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Fertiberia pide ayuda al Principado para financiar un ambicioso plan de expansión

La multinacional propiedad de Triton Partners invertirá 10 millones en su fábrica de Trasona y otros 40 más si logra acceso a fondos europeos

El consejero Enrique Fernández, el presidente de Fertiberia, Javier Goñi; el del Principado, Adrián Barbón; y el director de Industria de Fertiberia, David Herrero. Julián Rus

Las cosas en la multinacional Fertiberia van bien, pero pueden ir aún mejor. Por eso la empresa llamó ayer a las puertas del Principado. Javier Goñi, el presidente de la corporación propiedad de Triton Partners; David Herrero, el director de Industria del grupo y antiguo director de la planta de Trasona; y su sucesor, Jesús Alberto González, hablaron ayer por la mañana con el presidente del Principado, Adrián Barbón, con dos objetivos: presentar su proyecto de ampliación en Corvera (una nueva planta de nitrosulfato amónico valorada en diez millones y que estará lista antes de que termine el año), pero también un plan aún más ambicioso: de más de 40 millones de euros que Fertiberia quiere que lleguen de los fondos europeos. Se trata de un proyecto dirigido a la modernización del sistema productivo.

Estos planes de futuro que la compañía tiene para sí misma se están materializando desde la llegada de los nuevos propietarios –los británicos de Triton Partners– este febrero pasado. El anuncio más sonado tiene que ver con Puertollano, en Ciudad Real. Se trata de una alianza entre Fertiberia e Iberdrola enfocada hacia la neutralidad climática: el desarrollo de 800 MW de hidrógeno verde con una inversión de 1.800 millones de euros en los próximos siete años.

La parte asturiana es infinitamente menor, pero de una importancia señera. La idea es hilar el proyecto que ya es una realidad (la ampliación de la producción de nitrosulfato amónico) con el nuevo. El primero tiene que estar terminado antes de que concluya el año y para el segundo se han dado dos años y medio de plazo.

Recientemente, Goñi explicó por dónde pensaba que debían de ir los derroteros de la compañía que preside: una línea tecnológica de fertilizantes, es decir, abonos de mayor valor añadido. Estos planes, sin embargo, están destinados a las fábricas de Palos de la Frontera (Huelva) y Puertollano (Ciudad Real), que son las mayores de la corporación. El objetivo es que los abonos tecnológicos “representen el 70 por ciento de las ventas de la compañía” de aquí a cinco años, aseguró Goñi en declaraciones a un diario económico madrileño.

La fábrica de Fertiberia en Trasona. Ricardo Solís

¿Y cómo se sustenta esto? Con unos números positivos en centros de trabajo como el de Trasona que cerró el ejercicio de 2020 con un incremento de producción superior al 6 por ciento. El resultado económico del pasado ejercicio está en el “top tres” del histórico de la planta asturiana en las últimas dos décadas.

Esto se traduce en un incremento del nivel de exportaciones de la planta corverana a través del puerto de Avilés: una subida de un 15 por ciento con respecto al año 2019. Y es que Fertiberia es uno de los clientes mayores de los muelles de la ría. El crecimiento que tienen previsto para este año hará de la fábrica una joya dentro del grupo.

El abono de Trasona se vende ahora de manera equitativa: en España y fuera del España; al 50 por ciento, según reconocen en la compañía

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La razón de este crecimiento está en la ampliación de los mercados, principalmente, en los países de Escandinavia y en África. Además Francia mantiene la presión del mercado. El abono de Trasona se vende ahora de manera equitativa: en España y fuera del España; al 50 por ciento, según reconocen en la compañía.

El producto más vendido de la fábrica de Trasona, de hecho, se mantiene inalterable: nitrosulfato amónico (NSA). Esto es, un abono químico que aporta nitrógeno y azufre al suelo. Según los expertos, es el mejor para leguminosas de tal manera que ayuda a su crecimiento rápido. Es un producto muy demandado por el mercado extranjero que llegó a la fábrica de la comarca avilesina tras el cierre de las instalaciones que Fertiberia poseía en Bilbao. El nitrosulfato amónico cayó en desuso en los años cincuenta porque se asociaba con los venenos. Sin embargo, ha vuelto a resurgir, precisamente, por la alta demanda de azufre que tienen los suelos agrícolas.

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