El extraño caso del maquis, el cineasta, el premio "Princesa" y unos bocetos de Dalí

Peter Brook y Edgar Neville fueron apresados por un guerrillero catalán al dejar Cadaqués con diseños del pintor para "Salomé" y "Don Juan Tenorio", que ahora se exhiben en el Niemeyer

Boceto de Dalí para «Don Juan Tenorio». |  Salvador Dalí / Fundación Gala-Salvador Dalí |  MARA VILLAMUZA

Boceto de Dalí para «Don Juan Tenorio». | Salvador Dalí / Fundación Gala-Salvador Dalí | MARA VILLAMUZA / Franco Torre

Franco Torre

Franco Torre

En la exposición "Salvador Dalí. Dibujar lo escrito", que se puede visitar hasta el 18 de junio en el Centro Niemeyer, se incluyen los subyugantes diseños de Salvador Dalí para la puesta en escena de "Don Juan Tenorio" que preparaba Luis Escobar. Se trata, en concreto, de la segunda tanda de bocetos, realizada por el genio en 1950. Pero antes, en 1949, Dalí pergeñó otros diseños para esta obra, en paralelo a los que preparaba para una ópera que habría de estrenarse en Londres, "Salomé". Esos dos conjuntos de bocetos protagonizaron un extrañísimo caso que implicó a un conocido cineasta de la época, a un dramaturgo que recibiría décadas después el premio "Princesa de Asturias" de las Artes, y a un maquis que encontraría la muerte en una emboscada de la policía unos pocos años después. Esta es la historia que los unió a todos ellos.

Cadaqués, 23 de agosto de 1949. Peter Brook, que llevaba ya dos años al frente de la Royal Opera House, había acudido a la localidad catalana a reunirse con Dalí, con quien colaboraba en un montaje de la ópera "Salomé". Dalí se encargaba del vestuario.

Brook no había acudido solo a Cadaqués. Le acompañaban el escritor y cineasta Edgar Neville, a la sazón miembro del cuerpo diplomático, y que hacía las veces de cicerone de los artistas extranjeros de visita en el país; Stuart Berkely Owen, gerente de la entidad financiera británica Lloyd’s; y Elena Escudero, marquesa de Quintanar, y su hija adolescente, Cristina.

El quinteto salió de la casa de Dalí aquel 23 de agosto, en el hermoso Studebaker MGS que conducía Neville, y portando dos carpetas con bocetos de Dalí: en una, que portaba Brook, iban los de "Salomé"; en la otra, los de "Don Juan Tenorio", que Dalí confió a Elena Escudero para que, a su regreso a Madrid, se los entregase a Escobar, amigo común de ambos.

Peter Brook, durante su clase magistral en el teatro Palacio Valdés, el 15 de octubre de 2019. |

Peter Brook, durante su clase magistral en el teatro Palacio Valdés, el 15 de octubre de 2019. | / Franco Torre

A eso de las siete de la tarde, cuando el grupo circulaba por un bosque entre Tordera y Malgrat, se encontraron tras una curva, frente a frente, con una cuadrilla de maquis que había formado en media luna y les apuntaba con sus fusiles. El primer pensamiento de Elena Escudero, como recordaría años después su hija, es que los guerrilleros buscaban los dibujos de Dalí. "Como nos había dicho que valían tanto dinero, pues mi madre dijo: ‘Por los dibujos’", relató. Al detener el coche, Neville lanzó una consigna: "Somos todos ingleses".

El grupo de guerrilleros, en realidad, no buscaba los dibujos, únicamente estaban a ver que caía. Comandaba la cuadrilla Josep Lluís Facerías, un cenetista que había perdido a su mujer e hija en la Guerra Civil, y que se había lanzado a la lucha clandestina tras pagar con la cárcel su militancia en el bando perdedor. Por ese entonces, Facerías y su grupo llevaban ya dos años sembrando el terror con una serie de atracos en la región, con los que financiaba la lucha y al sindicato anarquista.

Al ver que sus víctimas de esa tarde eran extranjeros, Facerías se puso nervioso. "A toda prisa nos metieron en el bosque mientras uno de ellos ocultaba entre los árboles el automóvil. Nos entraron en un claro y registraron primero a los dos ingleses, que iban vestidos normalmente. El ‘Facerías’, al ver el pasaporte, no hacía más que exclamar: ‘¡Qué mala suerte! ¡Qué mala suerte!’", relató Neville, años después, al periodista asturiano Marino Gómez Santos. Y es que no era un buen negocio para el maquis apresar a súbditos extranjeros.

Durante dos horas y media, los querrilleros debatieron qué hacer con sus presas. Estaban ya decididos a dejarlos libres, cuando Cristina Quintanar pidió a su madre un vaso de agua, en un correcto español, y los maquis se dieron cuenta del engaño. Uno de los hombres de Facerías, al que apodaban "El Largo", quiso ejecutarlos, pero Elena Escudero salió rápido al corte y les convenció de que no le habían preguntado por su nacionalidad, y que también ella había sido represaliada por el régimen.

Los maquis acabaron dejando a los cinco maniatados en el bosque, mientras se iban en el Studebaker, que abandonarían unos kilómetros más adelante. Neville, que portaba un portauñas, pudo al cabo de un rato liberarse, y el quinteto avanzó a pie hasta el pueblo más cercano. Cuando recuperaron el Studebaker, allí estaban también, intactos, los bocetos. Aparentemente, los maquis no se habían dado cuenta de su valor, aunque un biógrafo de Facerías Antonio Téllez, asegura que el guerrillero sabía lo que tenía entre manos, y simplemente rehusó hacer negocio con una obra de arte.

Los bocetos de "Don Juan Tenorio" llegaron finalmente a manos de Luis Escobar, que estrenó la obra en el Teatro María Guerrero de Madrid, el día de Todos los Santos de ese mismo año, mientras que Brook estrenó "Salomé", en la Royal Opera House, unos pocos días después, el 11 de noviembre. El director de escena inglés, convertido en un mito, recibió el premio "Princesa de Asturias" en 2019, tres años antes de morir. Durante su estancia en Asturias para recibir el premio, mantuvo un memorable encuentro con el público en el teatro Palacio Valdés.

Edgar Neville siguió con su brillante carrera como cineasta y, en la década siguiente, se convirtió en uno de los grandes renovadores de la escena teatral española. Josep Lluis Facerías murió en agosto de 1957, en una emboscada de la policía en el distrito barcelonés de Nou Barris. Aún hoy, una placa recuerda el lugar donde cayó el guerrillero.

Suscríbete para seguir leyendo