Triunfal entró Jesús en Jerusalén a lomos de un borrico y en una apoteosis se convirtió la “resurrección” de la Semana Santa de Avilés. La Pasión, que conmemora la muerte y resurrección de Cristo, vive su particular vuelta a la vida tras dos años de pandemia. Y ese retorno, que se abre en Avilés con la procesión de La Borriquilla, tuvo como respuesta en este Domingo de Ramos un lleno hasta la bandera. Cientos de personas abarrotaron las calles del casco histórico avilesino, ramo en mano, en la procesión que protagoniza la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Esperanza, hoy integrada por un centenar de cofrades.

El sol brilló y alumbró el regreso a las calles de los cofrades tras 1.085 días de ausencia. Porque, tal como resumió el avilesino Francisco Álvarez Buylla bajo los soportales de La Ferrería, “había hambre de procesión”.

Solo los rostros aún ocultos por las mascarillas fueron el testigo que recuerda que el covid-19 aún sigue latente. Porque, cubrebocas aparte, este Domingo de Ramos fue en Avilés como los de siempre. La jornada festiva e inaugural de la Semana Santa arrancó con las bendiciones de los ramos en las distintas parroquias. La más multitudinaria volvió a ser en la plaza de Carlos Lobo, junto al templo de San Antonio de Padua.

Con puntualidad inglesa bendijo los ramos el párroco Ángel Llano: “Este día de Ramos el Señor nos dice que tenemos que acompañarlo. Que esta Semana Santa ayude a hacernos reflexionar. Que él os bendiga y proteja siempre”.

La mascarilla, la única diferencia con el inicio de la Semana Santa precovid

Muchos fueron los pequeños que se estrenaron este Domingo de Ramos en la Semana Santa avilesina. Sofía Campa (3 años) acudió a Carlos Lobo con su madre Marcia Rodríguez palma en mano, la que entregará a su padrino César Rodríguez.

Al son de los tambores, timbales, caja de redoble, cornetas, cornetín y platillos de la banda de Nuestro Padre Jesús de la Esperanza, que este 2022 cumple 25 años, partió la procesión a mediodía. Esta Cofradía se constituyó en 1997 y procesionó por primera vez el 5 de abril de 1998, Domingo de Ramos.

Los cofrades pudieron volver a lucir, al fin, su túnica de viyela blanca, capirote de raso verde, cíngulo del mismo color, guantes y calcetines blancos y zapatos negros (los que no optaron por procesionar descalzos). Abriendo camino, el guión que luce el emblema de la cofradía: la cruz con dos palmas, símbolo del principio y el fin de la Pasión.

Como nunca brilló en su regreso el paso obra de los artesanos Rodríguez y Puente Galicia, propiedad de la Orden Franciscana Seglar de Avilés. Conocido popularmente como La Borriquilla, el conjunto escultórico muestra a Jesús a lomos de un burro, acompañado por los apóstoles San Juan y San Pedro y dos niños.

Rebeca Fernández y David Suárez fueron con sus hijos Nora (2 años) y Román (5) a la bendición de la parroquia de Santo Tomás.

La benjamina de la familia participó después en la procesión vestida de asturiana. Y por decisión propia. “Cuando era bebé ya la vestí de asturiana el Día de Ramos. Hoy fue ella la que dijo que quería darle el ramo a la madrina (Ana Menéndez) vestida de asturiana”, detalló su madre.

La mascarilla, la única diferencia con el inicio de la Semana Santa precovid

Los pequeños tuvieron gran protagonismo en la procesión de La Borriquilla. Y es que la Cofradía de Nuestro Padre Jesús de la Esperanza porta el paso de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén en compañía de los miembros de la Orden Franciscana Seglar y de niños vestidos de apóstoles, hebreos y romanos. “Ay, mira que neninos más pequeños y cómo van vestidos, ¡qué guapos!”, comentaba una turista cuando la procesión ya enfilaba la plaza de España, con las terrazas de bote en bote y más de uno protegiéndose del sol paraguas en mano.

Laurel en mano y revista de El Bollo bajo el brazo esperaba el paso de La Borriquilla en El Parche la castellana Josefina Gómez con su marido José Ramón Menéndez, “avilesino de toda la vida”.

“Es una alegría volver a ver las procesiones. Ojalá vayamos al fin para adelante y no para atrás. Veo mucha gente que no tiene mascarilla y hoy hay aglomeraciones”, advertía ella con cierto tono de preocupación justo cuando procesionaban ante ella los representantes de las ocho cofradías avilesinas: Nuestro Padre Jesús de la Esperanza, Nuestro Padre Jesús de Galiana, Santísimo Cristo de Rivero y San Pedro Apóstol, Nuestra Señora de los Dolores, Nuestra Señora de la Soledad, Santo Entierro y Nuestra Señora del Gran Dolor, San Juan Evangelista y la hermandad El Beso de Judas.

Al filo de la una de la tarde la primera de las procesiones de la Semana Santa de Avilés tocó a su fin, al mismo tiempo que dejaron de sonar los tambores de la banda y las piezas de la Banda de Música de Avilés. Un grito puso el broche al estreno apoteósico de la Pasión: “¡Bravo!” exclamó el pequeño Saúl Martínez (2 años). Amén.