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Coque Malla Músico y actor

Coque Malla, músico y actor: “Llevo toda la vida confesándome y ahora cuento mi vida en el escenario”

“El montaje que estrenamos en Avilés tiene más de teatro que de concierto: en vez de escribir mi autobiografía, la cuento encima del escenario”

Coque Malla.

Coque Malla (Madrid, 1969) estrena el próximo día 5 (21.00 horas) en Avilés, en el Centro Niemeyer, el espectáculo “Mi nombre es Coque Malla. Una confesión musical”. Lo explica por teléfono a LA NUEVA ESPAÑA.

–En este montaje hay más teatro que música, ¿no?

–Sí, sí, yo creo que tiene más de teatro que de concierto, fíjate. Hombre, por supuesto que hay canciones. Es eso que los yanquis llaman simplemente “show”, una especie de autobiografía escenificada. En vez de escribir mi autobiografía, la cuento encima del escenario.

–La titula “Mi nombre es Coque Malla. Una confesión musical”. ¿Qué ha pasado para que necesite confesarse?

–(Risas). Bueno, es una pregunta con truco, con trampa e interesante. Llevo toda mi vida confesándome: los artistas tenemos esta compulsión. Un psiquiatra sabría analizarlo de una forma más científica, pero estoy seguro de que esto de lo que habla está en el fondo de la psique del 90 por ciento de los artistas. O por los menos de los artistas que a mí me interesan. Siendo más concreto y menos filosófico, me parecía que había que presentar mi último disco –“El astronauta gigante”–, que no deja de ser también una autobiografía musical, de una manera especial. O yo quería hacerlo con unos pocos conciertos. Van a ser solo doce conciertos de “Mi nombre es Coque Malla” y luego ya arrancamos la gira, digamos, normal.

–Estrena en Avilés, que es una ciudad muy importante en su biografía.

–Absolutamente, pero hay que decir que esto forma parte de las bruxas. Fue una casualidad empezar en Avilés. El del Niemeyer fue uno de los últimos conciertos que se cerró, pero para que fuera el primero. A Macarena (Cabo, su mujer, avilesina) y a mí nos entró un escalofrío.

–En su última canción – “Una sola vez”– dice: “Soñamos con permanecer / para engañar al tiempo”. En “Si os vais”, uno de sus temas más antiguos, cantaba: “Dónde están las cosas buenas / se han quedado atrás”. Da la sensación de que lo que le preocupaba en los 80 le sigue preocupando ahora.

–Buena observación. Creo que esto que dice le da todavía más sentido al espectáculo: en solo dos horas lo unifica todo. Estas dos canciones que menciona, además, aparecen en el espectáculo: son la que abre y la que lo cierra. La gente va a unificar toda la obra de una manera que, a lo mejor, nunca se lo había planteado y así va a entender mucho mejor todo lo que he escrito porque yo les voy a contar de dónde viene cada canción, les voy a contar el proceso vital que hubo entre una y otra.

–No me había parado a pensar hasta ahora cuánto le preocupa el paso del tiempo.

–Es algo bastante común en el 90 por ciento de los mortales. Yo creo que es una inquietud que tenemos ahí desde que somos hombres: el paso del tiempo, la muerte, nuestra relación con todo esto. El tiempo es bastante totémico como asunto artístico y cultural. Y yo no me libro de esa reflexión y de ese pánico al paso del tiempo. Es interesante esto que dice de la conexión entre esas dos canciones. Creo que eso lo genera el propio disco –“El astronauta gigante”– que, de repente, en una sola cajita está ahí comprimido todo lo que yo he escrito. Y mucho más va a ocurrir en el espectáculo.

–Habla de las 50 canciones que resumen su vida. ¿Cómo se para a seleccionarlas?

–Hay que reconocer el trabajo que ha hecho Dani Bonilla, de Warner. No es un ejecutivo de compañía al uso. Es un amigo con el que he hecho mis mejores discos. Él hizo una primera selección que luego yo completé.

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