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Los pescadores cierran la mejor costera de bocarte desde su veda en el año 2005

Las cadenas alimentarias asturianas valoran las buenas prácticas de la flota regional de cerco pagando hasta el doble por sus capturas

Un pescador muestra bocarte fresco en el muelle de la rula de Avilés. M. F.

La costera de bocarte que acaba a las 12.00 horas del próximo martes tendrá un hueco en la historia: al menos en Asturias va a ser la mejor, con mucha diferencia, desde que en 2005 se vedó el recurso ante las alarmantes señales de agotamiento del mismo. Cinco años estuvo prohibido pescar bocarte y no fue hasta 2010 que los barcos lo volvieron a tener entre sus objetivos. Desde entonces, hubo años en los que a las rulas asturianas llegaron cifras pírricas de bocarte -del orden de 200.000 o 300.000 kilos- y una campaña esperanzadora: 2,3 millones de kilos en 2015. Pero nada parecido a lo de este año, en el que las rulas de Avilés y Gijón llevan comercializados más de 5,5 millones de kilos, 3,8 veces más que el año pasado, que ya había sido considerado "muy bueno".

Los grandes beneficiados de este resurgir del bocarte (llamado "llanzón" en algunos puertos asturianos) son los barcos de cerco, los que están especializados en la captura de un pez tan apreciado para su venta en fresco como para hacer conservas, fundamentalmente anchoas. Y no solo porque los bancos de bocarte fueron abundantes y se localizaron cerca de la costa del Principado (lo cual abarata los costes de su captura), sino porque las principales cadenas alimentarias de la región han valorado la calidad del producto de forma sobresaliente llegando a pagar de media por los bocartes capturados por los barcos asturianos hasta el doble que los procedentes de otras embarcaciones.

El presidente de la asociación de armadores de cerco de Asturias, CercoAstur, Eduardo Cuevas, quiere reconocer públicamente el compromiso comercial de las firmas asturianas con los pescadores de bocarte de la región: "Muchas veces criticamos a los agentes comerciales porque no pagan por el pescado lo que nosotros, los armadores, creemos que vale; pero en el caso del bocarte se han portado de forma señorial y es justo destacarlo".

Obviamente, las cadenas alimentarias de Asturias no son oenegés que acuden al rescate de las rentas de los pescadores. Los mejores precios pagados a la flota asturiana de cerco por sus capturas de bocarte son la consecuencia de valorar las buenas prácticas pesqueras de tripulaciones que, como la del barco de Cuevas, "miman" el pescado para que llegue a la rula en las mejores condiciones posibles. A modo de ejemplo, Cuevas explica que "los barcos asturianos cargan las cajas de bocarte con solo siete u ocho kilos por unidad, a diferencia de embarcaciones de otras provincias que llegan a meterles hasta diez kilos". Esa diferencia de peso se traduce en menores apreturas del pescado durante el transporte y menos machacamiento del mismo.

Otra diferencia que redunda en la calidad final del bocarte -y en su precio- es la forma en que los pescadores asturianos manejan el hielo para matar el pescado nada más que sale del mar. "En cuanto la bolsa (red) llega al barco cargada, los peces pasan a las cajas 'en vivo' y son cubiertos de inmediato y con generosidad con hielo de piedra a granel. De este modo, el bocarte muere rápido y no sufre ni se estresa. La conservación en todo momento de la cadena de frío propicia un mejor estado del producto cuando llega al mostrador de la pescadería. El bocarte es un pez delicadísimo, si su temperatura sube unos grados se deteriora de golpe", explica Cuevas.

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