Cocina menuda en el San Fernando: así se han convertido los alumnos en auténticos "Master Chefs"

«Esto es más divertido que las Matemáticas», bromeaban los alumnos, que disfrutaron de ser cocineros por un día

Noé Menéndez

Noé Menéndez

«Oído cocina». El San Fernando pasó ayer de ser un simple colegio a convertirse en una prestigiosa escuela de chefs. Los alumnos de cuarto de Primaria participaron en una tarea organizada por Alimerka e impartida por Planeta Zeta en la que, durante unas horas, se pusieron manos a la masa para cocinar unas pizzas, con las que aprender conceptos relacionados con el medio ambiente, la variedad de los ecosistemas y, como no podía ser de otra manera, sobre cocina.

Tras realizar una parte teórica, en la que se pusieron al día sobre los productos que iban a utilizar y la importancia que tiene una vida sana, llegó la hora de colocar la tabla de cortar delante de las narices. En grupos de seis, las profesoras empezaron a explicar los primeros pasos a seguir para crear su pizza. La primera tarea se repartió en seis partes: unos cortaban los pimientos, uno verde y otro rojo, otros las manzanas y, los que tenían más suerte, se dedicaban a pelar las zanahorias. Todo para crear un pisto de verduras que acompañase a la masa de la pizza, echa con anterioridad con patata; al pollo y a los tomates cherry. Aunque todos tenían su tarea, alguno se lamentaba de no poder trabajar con su hortaliza preferida o, en algunos casos, no poder cortar el pimiento del color que más les gustaba.

Aunque los participantes no llegaban a los diez años, muchos reconocían que no era su primera vez con el gorro de chef en la cabeza. «Cocinar es algo que me gusta mucho. En casa lo suelo hacer con mis padres. Mi hermana me enseñó y siempre que puedo intento practicar un poquito», confesaba Nicolás García, uno de los niños que más se afanaba a la hora de cortar las verduras. «A mí también me gusta mucho. Es una tarea muy divertida que hacer en familia, es algo que me encanta. Quiero aprender a hacer más recetas para poco a poco ir mejorando», apuntaba Javier Carballo, su compañero de mesa.

«Esto es mucho más divertido que estudiar matemáticas», bromeaban en otra de las mesas, donde prácticamente reconocían que eran unas expertas en los fogones. «He hecho bizcochos de chocolate, mantecados, bollinas... Todo con mi abuela. Mi especialidad son los postres», sostenía Laura González, que junto a sus amigas fueron de las primeras en terminar la tarea. «Yo alguna vez hice croquetas y algún que otro plato con tomate», indicaba una de sus amigas. Eso sí, todas estaban de acuerdo en lo mismo: nadie quería ser chef de mayor a pesar de su pericia en la cocina. El taller, además de trabajar conceptos relativos al medio ambiente, consumo responsable o la variedad de los ecosistemas, también busca estimular la autoestima y la capacidad de gestión del alumnado a través del aprendizaje de técnicas culinarias, medidas de seguridad e higiene en la cocina, alimentos de temporada y envasados. Con ello, quieren favorecer la socialización a todos los niveles desde la comprensión y aprecio de las labores relacionadas con comer y cocinar.

Su trabajo, además, no fue en balde. Después de pasarse toda la mañana cocinando y peleándose con los cuchillos y los peladores, los alumnos del San Fernando se pudieron llevar su creación culinaria a casa, para así poder enseñársela a su familia. Aunque alguno no lo quería reconocer, quizá de aquí nazca, en unos años, un afamado chef.

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