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María José Villanueva | Médico del SAMU en Avilés y coordinadora de los programas covid de Salud Pública

“La fatiga de la pandemia lleva a levantar la mano con las medidas recomendadas”

“Aún no hemos conseguido detectar ningún caso positivo con el radar covid y solo unos 70 contactos estrechos, pero aconsejamos su uso”

María José Villanueva JULIÁN RUS

María José Villanueva es ovetense, aunque tiene el corazón repartido por muchos sitios. Huye de la “titulitis”, y esboza una sonrisa cuando recuerda sus años como “Doctora Quinn”, como médico por centros de salud rurales. “Luego estuve en urgencias del hospital de Burela, y de ahí pasé al SAMU (Servicio de Atención Médica Urgente), que es donde tango mi plaza y donde soy feliz. El 90 por ciento de su tiempo lo pasaba en la uvi móvil de Avilés. Ahora, desde hace solo unos meses, es la coordinadora de los programas Covid de la dirección general de Salud Pública. A su currículo asistencial suma el de gestión: fue responsable del SAMU y directora médica del Hospital Álvarez-Buylla de Mieres. Como responsable de los programas covid, de sus manos dependen los rastreadores. Quiere dejar clara una cosa: ”No soy epidemióloga.”

–¿Cuántos rastreadores hay ahora mismo trabajando en Asturias?

–Ahora mismo tenemos 225 rastreadores civiles, aunque la cifra varía constantemente.

–¿Quién forma de ese “pull” de rastreadores?

–La categoría profesional de rastreador no existe, surgió ahora, con la pandemia, esa necesidad. Cuando se inició el tema del rastreo en Asturias pensaron qué perfil de personas se podían contratar. Entonces se contó sobre todo con los llamados R0, médicos que aprobaron el MIR y no se incorporaban hasta septiembre y EIR, enfermeros residentes en la misma circunstancia. Pero llegó septiembre, estas personas se incorporaron a su formación especializada, y aquel plan inicial no podía continuar. Entonces hicimos un estudio de qué perfil se podía adaptar más al de un rastreador y, obviamente, médicos y enfermeras no habían, porque las bolsas de empleo público estaban vacías. Tiramos entonces de trabajadores sociales porque son personas muy formadas, conocen el sistema sanitario, de bienestar social… Estos suman 210 aproximadamente. Luego también tenemos perfil sanitario: contamos con diez coordinadores distribuidos por las áreas sanitarias y seis supervisores de guardias, que son enfermeros y médicos; es decir, el personal sanitario queda para labores de supervisión y coordinación de las guardias.

–Si estos son civiles, ¿cuántos hay militares?

–Tenemos un refuerzo fundamental y que agradecemos muchísimo de rastreadores militares que ahora mismo suman 90 y que a partir hoy serán treinta más. Todos ellos pertenecen al Regimiento de Infantería “Príncipe” y están en Cabo Noval, en Noreña. Ellos cuentan con tres salas a modo de “call center” y desde allí apoyan la labor de rastreo. En total hay 315 rastreadores.

–¿Suficientes?

–Considero que en el momento actual son suficientes. Hemos tenido un sistema flexible y hemos ido incorporando en función de las necesidades. Empiezan a publicarse estudios al respecto, el de la Universidad Johns Hopkins estima que para tener un nivel de rastreo adecuado se necesitaban 30 rastreadores por 100.000 habitantes; nosotros tendríamos que tener 306 y tenemos 315. Y no se puede olvidar que, además de estos rastreadores, todos los médicos y enfermeros de atención primaria son los que llevan a los positivos y ayudan muchísimo en el rastreo, no hay que tener protagonismos. También es importante el apoyo hospitalario.

–¿Cuándo empieza el trabajo del rastreador?

–Es un proceso muy desconocido. Salvo los militares que están en su “call center” el resto está en modo teletrabajo. El supervisor de guardia descarga cada mañana la lista de casos positivos de todos los hospitales y centros de salud de la red pública asturiana que elaboran Roberto Fonseca y Pepa, dos “santos” del Sespa. Una vez con esas listas hacemos varios cribados: unos están en residencias, otros hospitalizados... Con los que quedan en lista se fragmentan por áreas y se distribuyen. Además de este listado de casos positivos del sistema púbico, hay otro de entidades privadas que nos lanza Vigilancia Epidemiológica, nuestra fuente es doble. Una vez con esos datos organizamos la carga de trabajo, completamos información si es necesario en las historias clínicas para dárselas al rastreador y que empiece su trabajo.

–¿Qué herramienta utilizan?

