Por mucho que Mercedes Fernández trate de ahuyentar cualquier símil con la parábola del hijo pródigo en el regreso de Juan Morales al PP, la cita bíblica estuvo al orden del día ayer entre quienes vivieron la fractura interna que ocasionó la pugna del exportavoz parlamentario por presidir el partido y ser candidato autonómico. El objetivo del PP es dar una imagen de integración de los "hijos naturales" del partido, aunque estuvieran dispersos: la vuelta al seno maternal. Ya ha ocurrido otras veces. Pero esa estrategia tiene un doble filo y a veces el afán por sumar, resta. Y más cuando en algunos casos los hijos leales recelan del abrazo de acogida a esos hermanos dispersos que dilapidaron la herencia y acuden cuando ya no les queda dónde quedarse a dormir. Y en algunos casos, encima, llamaron a otras puertas que no se abrieron. El riesgo es que uno acabe, como César, sorprendido en las escaleras del Senado clamando: "Tú también, hijo mío". Ya sea el pródigo o el que estaba en casa.