Entrevista |

Miguel Jiménez, jefe de Rehabilitación del HUSA: "Necesitamos más médicos para bajar la lista de espera, pero no los hay"

"La obesidad y la falta de ejercicio es lo que provoca el dolor de espalda en los niños, y no el peso de las mochilas del colegio"

Marián Martínez

Marián Martínez

Miguel Jiménez Álvarez (Avilés, 1957) es el jefe del servicio de Rehabilitación del Hospital Universitario San Agustín. Estudió Medicina en la Universidad de Oviedo, y realizó la especialización en el antiguo Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), donde permaneció tres años, hasta que en 1990 llegó al hospital avilesino. Se trata de uno de los servicios con más demanda y lista de espera para una primera consulta, pero asegura que el problema no es que no se quiera aumentar la plantilla, sino que no se encuentran especialistas. A lo largo de la conversación en su despacho, rompe con muchos mitos, y se muestra favorable con la reordenación de áreas sanitarias que se plantea desde el Principado.

–¿A cuántas personas nuevas ven cada año en rehabilitación?

–Primeras consultas hacemos unas 3.000 al año, más las personas que se revisan, que son 4.000. En total, 7.000 anuales.

–¿Y con qué plantilla cuentan?

–Médicos rehabilitadores somos cuatro. El Hospital San Agustín se inauguró en 1976, y la plantilla orgánica de rehabilitación eran cuatro médicos, pero siempre fueron tres hasta 2005. En aquella época solo se veían pacientes del hospital, luego se amplió a los especialistas que había en el ambulatorio, y en 1992 fuimos el primer hospital de Asturias que se abrió a recibir directamente pacientes de atención primaria. No tenía sentido que tuvieran que esperar la lista de espera de otro especialista para que nos lo enviara a nosotros, en lugar de hacerlo directamente. Y eso creó mucha demanda.

–La lista de espera es enorme. ¿Cree que fue un error?

–No, fue un acierto. Lo que faltó fue compensarlo con un incremento de plantilla. Pero en aquellos primeros años se veían unas 1.400 o 1.500 consultas nuevas al año, menos de la mitad. Fuimos también el primero que pasó a hacer consultas en Primaria. Nosotros nos desplazamos a los centros de salud a ver pacientes, no a todos, porque no damos abasto, pero menos a Castrillón, a todos los que tienen fisioterapia vamos un día cada tres semanas como primera consulta y luego mantenemos la relación con el fisioterapeuta para realizar determinadas revisiones.

–Perdone la insistencia, pero la lista de espera para su servicio es de meses.

–La demanda para la primera consulta con el médico rehabilitador llega a los cuatro meses. Es mucho. Es cierto que hay menos población, pero es mucho mayor de edad, y que la rehabilitación se abrió a muchos más campos.

–¿A cuántos más?

–La rehabilitación es volver a habilitar a la persona para que pueda desarrollar una vida plena. Atendemos todas las enfermedades que provoquen limitaciones, analizando de qué manera podemos mejorar esa situación para que el paciente sea más independiente. El campo inicial era la traumatología, los lesionados medulares, que en su mayoría eran también de origen traumático, y los amputados. Luego se empezó a tratar a enfermos neurológicos, con secuelas de ictus, pacientes con traumatismos craneoencefálicos, y luego se fueron añadiendo más y están la rehabilitación respiratoria, los linfedemas (hay muchos tras cirugía de mama), lo más novedoso en los últimos años es la rehabilitación del suelo pélvico, y luego hay un campo muy grande en todo lo que es infancia: enfermedades reumáticas, traumatológicas, y sobre todo neurológicas y enfermedades raras. Esto es aquí, porque el HUCA es centro de referencia para algunas especiales como son lesionados medulares y amputados.

–¿Cree que la población entiende bien lo que significa hacer rehabilitación?

–Siempre se entendió como un sitio al que vas para que te hagan cosas, cuando es ir a que te enseñen a hacer cosas, porque los aparatos de tratamiento de rehabilitación tienen poca evidencia científica, pero son un buen complemento, una pequeña ayuda para lo importante, que es adiestrar el ejercicio que sirva para recuperar y la educación en los autocuidados. La rehabilitación requiere un esfuerzo por el paciente.

–Dicen los fisioterapeutas que hay muchas lesiones de "nuevos" deportistas.

