
- Vaya.
-Sólo hay que bajar la luz del escenario para disfrutar de ella, aunque casi se ve de día.
- ¿Están las cosas para la música?
-Lo tengo más que claro: a mal tiempo, buena cara.
- Bah, pero hay un bicho por ahí.
-Hacer música, pese a todo, sigue siendo lo mejor. No sé por qué hay tantas limitaciones para que haya más: te toman la temperatura, estás sentado, lejos de tu acompañante, todos con mascarillas. La cosa más segura que hay es ir a un concierto: tenía que haber más.
- Y encima presenta disco.
-Sí. Ya lo tenemos en nuestras manos.
- ¿Qué título final ha escogido?
-"Remanecer", como el single que presentamos en marzo.
- Perdone que insista, ¿merece la pena sacar discos?
-Claro que la merece. Somos los que podemos dotar de un poco de alegría a la gente. La música permite que esto del covid vaya cuesta abajo.
- ¿Cuántos van a subir a escena?
-Nueve personas: una banda enorme. Batería, guitarra, bajo, percusiones...
- Hace rock con la gaita.
-Tenemos un tema que presentamos que los que lo han oído dicen que tira por "Mägo de Oz".
- O sea, que los instrumentos musicales no tienen límites.
-Eso mismo es lo que pienso.
- ¿Se acabaron los viajes?
-El virus nos hizo un estropicio enorme a la Banda de Gaitas de Corvera. Teníamos 53 salidas este año y nos quedamos en sólo una: el otro día, en San Timoteo.
- Vaya. ¿Y con su banda, la que le acompaña con el disco?
-Vamos a hacer una gira nacional. El próximo día 12 salimos a Bembibre, en El Bierzo. Nuestras perspectivas son buenas: una gira larga por todo el país. Y también por el extranjero.
- ¿También?
-También, también. Este año lo había empezado en negro. Se me habían caído ocho bolos, pero, bueno, eso está cambiando. Siempre hay luz al final.