Villalegre: raíz indiana y corazón fabril

La recuperación del antiguo ambulatorio o hacer del entorno un espacio de integración son algunos de los objetivos de la asociación vecinal, que busca rejuvenecerse

Una estampa de Villalegre.

Una estampa de Villalegre. / Ricardo Solís

Lorena Landázuri

Lorena Landázuri

Un barrio cimentado en las raíces indianas, pero con una marcada esencia industrial. Así podría definirse Villalegre, una zona ubicada al sureste de Avilés, en el linde con el vecino concejo de Corvera, y cuyos residentes también fueron parte de la hornada de obreros que en la década de los años cincuenta llenaban la fábrica de la desaparecida Ensidesa. Una zona hermanada con La Luz por su pasado fabril y por ser ambos semilleros de la ciudad. "Los dos barrios comparten un pasado común al crearse para albergar a trabajadores de la siderurgia", cuenta Patricia Martín, secretaria de la asociación de vecinos "El Marapico" de Villalegre.

De la bonanza nacida al calor de la gran industria quedan aún las viviendas obreras que contrastan con los palacetes como el del Foco, donde se ubicaba el antiguo albergue, El Puente o La Perla. muestra de la opulencia de las residencias de aquellos que retornaban tras hacer las Américas. Poco queda ya de aquellos años dorados, en los que a las lujosas viviendas no les faltaban las palmeras como símbolo de estatus social. Ahora, la realidad la encarna una población principalmente obrera, deseosa de un barrio en el que poder hacer vida. "Tenemos pocos espacios de uso público. El centro cultural no se sabía hasta hace poco si pertenecía a las áreas de Participación Ciudadana o a la de Cultura. Esto hacía que se pasasen la pelota unos a otros cuando teníamos alguna queja", relata Martín.

Patricia Martín, ante el edificio del antiguo ambulatorio de Villalegre.

Patricia Martín, ante el edificio del antiguo ambulatorio de Villalegre. / Ricardo Solís

Sin embargo, hay un asunto recurrente entre los vecinos: el estado en el que se encuentra el antiguo ambulatorio ubicado en la calle Francisco Legorburu, popularmente conocida como Domingo López, un edificio abandonado después de que los bajos quedasen sin actividad. "Genera muchos problemas. Tiene los cristales rotos, las puertas reventadas...", denuncia la secretaria de la asociación vecinal.

Por el momento, los residentes aguardan con escepticismo la nueva vida que Villalegre confía en dar al espacio. "En el primer y segundo piso van a hacer viviendas y en la parte de abajo un centro social. Eso sobre el papel queda perfecto, pero habrá que ver si se cumple", añade Patricia Leiva, presidenta de la agrupación.

Entre las novedades que presenta el barrio destaca el "pump track", una instalación compuesta por dos circuitos situada en la calle Alonso Ojeda, destinada a los aficionados a hacer acrobacias sobre ruedas y que fue inaugurada el año pasado. "El recinto lo usa mucha gente, pero también tiene sus pegas. En los alrededores no hay papeleras, los árboles de la zona parece que estén enterrados y no plantados… lo útil sería que el Ayuntamiento nos escuchase y conociera las necesidades del barrio. Un parque para perros es un ejemplo de espacio necesario en Villalegre", reivindica Martín.

El espíritu navideño del barrio también parece brillar, aunque en este caso por su ausencia. Más concretamente por la escasa iluminación propia de estas fechas, lo que ha llevado a los vecinos a plantar su árbol más reivindicativo en la plaza de la Hispanidad. Se trata de un abeto confeccionado íntegramente con ganchillo, fruto de la labor de un grupo de vecinas del barrio. "Parece que nos han puesto lo que les sobró en el centro de Avilés", reclama la secretaria de la entidad vecinal.

Sin embargo, la Navidad sí parece haber llegado al centro social, donde Patricia Leiva y Pruden Marcos, una de las veteranas de "El Marapico", ultiman los detalles del árbol que preside un zona del inmueble "Los mayores son los más activos en la asociación y estamos encantados, pero necesitamos que se implique también la gente joven, si no el movimiento vecinal acabará desapareciendo y es muy necesario para llegar a los ayuntamientos y pelear por los barrios", subraya Martín.

Entre las razones de la falta de participación de los jóvenes, la secretaria alude a la falta de estabilidad laboral que obliga a buena parte de la población juvenil a marchar de sus barrios en busca de un futuro mejor. "Aquí había miembros de la asociación que marcharon a estudiar o a trabajar a otras comunidades y acabaron abandonando el proyecto", cuenta.

Patricia Martín, junto a una zona de patinaje.

Patricia Martín, junto a una zona de patinaje. / Ricardo Solís

Hacer de Villalegre un barrio integrador es otro de los objetivos que persigue la asociación. Para lograrlo, ponen el foco en el ámbito municipal para fomentar la convivencia con la población de etnia gitana que reside en el barrio. "Vamos todos al mismo colegio público, estamos en el mismo espacio y no veo actividades en las que ellos puedan participar", dice Martín.

Por el momento, los vecinos presumen de conservar algunas de las tradiciones más añejas, como la fiesta del puchero. Una celebración que tiene parte de pagana y de religiosa y que consiste en lanzar un puchero y según los fragmentos en los que se rompa así de próspera será la relación. "Era la forma de conocer mozos en la época. También seguimos repartiendo el bollo y el vino y celebrando el amagüestu. Muchas de estas actividades las organizamos en colaboración con nuestros vecinos de La Luz", continúa explicando la secretaria de la asociación.

Desde "El Marapico" no sueñan con recuperar la "dolce vita" de la que alardeaban los indianos, solo aspiran a tener un barrio "en el que quedarnos, que no sea un lugar de paso, sino que apetezca estar, abierto a todos", recalca Patricia Martín. Un propósito en el que los vecinos se esmeran mediante talleres y demás actividades que fomenten la participación ciudadana.

"La sociedad tiene que aprender a participar. Con el tiempo, se fue perdiendo algo tan básico como pedirle sal al vecino, quedar para conversar, reunirte en algún local común… creo que parte de ese carácter se fue perdiendo y hay que recuperarlo de alguna manera. Hay que volver a hacer barrio y estar juntos", concluye.

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