balcón al muelle

Más maestros que genios

El ejemplo del programa "El arte que conecta" del Prado y la visita al Niemeyer de la obra de Carreño Miranda para reflexionar sobre la política cultural e industrial de Avilés

La consejera de Cultura, Vanessa Gutiérrez, dialoga con Víctor Cageao, coordinador de Conservación del Museo Nacional del Prado, ante el cuadro de Eugenia Martínez Vallejo de Juan Carreño de Miranda.

La consejera de Cultura, Vanessa Gutiérrez, dialoga con Víctor Cageao, coordinador de Conservación del Museo Nacional del Prado, ante el cuadro de Eugenia Martínez Vallejo de Juan Carreño de Miranda. / Mara Villamuza

Covadonga Jiménez

Covadonga Jiménez

Para Fernando Savater, que ha puesto nombre de guiso asturiano a su último ensayo ("Carne gobernada"), el verdadero problema de esta sociedad es que se ha dejado de discutir sobre la formación de los ciudadanos, y así nos va. Aquí, y en Creta, en Singapur o en San Diego. El mundo, dice Savater, está lleno de genios pero hacen falta maestros. Por eso, que a alguien como al popular ensayista que vive en el desengaño político se le escuche decir que se reconoce como buen profesor porque comprende la ignorancia de quienes le escuchan no hace más que ahondar en el que debe ser el papel del maestro.

La relación entre el mentor y el discípulo puede compararse con la que existe entre la aguja y el hilo. El mentor es la aguja y el discípulo, el hilo. Cuando cose, la aguja va a la cabeza, pero al final se vuelve innecesaria, y es el hilo el que queda y mantiene todo unido.

De completar el cimiento de otros sabe bien uno de los maestros del retrato, el avilesino Juan Carreño de Miranda, autor, entre otras muchas obras de "Eugenia Martínez Vallejo, vestida", el cuadro que se exhibe estos días en el Centro Niemeyer gracias al programa "El arte que conecta" del Museo del Prado.

Aunque durante la mayor parte de su carrera, Carreño se dedicó a la pintura religiosa, su nombramiento en 1669 como pintor de cámara hizo que durante los últimos años de su vida se dedicara preferentemente al retrato. En ese tiempo representó a la familia real, a importantes cortesanos y a bufones del palacio y otros personajes que llamaban la atención por sus características físicas o psicológicas. Entre ellos figuró Eugenia Martínez Vallejo, una niña que fue llevada a Madrid en 1680, con seis años de edad, y por cuya fisonomía fue objeto de la curiosidad general.

La indumentaria de la protagonista del cuadro sirve al autor para mostrar hasta qué punto fue uno de los artistas españoles posteriores a Velázquez que supo combinar de manera más experta riqueza cromática con valentía de pincelada y con seguridad compositiva, sostienen los expertos.

Por eso, la oportunidad de aunar la voluntad del Museo del Prado de extender su presencia por España, acercando, junto a la que se puede ver estos días en el Niemeyer, otras 17 obras maestras de su colección a otras tantas ciudades repartidas por toda la geografía nacional, con el interés de la ciudad por potenciar su actividad cultural debería llevar a reflexionar acerca de qué rumbo desea tomar Avilés para las próximas décadas en su política cultural. No ambicionar una mayor proyección para su centro más internacional en la margen derecha de la ría, abandonar –a la suerte que otros municipios deseen para ello– el proyecto de filmoteca regional o no dar el peso necesario a la cultura en la interlocución institucional impide expandir la verdadera riqueza de este territorio.

El otro acervo local, el que tiene que ver con su raíz industrial, ve tambalearse estos días una de sus bases con la próxima salida –en menos de un mes– de la división de vidrio para el automóvil de las instalaciones de Saint-Gobain, en la margen izquierda de la ría. Más allá de la discusión acerca de que políticos de uno u otro signo abracen más o menos a los trabajadores, conviene avanzar hacia un frente común donde todas las instituciones se alineen para lograr la solución más favorable para la plantilla. Lo contrario sería ponerse de lado y no posibilitar decisiones que impulsen el impacto económico y social necesarios.

Más allá del ámbito local, al Gobierno asturiano también le atañen las críticas en el asunto de Saint-Gobain, pues en varias ocasiones se le ha tildado de "seguidista" del central. No se ha escuchado tampoco –cuando los nubarrones acechan al pulmón industrial de Asturias– la voz de la patronal asturiana.

La comarca de Avilés pierde una parte importante de su población, la gente joven se marcha y los que se quedan a partir de los 40 entran en una dinámica terrible. No habrá subvenciones millonarias ni grandes premios para lo que se queden fuera, pero Asturias y Avilés no se pueden permitir seguir encabezando la lista de territorios que menos crecen en nuestro país por ejemplos como el de Saint-Gobain, donde hay más genios que maestros en busca de la solución.

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