Los trabajadores de Saint-Gobain toman la palabra para evitar sus despidos

La empresa defiende el cierre de parabrisas en Avilés porque es más barato fabricarlos en otros centros donde los sueldos son más bajos

Aspecto de la manifestación trabajadores de Saint-Gobain en el verano de 2022.

Aspecto de la manifestación trabajadores de Saint-Gobain en el verano de 2022. / María Fuentes

Saúl Fernández

Saúl Fernández

El primer encuentro de los representantes sindicales de la fábrica que la multinacional Saint-Gobain tiene en Avilés con el Gobierno regional está fechado para este mediodía, una semana después de que la compañía que preside Benoit Bazin comunicara, de sopetón, que había decidido cesar la actividad el departamento de parabrisas de La Maruca. Este encuentro es con el Viceconsejero de Industria, con Isaac Pola. La consejera del ramo es Nieves Roqueñí.

En paralelo, los trabajadores de la fábrica –todos: los del departamento de construcción y también los de Sekurit– están convocados a una concentración en la puerta del centro industrial. Será de 12.00 a 16.00 horas: el final del turno de la mañana y el comienzo del de la tarde.

Las dos partes actualmente, discuten los argumentos que la empresa ha presentado para justificar mandar a la calle a, al menos, 160 personas empleadas directamente en el negocio del automóvil y las 122 que, calculan los primeros, realizan labores auxiliares en la nave más cercana a la puerta de salida. Estos argumentos van desde que la plantilla cobra mucho a que la fábrica de Avilés no ha sido capaz de pescar nuevos negocios que alimente sus instalaciones (acaba de perder, en enero, el de los recambios).

Dice la compañía, por ejemplo, que la pandemia rompió para siempre la capacidad industrial de la planta de La Maruca. Y esto lo dijo en 2020, en 2021, en 2022 y en 2023 (la plantilla de Saint-Gobain Cristalería ha ido expediente de regulación –temporal, por extinción...– por año). Los trabajadores no se muestran muy de acuerdo. Aseguran que estos números salen de decisiones de la dirección porque los trabajadores nunca han aceptado –o aceptan a regañadientes– que estas decisiones se sustenten en realidades de mercado.

De esta manera, en 2017 –sin pandemia– el número de parabrisas avilesinos fueron 1,5 millones. Un año después habían subido a 1,7 millones. Más si cabe en 2019, que se cerró con 1,9 millones. Cuando llegó el coronavirus, en 2020 el descenso con respecto al ejercicio inmediatamente anterior fue de 800.000 parabrisa, es decir, la fábrica de Sekurit de Avilés comenzó a bordeabr la frontera del millón de parabrisa anuales (se quedó en poco más de 1,1 millones). La traspasó en 2021. Entonces salieron de Avilés 943.000 parabrisas.En 2022, el año de los veinte días de huelga, subió un poco la cantidad de trabajo realizado, pero seguía por debajo de ese millón de piezas que se había convertido en una cifra simbólica.

La empresa asegura que la capacidad de ventas está lejos de los límites simbólicos prepandémicos. Y dice más, asegura que los ingresos por ventas ha vuelto al año 2019, pero se justifica asegurando que este incremento es «aparente» porque viene en realidad de la inclusión en el balance de cuentas de los ingresos de Portuga (Santa Iria). La compañía también reprocha a los trabajadores lo que cobran, dicen que es uno de los motivos de su caída de ingresos.Sostiene, por ejemplo, que el coste por hora de esta mano de obra no solo supone más del «triple» que, por ejemplo, el Polonia y más de dos veces y media que en Chequia, si no que también es más alto que Francia o Alemania.

Además, insiste la compañía, hacer ciertos parabrisas en Avilés frente a hacerlos en Kénitra, que está cerca de Rabat, en Marruecos, es la diferencia entre ganar dinero y perderlo. Y perder mucho. Pero es que las dificultades que presenta Avilés son todavía más profundas. La compañía asegura que la planta de La Maruca no es capaz de hacerse con negocios nuevos que den nueva vida a sus instalaciones (es lo que ha estado haciendo desde que la multinacional fue cerrando centros y trasladando líneas de producción que finalmente absorbió Avilés). Los trabajadores ven este punto de vista de distinto modo: aseguran que en Kénitra se fabrican parabrisas que antes correspondían a Avilés, o sea, que la compañía ha optado por vestir un santo desvistiendo a otro.

Los trabajadores tienen previstas asambleas esta semana para conocer de manera directa el resultado de los encuentros informales con la dirección. Y tomar decisiones. De momento sacan a la calle la crisis.

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