El maestro zapatero de Avilés se jubila, pero aún atenderá un último encargo (y tiene que ver con la Semana Santa)

Ricardo Pérez, reconocido artesano con tienda en la plaza Álvarez Acebal, cierra un negocio que se mantuvo abierto más de un siglo y por el que pasaron tres generaciones

El maestro zapatero, Ricardo Pérez, con una de las sandalias de los «sanjuaninos» avilesinos en sus manos. | Mara Villamuza

El maestro zapatero, Ricardo Pérez, con una de las sandalias de los «sanjuaninos» avilesinos en sus manos. | Mara Villamuza / Christian García

La plaza de Domingo Álvarez Acebal es un lugar de tránsito que conecta diversos puntos de Avilés. Por sus calles, los transeúntes suben y bajan la calle Galiana. Los días lluviosos, los soportales sirven de cobijo. Entre ellos, en un espacio recogido, casi invisible para quienes cruzan por allí sin prestar atención, se esconde un pequeño espacio donde, durante más de cien años, los avilesinos han acudido a reparar sus zapatos. En su interior, Ricardo Pérez, el maestro zapatero, apura sus últimas semanas de oficio. Y es que, a finales de marzo, tras más de cuarenta años detrás del mostrar baja la persiana. "Al fin" se jubila, dice.

"Yo siempre vengo bien, siempre. Este es un sitio y un trabajo que me gusta", asegura Ricardo, que cada mañana abre la puerta de su local a las diez de la mañana. La primera labor, afilar las herramientas para tenerlas preparadas antes de comenzar a trabajar con "el motor", una máquina que permite lijar, dar cera a los cantos del zapato y sacar brillo. "Es un multiusos que empiezas por un lado y terminas por el otro", comenta.

Pero entre todos, destacan varias fotos. Una, en grande y en la puerta que da acceso a la parte trasera de la zapatería, del propio Ricardo, realizadas por Manolo Egocheaga –"un fotógrafo bueno, bueno"– mientras el artesano trabaja durante un día despejado en la entrada del local. Otras dos, de su abuelo, Emilio Menéndez, y su tío, Ramón, quienes antes que él también se encargaron de adecentar y apañar el calzado del vecindario avilesino. "Lleva más de un siglo esto. Mi güelo estaba soltero de aquella. La zapatería puede tener tranquilamente 110 años", comenta Pérez.

Y es que, pese a que el espacio parece "una zapatería al uso", Ricardo apunta a que es bastante "particular", ya que en su día sirvió de colombófila para la Asociación de Palomas Mensajeras del Ejército. Ya con su tío Ramón a cargo, el maestro zapatero de Avilés pone énfasis en otro apartado relevante: las tertulias mañaneras con clientes que acuden a la zapatería. "Hablamos de todo", señala Ricardo, que apunta que es "muy importante" ya que "participan muchos personajes de Avilés". En las paredes del local, decenas de retratos con muchas de las figuras populares de la villa.

"Esto se aprende mirando, pero también tiene que salir de ti", explica él, al tiempo que apunta quién su mentor: su tío, cuando apenas tenía 17 años. En todo este tiempo, Ricardo Pérez señala que la caída del negocio "se veía venir" desde que comenzaron a popularizarse los "playeros", y es que los zapatos "de suela se ven de forma contada". Según explica, a día de hoy, el negocio sobrevive "gracias a los tacones que traen las mujeres".

"Los hombres, paisanos o guajes, caen en la moda de zapato que da igual cuidarlo, tienen una caducidad que tienes que comprar cada poco", argumenta. Del mismo modo, la clientela "es la de toda la vida". "La gente suele ser fiel, por tradición y rutina", comenta Ricardo, que asegura que algunos "vienen con el perro, charlan y pasan el rato". Pese a que el trabajo ha disminuido, el maestro zapatero, como los de antaño, ha seguido "realizando apaños" a todo lo que se le ha podido echar mano. "Se hace de todo un poco. Arreglar bolsos, o hacerlos a veces también, poner cremalleras... Todo lo que entra aquí y sabes hacerlo", detalla Ricardo, quien garantiza que "no hace falta música ni radio", ya que la rutina lleva a los asiduos cada mañana a comentar las novedades del día a día.

Pese a que la zapatería echará el cierre a finales de mes, aún tiene una última labor por delante: preparar las sandalias para dos de las cofradías de Avilés, la de los "Sanjuaninos" y el Beso de Judas. "Soy su zapatero oficial", bromea Ricardo, que lleva cuarenta años adecuando el calzado a los participantes. "Suelen valer para un par de años" pero, llegado el caso, "se estira la plantilla y se cambian las tiras".

La zapatería, explica Ricardo, no morirá con su marcha. Una vez que cierre, promete que "seguirá disponible" para hacer las tradicionales tertulias. "Tal día y tal hora, tertulia para criticar a quien toque", comenta el zapatero. Además, guardará la maquinaria y herramientas que hasta ahora ha utilizado, y que podrá seguir visitando el alumnado de los colegios, que suelen acudir "de vez en cuando". Y entre esas herramientas se encuentra una muy especial, un martillo "que tendrá 150 años" que pasó por su abuelo y lleva casi medio siglo con él. "Todo seguirá aquí, pero este martillo se irá conmigo", promete Ricardo, que a partir de ahora dedicará sus tardes a recoger a su nieta del cole, mientras que las mañanas serán, como hasta ahora, "para las tertulias".

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