–Utilizamos “Go Data”, una herramienta de la OMS (Organización Mundial de la Salud) para casos de covid y contactos estrechos. Aquí se hizo una adaptación local, evidentemente no es lo mismo la India que Asturias o Nueva York. Se comenzó a trabajar con esta aplicación el 22 de octubre. Antes se utilizaban hojas Excel, pero se convirtió en ingobernable. El trabajo de identificación de contactos estrechos de un caso positivo y de comunicación con estas personas se hace mediante una entrevista telefónica. A estos se les llama, se les explica que deben estar en cuarentena 10 días (14 si son personal sociosanitario) y cómo hacerla, se resuelven sus dudas. y luego se solicitan las PCR necesarias.

–Pero ustedes no dan la cita...

–Correcto. Nosotros solicitamos las PCR al área sanitaria correspondiente, pero no damos citas.

–De un positivo, ¿cuántos contactos estrechos salen de media?

–Entre 4 y 5 contactos estrechos por caso. Depende mucho de la ubicación y la edad: un rastreador, por ejemplo, tiembla cuando llama a un universitario, su vida social no es igual que la de un señor de 91 años.

–También identifican dónde están los focos.

–El rastreador tiene las funciones de identificar contactos, cuarentenarlos y pedir pruebas PCR a sus área sanitarias así como de detectar lo más rápido posible brotes o focos epidemiológicos para dar esta información a la autoridad sanitaria y permitirle anticiparse en la toma de mediadas.

–¿Y dónde están ahora los focos más preocupantes?

–El foco principal está en el ámbito social y familiar, indudablemente: comidas, cenas, reuniones familiares o sociales o laborales…

–¿No apuntan una disminución de estos focos por el cierre de la hostelería, los cierres perimetral o el toque de queda?

–El viernes 13 llegamos a los ochocientos casos. Ayer, jueves, a los 222. Esa diferencia por algo es. Desde que se toma una medida hasta que se ven resultados deben pasar mínimo dos semanas. Si hay menos reunión social, menos contacto y limitaciones de movilidad reducimos el número de casos positivos.

–¿Todos los contactos estrechos con los que hablan están por la labor de hacer cuarentenas y pruebas PCR?

–Lo importante no es la PCR, es la cuarentena. El 90 por ciento de la gente responde muy bien porque entiende la magnitud del problema. En general el mensaje es bien aceptado. Ahora bien, se están dando dos situaciones, y es una opinión personal: que hay personas a las que hacer una cuarentena les puede suponer un riesgo en su trabajo, es un problema real, está ahí; y que se está empezando a dar lo que en el Ministerio empiezan a llamar de manera informal fatiga pandémica.

–¿Qué significa?

–Esto quiere decir que estamos ya todos un poco fatigados anímicamente de temas de coronavirus, cuarentenas, aislamientos… Esto nos afecta en el estado de ánimo y en cumplir rigurosamente lo que se nos pide, y levantamos un poco la mano con las medias recomendadas.

–¿Hay mucho negacionista?

–Siempre hay un garbanzo negro entre un kilo de garbanzos blancos. Ahora hemos establecido un procedimiento con delegación de Gobierno para personas que bien siendo caso positivo o contactos estrechos se niegan a cumplir las medidas. Hemos hecho un protocolo desde rastreadores y desde las áreas sanitarias, sobre todo Primaria, para notificar estos casos a Delegación de Gobierno y la colaboración está siendo muy positiva.

–¿Hay muchos incumplimientos de acuerdo a la ley de Emergencias Sanitarias?

–Muy pocos, menos del dos por ciento. La aplicación del protocolo de Delegación es testimonial. Hay, al contrario , más casos de personas que quieren hacer las cosas bien y buscan un sitio donde cumplir la cuarentena y en sus circunstancias no ven posible hacerlo.

–¿Quiénes son esos que quieren y no pueden?

–Personas que conviven en grupos grandes en viviendas muy pequeñas, estudiantes que comparten piso y que se derivan a la residencia Menéndez Pelayo, ancianos que se trasladan al Credine porque han dado positivo y sus cuidadores no pueden atenderles, por ejemplo.

–La aplicación “Radar Covid” se estrenó en Asturias el pasado septiembre, ¿está dando los resultados esperados?

–Los resultados, de momento, son mínimos. El diez por ciento de las personas no tienen un móvil metido en el sistema. A día de hoy no hemos conseguido detectar ningún positivo por el radar covid, y solo unos setenta contactos estrechos. Pero toda herramienta es bienvenida.

–Faltan días para que empiece la Navidad. ¿A quién sentamos en la mesa?

–Hay que seguir las indicaciones de la autoridad sanitaria y limitar las reuniones al máximo, no puede ser de otra manera.

–¿Espera una tercera ola?

–Recuerdo que en agosto dije que percibía una calma tensa, me daba la sensación de que algo iba a pasar y de que debíamos ir preparándonos. Ahora o cuidamos muy bien el autoconfinamiento o alguna ola más llegará, no sé cómo será de alta. Nosotros tenemos la obligación de tener un sistema de rastreo flexible por si llega. Y hay que destacar que hay 20.000 profesionales de la sanidad dejándose la piel en esta pandemia con un nivel de trabajo apabullante.

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