Un historiador avilesino pide quitar el nombre al Suárez Puerta: "La ley ha de cumplirse"

Las jornadas sobre Niños de la Guerra abren con charlas de historiadores que ponen en contexto el exilio republicano de menores en 1937

Un momento de las sesiones celebradas ayer en la Casa de Cultura sobre memoria histórica. | R. Solís

Un momento de las sesiones celebradas ayer en la Casa de Cultura sobre memoria histórica. | R. Solís / I. G.

I. G.

"Llegó el fin de la guerra civil en Avilés (octubre de 1937), la única salida era el mar, quedarse significaba la muerte para muchos, así fue que cientos de avilesinos que no se exiliaron sufrieron la represión. Hay alcaldes como José López Ocaña que dirigió la Corporación en plena represión y sigue teniendo una calle en su nombre, solo hay que ver los archivos y los cientos de denuncias que se firmaron, la ley de memoria debería cumplirse, sino para qué tenemos un gobierno que dice estar comprometido con la ley de memoria", remarcó el historiador Pablo Martínez Corral durante su charla "Guerra Civil en Avilés, exilio o sufrimiento" enmarcada en las jornadas de memoria de la Casa de Cultura sobre "Los niños de la guerra". Martínez Corral fue a más y nombró a Román Suárez Puerta, que da nombre al estadio de fútbol de Avilés: "Fue miembro de las primeras coorporaciones franquistas, la etapa donde los falangistas dominaban la ciudad, años de represión y estraperlo, no sé si este señor jugó al fútbol, pero en dictadura estuvo en Primera División y en memoria, estamos todavía en Tercera".

El doctor en Historia Contemporánea y profesor de la Universidad de Oviedo, Rubén Vega, cogió el testigo y pronunció después otra conferencia titulada "Contexto político de la partida y regreso de los Niños de la Guerra". Habló del cambio de paradigma de esos pequeños que salieron del país siendo unos críos y volvieron siendo adultos "y encontraron un país totalmente cambiado" en veinte años, de 1937 a 1957, de una Asturias donde gobernaban las izquierdas a la dictadura franquista "que era el único bastión aliado del nazismo que sobrevive tras la Segunda Guerra Mundial" y en un momento en que todo se mueve entre "la lógica comunismo-anticomunismo". Vega también comentó que en 1937 cuando se produce el exilio de esos menores, principalmente vascos y asturianos, "sus padres todavía aún tenían esperanzas en ganar, no pensaban en pasar veinte años sin ver a sus hijos o si ellos morirían".

Esos pequeños, que les pilló algún que otro episodio de la Segunda Guerra Mundial como la batalla de Leningrado, "un cerco de más mil días" o pasar el Cáucaso a pie, fueron trasladados a varios países. En la Unión Soviética, continúa Vega, los niños de la Guerra recibieron enseñanzas en español y algunos hijos de obreros "terminando siendo hasta ingenieros, algo impensable si se hubieran quedado en España".

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