Luis Fernández-Vega, catedrático de Oftalmología, presidente del Instituto de Oftalmología Fernández-Vega y presidente de la Fundación Princesa de Asturias, es además desde ayer poseedor de la medalla de oro de los cursos de La Granda, una condecoración que ostentan científicos, investigadores y docentes de la talla de Severo Ochoa, Santiago Grisolía, José María Segovia de Arana y Francisco Grande Covián, por poner algunos ejemplos. El doctor, que deja ahora la jefatura del servicio de Oftalmología del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) después de cuatro décadas, se enorgulleció de Asturias, "una tierra que se muestra orgullosa de sus reyes y de su pertenencia a España". Se comprometió, además, a seguir trabajando para impulsar la ciencia, la cultura y la innovación, que considera pilares para el desarrollo de la humanidad.
El vicepresidente de los cursos de La Granda, Raimundo Abando, fue el encargado de glosar al galardonado, a su "amigo desde la niñez". Destacó de Luis Fernández-Vega su talento y su capacidad de trabajo, virtudes con las que ha conseguido sacar adelante "una de las grandes empresas de Asturias, que supone el 5% del PIB de Oviedo y que cuenta con una plantilla de 260 personas". Y añadió que "es una persona que no vive para sí", sino para los demás, "lo que nos debería marcar a todos el camino a seguir".
Luis Fernández-Vega inició su discurso afirmando que recibía la distinción "con alegría, porque procede de personas a las que admiro y considero referentes en nuestra sociedad; con orgullo, porque está ligada a la excelencia perseverante de unos cursos sin los que no puede entenderse el pensamiento y la ciencia en España; y con agradecimiento por vuestra generosidad, que me emociona profundamente".
El doctor, profesor y empresario aseguró que los cursos de La Granda "nos recuerdan intrínsecamente el valor del pensamiento y la reflexión sosegada, y nos aportan solidez y profundidad en una época marcada por la fugacidad, por la vigencia de lo inmediato y de lo puramente emocional".
Fernández-Vega destacó la mirada amplia de los cursos, "desde lo local a lo universal se fusionan en un todo que proyecta humanidad y propugna valores compartidos". Un éxito que se debe al trabajo del ya fallecido profesor Teodoro López Cuesta y al actual presidente de honor, el profesor Juan Velarde. Y aprovechó para desear el mayor de los éxitos al actual presidente, Benigno Pendás, presidente de la Real Academia de las Ciencias Morales y Políticas (RACMYP).
El amor por la docencia, la investigación y el conocimiento pasa de generación en generación en la saga familiar Fernández-Vega, y el homenajeado se comprometió a seguir apostando por todo ello desde el Instituto Oftalmológico. Un momento que aprovechó para hablar de sus hijos, la quinta generación, y dedicarle a su esposa, Victoria Cueto-Felgueroso, la medalla que acababa de recibir. Y también para dedicarle unas palabras a su "querida Asturias" y al deseo de que "en mi tierra, entre mi gente, arraigara y creciera un centro de investigación que nos pusiera en el mapa oftalmológico atrayendo el talento y logrando aunar la práctica médica, la docencia y el estudio".
Luis Fernández-Vega se refirió también a su responsabilidad como presidente de la Fundación Princesa de Asturias, "un proyecto nacido de la ilusión y dedicado al reconocimiento de los mejores, inspirada y alentada por la Corona y arraigada en el Principado; la institución tiene desde su origen una firme vocación internacional. Con el espíritu abierto, simboliza lo mejor de lo mucho que Asturias contiene de amor por la cultura, ciencia, solidaridad y grandes empresas humanas. Desde una tierra que se muestra orgullosa de sus Reyes y su pertenencia a España, ha cultivado y alimentado sus anhelos de llegar allá donde anidan el talento y la excelencia".
Luis Fernández-Vega señaló que la Fundación Princesa de Asturias y el Instituto Oftalmológico que lleva su nombre "tienen en común, salvando la enorme distancia, la búsqueda permanente de la excelencia sostenida en el trabajo constante y en el espíritu de servir".
Su discurso concluyó con el compromiso de "seguir trabajando por impulsar la ciencia, la cultura y todo aquello que hace crecer entre nosotros la concordia, la libertad, la belleza y la humanidad. Esta medalla me reafirma en mi convicción de que solo lo verdaderamente humano permanece y que son las personas las que nos ofrecen lo más valioso en nuestra senda vital".
