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Talento femenino en ingeniería biomédica

La joven Celia Fernández Brillet encadena a sus 24 años estancias en las universidades de Stanford, Imperial College de Londres, Ámsterdam, Maryland y Baltimore: "Asturias y España siempre serán mi hogar, pero he de ir al lugar que me proporcione más oportunidades"

Celia Fernández, tras una reciente ceremonia académica durante su estancia en Estados Unidos.

La ingeniera biomédica Celia Fernández Brillet dejó Asturias hace cinco años. Está en Baltimore (EE UU) como estudiante de doctorado en la Universidad Johns Hopkins, tras completar el grado de ingeniería biomédica en la Universidad Carlos III. A sus 24 años cuenta con una increíble experiencia vital. Sus buenos resultados académicos en Secundaria y Bachillerato permitieron que fuera becada por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson. Eso le proporcionó los medios para pasar sus veranos estudiando en el extranjero: en la Universidad de Stanford (EE UU), en el Imperial College de Londres (Reino Unido) y en la Universidad Libre de Ámsterdam (Holanda), además de otra etapa anterior a Baltimore, en la Universidad de Maryland.

Tanto su familia paterna, del barrio avilesino de La Luz, como la materna, vivieron con orgullo hace pocos días el acto en el que la joven ingeniera biomédica recogía de manos de los Sus Majestades los Reyes de España, don Felipe y doña Letizia, en Madrid, una de las becas de posgrado en el extranjero de la Fundación la Caixa. "Fue un evento muy especial que siempre recordaré como un gran día lleno de reconocimientos", recuerda, ya de vuelta en Estados Unidos. "Me hizo mucha ilusión conocer a los otros becarios y expandir mi red con alumnos con tanto talento. Y, sobre todo, asistir a la entrega con mis padres [con quienes, cuando está de vuelta en Asturias, disfruta de alguna escapada a Salinas], y compartir con ellos la alegría y la emoción de haber logrado esta meta", reconoce.

Apasionada de la fusión de la medicina y la tecnología, actualmente centra su trabajo de investigación en el desarrollo de un implante para pacientes que sufren una deficiencia en su función vestibular. En su laboratorio de la Universidad Johns Hopkins investiga cómo restablecer parcialmente el sentido del equilibrio para aquellas personas que, por diversas razones, padecen enfermedades del sistema vestibular. Es un proyecto altamente traslacional, dice, "ya que trabajamos tanto en el laboratorio desarrollando conceptos científicos, como en el hospital, con pacientes, a través de un ensayo clínico".

Y vuelve a recordar el acto de hace unos días en Madrid: "Las palabras alentadoras del Rey durante su discurso reforzaron mis ganas de aprovechar la beca al máximo, de aspirar a lo imposible, y de ser una referencia para las jóvenes asturianas que sueñen con ocupar un lugar en el mundo de la ciencia y de la ingeniería".

Celebra, al mismo tiempo, que su familia siempre haya tenido un espíritu "aventurero y emprendedor". De ahí que desde pequeña aprendiera a apreciar que el desarrollo personal que se obtiene a través del viaje está por encima de la alegría de los bienes materiales. "Es cierto que no ha sido fácil moverme siempre de un lado a otro en busca de oportunidades, pero estoy sumamente agradecida por las oportunidades que este estilo de vida me ha proporcionado", confiesa al tiempo que admite que cada vez que tiene que hacer la maleta, lo más difícil es dejar atrás a la gente que le ha animado y apoyado. "Al fin y al cabo, por muy cómoda que me encuentre en otras ciudades y países, no hay ningún otro lugar que me transmita la misma familiaridad y amor que siento por Asturias", resume.

Le gustaría llegar a aplicar algún día en el Principado los conocimientos que está adquiriendo en estos años en el extranjero, "aunque he de ir al lugar que me proporcione más oportunidades para aprender, desarrollarme y ayudar a los demás", cuenta sobre su futuro. "España siempre será mi hogar, pero me considero una ciudadana del mundo", apunta. De esta etapa en Estados Unidos lo que más le agrada es la diversidad cultural. "Para mí es un gran privilegio conocer a gente que tiene historias de vida que son sumamente distintas a la mía. Esta heterogeneidad, junto con el gran abanico de oportunidades que hay aquí, hace de este país un lugar perfecto para el crecimiento académico, personal, e interpersonal", reflexiona sobre las vivencias de este último año en Baltimore.

Su percepción de Asturias desde la distancia es que, pese a ser una región pequeña, tiene mucho por ofrecer, "además de una riqueza y unos recursos naturales incomparables". Le entristece la falta de oportunidades para ciertas ramas laborales, pero se ilusiona al ver la pasión y el esfuerzo que muchas personas utilizan para continuar empujando a nuestra región.

A ella le quedan por delante tres o cuatro años más en su programa de doctorado. A su modo de ver, el terreno de las neurociencias y del conocimiento en profundidad del cerebro humano, es una de las áreas de investigación que más se desarrollará en este siglo, impulsado por la cura de enfermedades neurodegenerativas, el envejecimiento y el desarrollo tecnológico y la búsqueda de nuevos paradigmas en el mundo de la Inteligencia Artificial.

Solo le aflige la escasez con la que se reconoce la excelencia y los méritos de los jóvenes en Asturias, y en España. "En Estados Unidos, a veces hay casi un exceso de reconocimiento, y se premia el esfuerzo casi tan frecuentemente como el mérito. Creo que ambos países pueden aprender el uno del otro. España tiene oportunidades incomparables a las que me he cruzado en el extranjero. Ayudas y reconocimientos como los brindados por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson (en Asturias), o la Fundación la Caixa (en España), son lo suficientemente impactantes como para abrirle a una sus puertas al futuro", asevera. "Ojalá hubiese más oportunidades como éstas, que celebrasen y fomentasen el aprendizaje, el esfuerzo, y el mérito. Entonces, creo que más jóvenes podrían quedarse a seguir mejorando nuestro país", concluye.

Ante la adversidad, los grandes ejemplos de mujeres científicas e ingenieras que han conseguido avanzar en su campo, son suficientes como para animarla a seguir adelante. "A lo largo de mi carrera de grado, ha habido veces que he sentido discriminación simplemente por mi género femenino. No obstante, tras realizar las Pruebas de Acceso a la Universidad, me di cuenta de que mi amor y pasión por las matemáticas, la física, y todo lo que no había aprendido de ingeniería, era demasiado fuerte como para no dedicarme a ello", revela.

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