Entrevista | Jaime Sordo Coleccionista de arte, creador de la colección Bragales que se puede ver en la exposición "Sin cerraduras II" en el Valey de Castrillón

"En mi época de estudiante en la Laboral comenzó mi afición al arte que llamamos contemporáneo"

"Mi colección debe estar permanentemente fuera de casa, es lo mejor que puedo hacer; la cultura y el conocimiento hay que transmitirlos"

Jaime Sordo, durante la presentación de la última exposición en el Valey.

Jaime Sordo, durante la presentación de la última exposición en el Valey. / M. Villamuza

Noé Menéndez

Noé Menéndez

Aunque Jaime Sordo González reside en Cantabria, "pegado a Cabárceno y a 15 minutos de Santander", parte de su sangre, como él mismo reconoce, es asturiana. El prestrigoso coleccionista de arte pasa muchos días en territorio astur, exponiendo sus obras en espacios como el Valey de Castrillón –donde se puede visitar la exposición "Sin cerraduras II", de la colección Bragales– o también en Avilés. En unos días recibirá un homenaje que confiesa que le hace especial ilusión. Sus compañeros han decidido rendirle tributo en ARCO , el próximo 8 de marzo. Una feria a la que Sordo acudió durante años por su papel activo como presidente de la Asociación de Coleccionista de Arte.

–¿Qué supone para usted este galardón?

–Después de muchos años dedicándome al arte, para mí es muy importante, porque me lo dan mis amigos. He presidido la Asociación de Coleccionistas Privados de Arte durante 12 años y este es el último, porque lo dejó. Ya daba la sensación de que la asociación era mía, y no quería eso. Lo comuniqué hace dos años y hemos conseguido crear una nueva candidatura con mucha de la gente que ha estado conmigo. El homenaje surgió hace quince días y no puedo estar más contento.

–Siendo de su gente cercana le hará incluso más ilusión.

–Va a haber mucha gente del sector, por ejemplo, del IAC (Instituto de Arte Contemporáneo), una institución formada por más de 400 personas que viven del arte. La verdad que es algo muy especial para mí.

–¿Cómo empezó su afición por el arte?

–Estudiando en Gijón, en La Laboral. En mi época de estudiante siempre me acercaba al arte, al arte de aquel momento, al que hoy llamamos contemporáneo. En Gijón fue donde compré mi primera obra de arte, un cuadro de Pepa Osorio. A partir de ahí empecé a trabajar y a tener cierta capacidad económica, y gran parte de lo que ganaba lo usaba para comprar arte. Mi novia de aquella, la que ahora era mi mujer, estaba hasta preocupada, decía que todo mi saldo iba para los cuadros. "No tendremos ni coche ni nos vamos a casar como sigas así", era su frase. Por suerte ha ido bien y ya tenemos hasta nieto. Empezó en los años 70, son 40 años de una pasión. Esto funciona como la cocaína, adquieres las cosas que vas viendo porque no puedes parar.

–Ahora sus obras se pueden ver expuestas en Asturias, ahora mismo en el Valey.

–En el Valey estuve de patrono durante un tiempo. He patrocinado una beca, que se llama Joven Los Bragales, que cuando la dejó el Principado la retomé yo. En el Valey llevó seis exposiciones de los artistas becados y dos de mi colección personal.

–No es de quedarse usted con su colección de arte en casa.

–En mi casa tengo 35 obras, pero no puedo tener todas. La colección está en un almacén. Siempre he mantenido que cuando compras un cuadro, lo que tienes en el título de propiedad, pero el valor esencial, las emociones que trasmite, la cultura y el conocimiento, hay que transmitirlo. Es como si tienes un árbol muy singular en tu finca, es tuyo, pero tiene que poder verlo todo el mundo. Mi colección debe estar permanentemente fuera de casa, siempre que un profesional consideré que es buena idea exponerla en una galería. Desde que me jubilé llevo 90 exposiciones en diez años. Creo que es lo mejor que puedo hacer y siempre estoy encantado de llevarla a donde haga falta.

–¿Nunca ha tenido la intención de probar usted?

–Yo soy ingeniero industrial, estoy en la antítesis de lo que es la emoción y el arte a nivel práctico. En cambio, convivo con ello. Yo no tengo la capacidad ni los conocimientos como para hacer esas cosas, yo vivo el arte. Es otra cosa.

–Se formó en Gijón y tiene una gran relación con Asturias. Es ya, prácticamente, su segunda casa.

–Tengo una teoría sobre eso. En ingeniería industrial trabajamos con la mecánica de fluidos, que consiste en que, para que se mueva un fluido, necesita una bomba y unas tuberías. En mi caso, la bomba es el corazón y las tuberías son las venas y las arterias. Mi corazón bombea sangre cántabra, es dónde vivo y donde está mi familia, pero por las arterias me corre sangre asturiana. Estuve ocho años en La Laboral, estuve trabajando en la instalación de aires acondicionados en Caja Asturias, estuve en la fundación de La Laboral, he expuesto en Gijón, en Avilés… Asturias para mí es muy importante.

–¿Qué le deparará el futuro?

–Los próximos años son de reflexión, de disfrute. Voy a cumplir 79 años y mi colección está muy forjada en el tiempo. Por mucho que compre ahora, es imposible que lo vaya a disfrutar otros cuarenta años. Cuando uno llega a cierta edad tiene que disfrutar. Ahora estoy en una fase de análisis, siguiendo con mi colección y ofreciéndola a quien la quiera ver.

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