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La sombra de la térmica es alargada

Sepides ultima la demolición de Baterías para desarrollar la segunda fase del polígono industrial de la ría

Instalaciones de la coquería avilesina. | Mara Villamuza

Las baterías de coque –cerradas en 2020– están a punto de ser demolidas. Y será así tras una serie de retrasos causados por una investigación judicial (al exsecretario de los socialistas avilesinos, Álvaro Álvarez) y un par de reclamaciones administrativas. Los próximos pasos permitirán liberar suelo para desarrollar la segunda fase del Parque Empresarial Principado de Asturias (Pepa), el polígono que nació en 2002, cuando Ensidesa empezó de dejar de ser lo que era.

La Sociedad Española de Participaciones Industriales Desarrollo Empresarial (Sepides) –la dueña del suelo– anunció en el verano de 2020 que “aunque según las conclusiones del informe del estado actual de las edificaciones y otros elementos se plantea inicialmente la demolición de todos los edificios e instalaciones existentes sobre rasante actual (excepto de la parcela de la Planta Biológica de Tratamiento de Aguas, por razones de salud y seguridad), la redacción del proyecto de desmantelamiento deberá prever la posibilidad de que no se demuelan aquellos elementos que el Parque Empresarial Principado de Asturias (PEPA) determine, en función de los acuerdos que se puedan alcanzar, como por ejemplo, el gasómetro que se ubica en la parcela de cesión al Ayuntamiento, o los Almacenes Generales, sobre los que existe interés por parte de la Cámara de Comercio”. Desde entonces ha pasado más de un año y ahora la sociedad quiere saber si las intenciones se plasman en hechos antes de empezar a demoler.

El camino que lleva a las baterías a ser pasto de la piqueta ya se holló en Avilés hace 15 años: un edificio singular que fue referencia del Movimiento Moderno, una obra de José Manuel Cárdenas y Francisco Goicoechea Agustí (los mismos del poblado de Llaranes), liberó 76.000 metros cuadrados en tan sólo 8 segundos previa detonación de varios kilos de explosivos. Y así se instalaron Asturfeito y Galvinazados Avilés y, después, DXC (entre las tres empresas han creado bastante más empleo que el pretendido museo al que se encaminaba en 2007 la Térmica). Hubo una plataforma ciudadana. También manifestaciones de expertos favorables al mantenimiento de la instalación, pero una explosión y la decisión firme de Infoinvest (el antecedente de Sepides) condenó a la central.

Los dos derribos guardan similitudes, pero también diferencias: ahora no hay una plataforma favorable a salvar la coquería (la que hubo entonces tenía una forma heterogénea: las asociaciones de vecinos, grupos ecologistas, asociaciones culturales, un par de sindicatos minoritarios y los partidos Andecha Astur, los Verdes, ASIA y PP). Izquierda Unida (tras reclamar, sin éxito, la salvación de las turbinas) se mostró proclive al derribo.

“Era fundamental desarrollar polígono industrial”, recuerda tres lustros después el excoordinador de IU Fernando Díaz Rañón. El PP del presente no es tampoco el de 2007: “La prioridad absoluta es la creación de riqueza y empleo”, declaró el edil Pedro de Rueda en un Pleno de hace un par de años.

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