–Vemos muchas lesiones en el que empieza, en el que tiene una rutina, pocas veces se ven. Ahora se ven muchas lesiones de manos y de codos, tendinitis por exceso de actividad en el que hace jardinería de fin de semana, y mucho menos en los jardineros.

–¿Y hay muchos malos hábitos posturales que pueden desencadenar daños?

–Eso es un mito. Lo del niño que se sienta mal, el peso de las mochilas, los trabajadores que se colocan de mala manera delante del ordenador… Esto puede crear pequeños problemas de dolores de sobrecarga tensional, pero nunca son causa de nada. Ni la columna se va a torcer por sentarse mal, ni los niños van a padecer lumbalgia porque la mochila pese un poco más. Lo van a padecer por sobrepeso y porque hacen poco ejercicio.

–Pero hay estudios que recomiendan que los niños no lleven mucho peso en la mochila.

–La Asociación Americana de Pediatría recomienda que nadie lleve una mochila con un peso mayor que el 10% del peso de su cuerpo. Si uno mira las mochilas que los niños llevan al colegio, todas superan ese 10%. Llevan demasiado, es verdad, pero se han hecho miles de estudios sobre esto y no hay ninguna evidencia de que eso favorezca que padezcan más de la espalda, y sí hay una evidencia enorme de que la obesidad infantil es un factor de riesgo de dolor de espalda.

–¿Cómo está ahora el equipo del servicio de rehabilitación?

–Cuando se puso en marcha el hospital había seis, en 2005 pasamos a ocho y en 2020, con el covid, aumentó la plantilla a los 14 que son ahora. Y hemos solicitado dos. La lista de espera de los fisioterapeutas bajó y los casos urgentes pueden tener dos o tres semanas de demora, aunque es cierto que hay algunas algias crónicas que pueden estar esperando dos o tres meses para empezar.

–¿Y ese incremento tan fuerte de repente?

–A raíz del covid, el gimnasio se convirtió en una UCI durante un tiempo, y los fisioterapeutas trataban a los pacientes en la UVI y en las habitaciones. El resto de servicios vieron los buenos resultados que se conseguían y que acorta las estancias, y empezó a aumentar la demanda. En 2015 veíamos a 200 pacientes hospitalizados, y el año pasado fueron 550.

–Pues a lo mejor hay que demandar un incremento de médicos rehabilitadores en la misma proporción.

–Sí, el problema es que no los hay. No es que la Administración no tenga dinero para invertir en aumentar la plantilla, es que no los hay. Y esto va a ser un problema enorme en la mayor parte de especialidades en los próximos años.

–¿Y todos los que se forman, dónde están?

–Muchos se han ido al extranjero, por dinero y por mejores condiciones, por la estabilidad laboral. Pero hay otro factor: Estas largas listas de espera hacen que la medicina privada suba como la espuma, y está pasando lo que era impensable en otra época, que es que se abandona la medicina pública para irse a la privada. Hay casos de quienes incluso renuncian a la plaza. En Atención Primaria pasa mucho porque la carga de trabajo es tremenda.

–¿Qué opinión le merece el plan del Principado de concentrar las áreas sanitarias?

–La fusión de Avilés va a ser con Jarrio, pero ya ahora se atienden a pacientes de allí en algunas especialidades. Los oncólogos de aquí pasan consulta en Jarrio, y en Urología también se apoyan mucho... Todos quisiéramos tener un hospital de primer nivel en el portal de casa, pero creo que hay que racionalizar los recursos, económicos y humanos. ¿Por qué Asturias tenía ocho áreas sanitarias? Es un privilegio, hay pocas comunidades autónomas con ese volumen de hospitales. Pero en su día estaba justificado porque las comunicaciones eran horrorosas. Pero hoy, de Oviedo a cualquier parte de Asturias, no lleva más de una hora.

–Pero la división a favor y en contra es enorme.

–No sé cómo lo van a hacer, y es cierto que es un perjuicio desplazarse a Avilés para una consulta normal. Pero no tiene por qué ser así. Lo que hay que buscar es que esta concentración se traduzca en que determinadas cirugías se pueden hacer en Avilés, sin necesidad de duplicar equipos, y que los médicos de aquí y de allí sean del mismo equipo y se puedan intercambiar de vez en cuando. Eso también sería bueno para los profesionales, porque les enriquecería. Creo que a la larga sería enriquecedor para todo el mundo. Básicamente lo que hay que conseguir es que no se sienta que se pierde algo que se tenía, sino que se sienta que se gana.

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