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Crece el malestar en el seno de la CSI comarcal por el "despotismo" de la ejecutiva regional

Un grupo de afiliados alerta de la "deriva destructiva" del sindicato y reivindica la constitución de una junta local

Ignacio Fuster, secretario general de la CSI. | Ángel González

Una marejada de malestar con la gestión de la ejecutiva regional sacude los pilares comarcales de la Corriente Sindical de Izquierda (CSI) justo en el momento de la historia de este sindicato (fue fundado en 1982) en el que goza de más representatividad y aceptación popular. La paulatina entrada de delegados de la CSI en comités de empresa de la comarca avilesina donde la formación nunca antes había tenido presencia coincide con la ebullición del ala crítica, afiliados y en algunos casos delegados sindicales que cuestionan los métodos y decisiones de la dirección regional que encabeza Ignacio Fuster, reelegido como secretario general el pasado mes de abril.

"El problema radica en que quien manda realmente no es Fuster, sino Morala", señalan los críticos en alusión al exdirigente Juan Manuel Martínez Morala, el histórico líder que junto a Cándido González Carnero se labró fama en el conflicto de Naval Gijón.

La figura de Morala, oficialmente un afiliado más de la CSI, gravita sobre la retahíla de "problemas" que, en opinión de afiliados y cargos sindicales de la Corriente amenazan con "destruir" el sindicato. Problemas comunes con otras comarcas de Asturias donde la CSI tiene implantación, como la negativa de la cúpula regional a constituir juntas locales "por el deseo fiscalizador de que todo tenga que pasar por sus manos"; la "nula transparencia económica"; o la apertura de expedientes que se interpretan como "represalias" a las voces más díscolas, las que en su momento se alinearon con la candidata que perdió las elecciones a la secretaría general en abril: Marta Rodil.

La carencia de una junta comarcal es uno de los asuntos más criticados en el seno de la CSI avilesina. "Ha pasado más de medio año desde el proceso electoral regional y en Avilés, como en otras comarcas, seguimos sin organización local. En Mieres, donde sí hubo una asamblea para elegir una junta local, el proceso fue invalidado por la ejecutiva regional. Esto no es serio ni eficaz, además de vulnerar nuestra independencia de funcionamiento pues nos condena a una supervisión permanente por parte de la dirección regional, que es precisamente lo que parece buscarse desde un intervencionismo desmedido", señala una de las voces discrepantes desde el seno de la CSI en declaraciones a este diario.

En clave más local, se relatan episodios que denotan una mala comunicación dentro de la organización en el ámbito propiamente dicho de la actividad sindical: comunicaciones oficiales que no se hacen llegar a los interesados, toma de decisiones no consensuadas que van en contra del trabajo previo realizado por las secciones sindicales, giros inesperados en estrategias judiciales... "La dirección desprecia a las secciones sindicales", lamenta un sindicalista. "La actitud de la ejecutiva con quienes presume que están alineados con las tesis del sector crítico es despótica", asegura otro. No menos cierto es que también hay un grupo de afiliados que no quiere "mojarse" en esta pugna de facciones y trata de convivir con ambas "navegando en aguas revueltas", como señala muy gráficamente una de esas personas.

Las mentes más teóricas de la CSI avilesina opinan que el principal problema –sin que esto signifique obviar los ya reseñados– es la "resistencia" de la cúpula regional a revisar el modelo de acción sindical para adaptarlo a las nuevas realidades surgidas en el mercado laboral o a las necesidades de sectores emergentes como los "riders" (repartidores a domicilio) o la venta on line, cuyo principal exponente será en breve la plataforma logística de Amazon en Siero.

"Estamos atenazados en un modelo de sindicalismo arcaico y presos de una dirección que se enroca en postulados caducos. Y fruto de este inmovilismo han surgido otros muchos problemas organizativos que, por falta de interés en resolverlos, se han enquistado", reflexiona una afiliada con larga trayectoria en la formación.

Ignacio Fuster, el secretario general de la CSI de Asturias, invitado por este diario a rebatir las críticas declinó hacer declaraciones alegando que "oficialmente no hay constancia de nada" y en caso de que la hubiera "el sindicato tiene mecanismo internos para tratar esos asuntos".

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