Emoción a borbotones en La Carriona en el día de Todos los Santos
El público abarrota el cementerio avilesino para recordar a los seres queridos difuntos: «Es una misa de alegría por los que están en el cielo»

El día de Todos los Santos en La Carriona, en imágenes / Miki López
I. García
Josefa Garrido está en el cementerio de La Carriona, su barrio. Intenta prender una vela pero el viento se lo impide. Quiere encender una llama en memoria de su marido y su hijo, ambos fallecidos por cáncer y tan solo con ocho meses de diferencia en 2014. Ha llevado flores «naturales» al panteón familiar. «Me las trajeron hoy de la floristería», afirma la mujer, vestida de negro. Es una de las asiduas al cementerio aunque suele fallar, se justifica, cuando llueve o ventea. «Hoy traigo flores naturales porque es el día de Todos los Santos, el resto del año las traigo artificiales para que no se estropeen», afirma la mujer, que recuerda a su marido, José Armando Rodríguez, y a su hijo, Santiago Salvador Rodríguez Garrido, con pena y cariño infinitos.
Como Josefa Garrido, María del Carmen Montejo acudió al cementerio de Avilés, en su caso con su hija Silvia Saavedra, para dejar flores al sepulcro de José Saavedra Velasco, fallecido hace quince años. Le dejaron rosas, margaritas y paniculatas, «siempre naturales y durante todo el año», especifica Montejo, que relata cómo su marido falleció hace quince años hablando con ella y sin haber sufrido enfermedad alguna.
Recuerdos de familiares y amigos brotan a borbotones tal día como ayer en el cementerio de La Carriona, donde Alejandro Jiménez y su primo Pepe Gabarre reafirman la necesidad de cultivar «la devoción y el respeto a los mayores, porque todos estamos aquí por ellos».
El párroco Francisco Javier Panizo ofició la misa de Todos los Santos en el camposanto avilesino. «Es una misa de alegría por los que están en el cielo y será ágil para que no nos pille la tormenta», anunció el cura antes de empezar la homilía que llenó el cementerio de La Carriona. Panizo estuvo asistido por Fernando Suárez y sor María Jesús, que dieron la comunión a los centenares de feligreses que asistieron a la misa de campaña.
María Teresa Prada y su hija María Teresa Álvarez también acudieron a la cita con los difuntos en La Carriona. Visitaron el sepulcro de sus ancestros y llevaron flores. «Es importante estar pendiente a lo largo del año de los que nos precedieron, por respeto. Mantenemos todo limpio», señalan ambas. También Consolación Bobes y otros avilesinos llenaron ayer el cementerio de La Carriona de flores y de recuerdos de sus familiares y amigos. Rosas, claveles y otras especies ayudaron a colorear un variopinto escenario en el que la lluvia, al menos durante la mañana, no hizo acto de presencia. Llegó incluso a brillar el sol, quizás una metáfora de que la luz siempre se acaba abriendo paso entre los nubarrones.
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