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Un rodeo

Eugenio Suárez

La pedrada filosofal

Cómo remediar los males que nos aquejan

Fue un sueño que, contrariamente a lo que suele suceder, he recordado con viveza y detalles. O quizás el recuerdo de un fuerte golpe en la cabeza que sufrí, hace tiempo, sin secuelas, hasta la fecha. Como la mayor parte de los ciudadanos, apagué la luz malhumorado, confiando en la cualidad apaciguadora de una pastilla para dormir, de escasa potencia. Al día siguiente recordaba con lucidez los pormenores de la prolongada visión nocturna, que les ofrezco.

"Vamos a ver -comencé con notable sosiego- si podemos darle la vuelta a esta amarga y desesperante situación en que vivimos los españoles. Nada de lo que ocurre nos satisface y cada día se alza el telón sobre un episodio nuevo de infamia y repulsión. Verdad es que hemos vivido largas épocas desdichadas, pero algo habrá en la memoria que nos rescate y reintegre la dignidad con la que cada cual aspira a vivir. No durante mucho tiempo, pero fuimos los dueños del mundo, a pesar de los pertinaces agoreros del fracaso.

Cuando las cosas marchan mal en la vida particular, pueden empeorarse, removiendo el tizón en la llaga o enmendarse recurriendo a los fastos recuerdos, a los mejores tiempos. Nuestra estructura de país mal hecho en buen sitio propició numerosas fechas de gloria y en el pasado encontramos trances lenitivos y hasta gloriosos.

En tiempos de beligerancia surgieron reyes letrados, como Alfonso X, mujeres esclarecidas a lo Beatriz Galindo, capitanes cono el Gran Duque de Alba o el Marqués de Santa Cruz, santos, místicos como Juan y Teresa, descubridores de la talla de Hernán Cortés, Pizarro, inventores, conquistadores, filósofos, diplomáticos, hasta el genial inventor de la fregona, vasta relación para. arroparse en la tibieza de los grandes ingenios humanos.

¿Cómo hemos caído en la abyección presente que no trae jornada sin disgusto? Y, sobre todo, ¿cómo escapar de tanta vileza que parece haberse apoderado de sociedad entera? En el sueño, todo lo referido componía un lóbrego telón de fondo, del que saltaban las posibles soluciones. Dado que el mal es genérico e ilusorio intentar ponerle remedio, brincaban las sugerencias los medios posibles, no las decisiones improbables. La duermevela fue sugiriendo medidas de calado medio, asumibles por hondo que sea el grado de corrupción. Entonces desfilaron las previsiones, por ejemplo: ¿Y modificar el reglamento penitenciario? Comenzaríamos por establecer, sin fisuras, el cumplimiento de las leyes. El camelo de la reinserción social solo lo mantienen aquellos que pueden caer en manos de la justicia y desean un trato muy benigno. Dadas las evidentes faltas de semejanza de un penal con un club e golf, acabar con las diferencias sociales, las comidas fuera del rancho general, nada de ordenadores en la celda, visitas, permisos, incluso visavis bien discriminados. Sabemos que casi ni en sueños puede esperarse, pero entre las medidas cuenta la estricta posesión o consumo de drogas. En casos como los del asesino Bolinaga, serían penalmente responsables los médicos que, por motivos personales, suscriben diagnósticos falsos. Por lo menos, expulsarles de la carrera,

De gran importancia es la administración de la Ley. Si aparece otro juez estrella, dótesele de jubón multicolor, calzas y sombrero con cascabeles y remítase al reyezuelo o presidente bananero que lo solicite, exigiendo que el billete de ida sea abonado por el destinatario. Se agolparían las medidas que justifican la privación de libertad desaconsejando a la "Guide Michelin" que otorgue estrellas carceleras a los centros que aspiren a ello por la variedad y sutileza de sus potingues.

Y, sobre tomar las medidas, que se tienen por posibles y que no precisan, repetimos, de reforma Constitucional, búsquese, hállese y póngase en práctica la legislación vigente. La calidad de imputado traería consigo el embargo de todos los bienes, propios y familiares por la vía de urgencia. En caso de error judicial se pide perdón, reintegra lo confiscado y adelante con los faroles. Aunque ajeno a mis costumbres, le pedí a un jurista amigo que echase un vistazo a estas líneas y me diera su parecer.

Se limitó a decir: "Así, cualquiera".

stylename="070_TXT_opi-correo_01">eugeniosuarez@terra.com

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